Capitulo 4

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-Si acepto – dijo Victoria sin ninguna duda, cosa que alegro a Constancio enormemente pues pensó que Victoria llegaría a resistirse.

Luego de las oraciones, los múltiples padrinos que Constancio y Mercedes habían elegido pasaran el sacerdote por fin los bendijo como marido y mujer.

-Constancio puedes besar a tu esposa – dijo el Sacerdote.

Constancio se acercó a ella y lentamente poso sus labios sobre ella, un beso que pretendía ser suave, se convertido en un beso fuerte y exigente, pero no por culpa de Constancio, sino de Victoria quien con él le demostraba que las cosas no serían  para nada fáciles, por un momento le mordió el labio inferior haciéndolo sangrar, y pudo percatarse del sabor de la sangre de su ahora marido en su boca, se soltó y limpiándole el rastro de labial de los labios a Constancio le susurró al oído.

-Ahora si Belmonte, estoy atada a ti.

Luego de un sinfín de abrazos y de buenos deseos los esposos se dirigieron a la pista para bailar su primera canción como marido y mujer, la canción elegida fue bésame mucho, y Victoria no dudo un instante en seguirle la corriente a su marido, bailo con él, incluso le regalo varias sonrisas y unos cuantos besos que estaban dejando a Constancio bastante emocionado, pues no se imaginaba que todo era parte del espectáculo que el solo se había encargado de montar, pues Victoria convertiría su vida en el infierno en el que el había convertido la suya.

-Se ven felices – dijo Javier – Las cosas van a ser mucho más fáciles ahora, estoy seguro – dijo con tranquilidad
-Yo no estaría tan segura papá – dijo Fernanda – conozco a Victoria, y las cosas para ustedes no van a ser nada fáciles.
-Porque lo dices mi vida – pregunto Harry curioso.
-Mírale los ojos, no dicen nada, conozco a mi hermana y ella no es de las que se deja.

Y no estaba equivocaba Fernanda al asegurar eso, Victoria, la Victoria sonriente y por momentos alegre que participo en la ceremonia y en la celebración no era la misma que Constancio observaba en la habitación, pues había intentado acercarse a ella para besarla apasionadamente como ella lo había hecho en varias ocasiones en la fiesta pero se negó, sus ojos se encontraban sombríos y fijos en él.

-Ni se te ocurra ponerme una mano encima Constancio – dijo ella furiosa.
-Pero Victoria, eres mi mujer – dijo Constancio frustrado.
-Ahí te equivocas, tu compraste una esposa, no una mujer – dijo ella sonriendo con soberbia.
-Estás loca si piensas que no cumplirás con tu papel – dijo acercándose a ella.
-Qué curioso, loca llamabas a Luciana cuando no hacia lo que a ti te placiera – dijo ella bajándose el cierre del vestido de novia.
-Luciana? – pregunto confundido y entonces miro el vestido que caía al suelo – ese vestido…
-Sí, Constancio, era suyo, era de la loca de tu ex mujer, de la madre de tus hijas – dijo con suficiencia y en ropa interior.
Los ojos de Constancio recorrían su cuerpo, estaba mucho más delgada, pero seguía siendo hermosa, perdido en la sus piernas largas cubiertas por medias color blanco, sus pechos cubiertos por ese brasear de encajes blanco y la tanga con transparencias, le hacían perder la razón, entonces decidió que no iba a esperarla, y mientras Victoria le daba la espalda para recoger el vestido que estaba en el suelo, Constancio la tomo por la cintura y la volteo para quedar frente a ella.
-Vas a ser mi mujer – y sin darle tiempo para que contestara el beso con fuerza.

Al principio Victoria lucho con todas sus fuerzas para separarse de su marido, pero sin saber por qué, el pánico simplemente había desaparecido, y un escalofrió desconocido para ella recorría todo el cuerpo y se sentía bien, muy bien, y comenzó a corresponder sus besos y sus caricias, y ahora sin voluntad sobre su cuerpo, sus manos despojaban a su marido de la ropa, mientras el trazaba un camino de besos desde su boca, pasando por su cuello para llegar a sus pechos, la recostó sobre la cama una vez estuvo solo con ropa interior también, su piel era suave y sus caricias exigentes, no tenía palabras para describir lo que sentía, pero era la primera vez que una mujer le hacía perder totalmente la razón.
-Me vuelves loco Victoria, mi Victoria – le susurraba mientras le besaba las piernas.
-Ahí Constancio – gimió ella disfrutando de los besos que le daba su marido
Beso cada rincón de su cuerpo, no dejo ningún espacio sin tocar, sin sentir contra su piel, ahora desnudos, piel con piel Victoria recorría su espalda con sus uñas mientras el disfrutaba de sus pechos, uno y otro, tocándolos, besándolos todo con tal de hacerla perder la razón.
-Me muero por estar dentro de ti – le dijo contra su boca.
-Te necesito Constancio – dijo ella disfrutando el momento.
Con una fuerte envestida Constancio pudo percatarse que en efecto Victoria seria suya, solamente suya, para toda la vida, al principio un dolor agudo se hizo presente y grito, pero Constancio callo sus gritos con besos y caricias, haciéndola disfrutar de aquel momento, era su primera vez y nunca se imaginó que podría llegar a ser tan pasional y primitivo, pero lo deseaba, sin saber porque lo deseaba a él, a Constancio Belmonte a su marido.
-Ríndete Victoria, entrégate a mí – dijo mientras entra y salía de su interior.
Y aquello fue como una explosión en su interior, como si hubiera tocado el cielo con las manos y Constancio la alcanzo derramándose en su interior.

Atada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora