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Pensó que le sería difícil encontrarlo (incluso imaginó descabelladamente llegar demasiado tarde y verlo muerto), pero para su sorpresa no fue así, lo halló al pie de las escaleras notablemente adolorido pero vivo.

Hanji no se equivocó.

Por lo que apostando el todo por el todo Petra se las ingenió para adormecer a ese poderoso soldado. Pensó en que seguramente su truquito con las ajugas no funcionaría pero no pudo pensar en nada más teniendo el tiempo encima y una Hanji histérica que seguramente le sacaría el corazón si llegaba y Levi no estaba ahí.

En serio, pensó que el truco que se planteó fallaría, después de todo aquel engaño era muy viejo. Su padre hacía algo similar cuando Petra no quería verduras él ponía la poca carne en una tenedor y (secretamente) la verdura en otro, hacía que Petra abriese la boca con el juego típico del trenecito, y sin aviso le daba de comer las verduras.

«Tengo suerte de seguir con vida» pensó con lágrimas en los ojos y un profundo alivio. Tuvo también suerte que el sedante fuese lo suficientemente potente para hacer efecto rápido y no darle tiempo al hombre de ahorcarla.

Ahora, ¿cómo llevarlo?

Lo separó de su cuerpo (muy a su pesar) y viéndolo dormido sobre la pared se cuestionó sobre cómo debía transportarlo. Era obvio que se hallaba herido, pero no veía de dónde. ¿Y si la herida estaba en su espalda? No veía sangre por ningún lado. ¿Se habría roto algo? ¿Le dolía alguna extremidad nada más?

Debía ser muy cuidadosa o podría lastimarlo más.

Suspiró y con mucho cuidado, Petra intentó llevar a Rivaille de diversas formas: todas fracasaron.

Intentó llevarlo encima de su espalda, pero hizo un mal movimiento y terminó sentándose en su regazo. Siendo una jovencita con muchas ilusiones (algunas nada castas) se levantó como si hubiese tocado lava y tardó un poco en recuperarse. Su rostro ardía en llamas.

Dándose valor intentó nuevamente hacer lo mismo pensando en que su fallo estuvo en que se inclinó mucho... para atrás. Así que esta vez se aseguró de tomar los brazos de Rivaille y colgárselos encima de los hombros.

¿Qué podía salir mal?

Nada salvo que por accidente una de las manos del hombre golpeó su seno izquierdo dando un grito lo soltó otra vez. En esta ocasión la cabeza del hombre golpeó la pared.

—¡Lo siento, lo siento, lo siento! —Se disculpaba una y otra vez tomando la cabeza y sobándole la nuca. Lo soltó nuevamente con más cuidado y formó una cruz sobre su pecho con los brazos.

Pensó, pensó y pensó. Con la cabeza ya no tan clara.

«Tocó mi... tocó mi...» se mordió los labios pensando una y otra vez en su toqué. Aunque este no haya sido nada intencional.

¡BASTA YA!

Madre de dios.

Muy bien, intentémoslo de otro modo. ¡¿Pero cuál?! ¡No podía arrastrarlo por el piso jalándolo por los pies! ¡Tampoco sería lo adecuado jalarlo por los brazos, ¿qué pasa contigo, Petra?!

Muy bien, muy bien... concentrémonos.

Aún tenía la capa, ¿y qué tal si la arrastraba por medio de ella?

¿Arrastrarlo?

¿Y qué si alguien te ve?

Cierto, si alguien llegaba a verla jalando de ese modo por el piso a Rivaille Ackerman sin duda alguna se lo dirían y entonces ahí sí podría darse por muerta.

Ya podría imaginarlo diciéndole:

"¿Así que te atreviste a pasearme como un puto saco de estiércol, Ral? ¡Entonces comerás estiércol!".

Un escalofrío la recorrió entera.

Vamos, piensa rápido.

Con el rostro completamente enrojecido y su garganta más seca que una galleta caducada con moho se decidió a enfrentar la vergüenza.

«Me debe una grande, señorita Zoe» pensó arrojando su dignidad (y pena) a la mierda.

Se colgó a Rivaille encima, dejó que las manos de este cayeran justamente encima de sus senos (los largos dedos rozaron uno de sus pezones aún por encima de la ropa) hasta que dichas manos se deslizaron hasta quedar enfrente de su cintura y los antebrazos encima de sus pechos. Ella por su parte procuró no ser tan descarada al usar sus propias manos para evitar que él cayese.

No era experta en cuerpos masculinos, pero tenía que decir que el de Rivaille Ackerman no era más que músculos... huesos...

Deja de pensar en sus manos.

Y más músculos.

Carajo, no quería ser como esas chicas vulgares que nada más hablaban de hombres y sus traseros.

»Daría mis manos con tal de pellizcarle una sola nalga.

Ahora ella tenía las dos manos sobre ambas. Eso haría enfadar a más de una, pero eso a Petra no le importaba. Debía cumplir su deber.

Fue difícil al principio porque en varias ocasiones su paranoia le jugaba malas pasadas, como por ejemplo a veces sentía que los antebrazos del señor Ackerman saltaban sobre sus pechos deliberadamente.

Sigue sedado, tonta.

O sentir su cálido aliento sobre su oreja derecha; dios, debía recordarse continuamente que él estaba inconsciente. Porque de abrir los ojos y ver cómo estaba llevándolo, seguramente le torcería el pescuezo sin dudarlo un segundo.

Tuvo que admitir que en una ocasión hizo caso omiso a la repentina sensación de un sutil desliz a su entrepierna.

¡Tonta! Él está dormido. Es obvio que sus brazos se muevan así si cuelgan sobre ti, ¿no?

sᴀɴɢʀᴇ ʙʟᴀɴᴄᴀ |【 Rivetra Week 2017 |Ⅶ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora