Capitulo 7

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-Ten – le dijo mientras le entregaba un celular nuevo – el otro lo bote – encogiendo los hombros.
-Porque haces esto Constancio – le pregunto ella sentada frente al escritorio del despacho.
-Te dije que vinieras porque, quiero que te vayas – dijo el tratando de no desmoronarse.
-Que? – dijo ella asustada.
-No te asustes – le pidió tomándole la mano – toda la noche pensé en lo que hablamos, y tienes razón, tú no te mereces esta vida, quiero que vueles Victoria – mirándola a los ojos – te prometí que te haría la mujer más feliz del mundo, y pienso hacerlo, quiero que te vayas.
-Me estás dando el divorcio? – pregunto ella.
-No, eso no, nunca te dejaría ir tan lejos – dijo el concierto cinismo.
-Entonces?- pregunto ella
-Victoria, quiero darte tiempo.
-Constancio... – dijo tomando el aire suficiente para decirlo – Estoy embarazada.

En ese instante el mundo de Constancio se detuvo, recordó incluso el instante en que Luciana le dijo que estaba esperando a su primer hijo, esperaba todo, todo menos que Victoria le dijera que estaba embarazada, pero si no era suyo?

-Estas embarazada – repitió – un embarazo.
-Sí, Constancio un embarazo y ni se te ocurra decirme que no es tuyo y que crees que es de Jerónimo, porque es físicamente imposible, primero porque cuando tú y yo estuvimos juntos la primera vez yo era virgen y te diste cuenta de eso, segundo, porque es un embarazo de 8 semanas, has las cuentas Constancio.

Constancio hizo las cuentas, si ella se había fugado hace aproximadamente 4 meses, llevaban 3 meses y medio de casados, y estuvieron 4 semanas en su luna de miel, en efecto Victoria esperaba a su hijo, era suyo.

-Aun así estas dispuesto a dejarme ir? – pregunto ella viendo que su marido no reaccionaba.
-Si – contesto el, pues aun dudaba de la veracidad de sus palabras – quiero que tú y tu hijo se vayan lejos.
-Constancio…
-Cuando regrese Victoria, espero no verte aquí – sin más se levantó del escritorio.
-Constancio – lo llamo tomándolo de la mano y levantándose – gracias – le dijo con lágrimas en los ojos--de verdad, muchas gracias – acto seguido lo abrazo con fuerza.

Constancio la sintió llorar contra su pecho, el abrazo con la misma intensidad que ella lo hacía, no quería perderla, pero ya había tomado una decisión, la dejaría libre, la sacaría de su vida.

-Recuerda que sigues casada conmigo Victoria, no quiero problemas – dijo el apartándola un poco de su pecho.
-mi hijo, que pasara con él? –pregunto ella secándose las lagrimas
-Llevara mi apellido, como es debido – tomando su rostro en sus manos – busca tu felicidad hermosa Victoria, pero quiero que recuerdes que las puertas de esta casa estarán abiertas para ti y para tu hijo, siempre, te extrañare.

Ella se puso de puntitas y le beso los labios, un beso tierno de agradecimiento, una despedida, se separaron y por un momento se sintió sola y desprotegida, Constancio salió de su casa y se montó en el coche, condujo sin rumbo, solo hasta que un mar de lágrimas broto de sus ojos y por primera vez en la vida sintió que había perdido.

-Te vas? –le pregunto Valeria – porque Vicky?
-Mis amores – dijo abrazando a las niñas frente al coche que la esperaba – seguiremos en contacto, les prometo que les escribiré y las llamare a menudo.
-Te vamos a extrañar – dijo Milagros secándose las lágrimas.
-Y yo a ustedes, las quiero.

Cuando regreso a su casa fue recibido por sus hijas quienes lo abrazaron y lloraron por la perdida, otra vez estaban solos, los tres, más solos que nunca, luego de cenar Constancio acompaño a sus hijas hasta que se quedaron dormidas, luego subió a su cuarto, el cuarto que había compartido los últimos meses con su esposa, y encontró una carta sobre su almohada

“Constancio:

Hoy me estas ayudando a renacer, voy a estar bien, vamos a estar bien, te dejo la primera ecografía de nuestro hijo y el lugar donde pienso estar, vuelvo a parís pero no a esconderme sino a realizarme, hare un curso de pastelería y talvez monte mi propio negocio, tienes mi teléfono y te dejo mi correo, te estaré escribiendo y te prometo que no me meteré en problemas.

Atada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora