Capítulo lll: Después de todo, si hablas.

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— Al parecer será más difícil hablarle de lo que esperaba.

— ¿Qué? — pregunte desconcertado a Stefan por el cambio tan repentino de tema.

— A la chica — frunci mi seño y me coloque la camisa polo color rojo con mi nombre estampado en la parte superior izquierda de en frente — la del parque Mauro — Dibuje una o con mis labios y guarde mis cosas en el casillero frente a mi.

— ¿Pretendes seguir intentando algo con ella? — dije más en forma de afirmación que de pregunta.

—  Me parece que es un buen reto intentar conquistar a una chica más... difícil.

— Así que la vez solo como un reto — continúe mientras salía de los vestidores y me dirigía a la sección de los probadores.

— No exactamente — me coloque tras el escritorio que se encontraba en los probadores de hombres y me registre en la tabla que se encontraba colgado en la pared — toda la vida he perseguido cosas fáciles, esta vez quiero esforzarme más.

— No le veo mucho caso, es una simple chica, ¿Qué hay de interesante en ella?

— Su indiferencia — reí con burla.

— ¿Su indiferencia hacía ti?

— Te recuerdo que fuiste tú con quien habló — contra atacó mientras se sentaba en el escritorio y cruzaba las piernas. — Pero bueno, no me refiero a eso.

— ¿Entonces?.  — pregunte mientras tomaba las prendas que un hombre de edad mayor me entregaba y las contaba. — Cinco prendas, adelante — le conteste mientras se las extendía de vuelta y volvía mi atención a Stefan.

— A la vida. — Alce las cejas y sonreí un poco.

— Mira que profundo me saliste.

— Es antisocial y amargada — habló mientras miraba al frente concentrado en algún punto. — La gente no nace así, sucede siempre algo que los cambia, ¿no te parece? — término mientras se giraba a mirarme con emoción.

— ¿Qué acaso no querías acostarte con ella? — Stefan frunció su ceño y me golpeo el hombro con fuerza.

— ¿Acaso no estas escuchando lo que te digo?.

— Es solo que me tienes sorprendido, tú no sueles actuar así. Suenas como mujer Stefan y estas actuando como una.

— No me importa lo que digas Mauro, yo intentaré algo con esa chica.

Cuatro horas pasaron desde que había iniciado mi turno, Stefan se había marchado pues el no trabajaba en el lugar,  el simplemente era hijo del dueño.

Estaba parado con las manos en los bolsillos observando a la poca clientela que estaba en la tienda. Martín el gerente me había pedido vigilar la sección de hombres y ayudar a los clientes en lugar de estar tras un escritorio.

Pase mi mirada por la sección de hombres y no vi exactamente a muchos, la mayoría de clientela estaba en la sección de mujeres. Pase mi vista por todas aquellas mujeres que miraban la ropa como si de deportes se tratarán en el caso de los hombres, todas estaban fascinadas o eso parecía hasta que mi mirada se detuvo en una pequeña chica de cabello corto que miraba detenidamente un bluson negro colgado a una altura algo considerada, pasó su mano por la esquina de la manga de la prenda y miro el precio, al parecer este le pareció atractivo al igual que la prenda y se estiró para intentar mirar la talla, sin embargo por la baja estatura le costaba trabajo alcanzarlo. Sin evitarlo sonreí por lo gracioso que la joven se veía. Decidido me acerque hasta la chica y le ofrecí amablemente mi ayuda.

— ¿Cuál es tu talla? — le pregunté una vez estaba a sus espaldas y fue entonces que volví a mirar sus ojos cafes. La pequeña castaña de cabello rizado estaba nuevamente frente a mí.

— Gracias, yo puedo.— Contesto indiferente mientras aún se estiraba por tomar el bluson negro.

Toda la ternura que antes había sentido se desvaneció en un segundo. ¿Por qué era tan grosera?. Aunque bueno al menos está vez se dignaba a hablarme. Me crucé de brazos y observe desde arriba a la pequeña rizada.

— Así que si hablas, la verdad comenzaba a considerarte autista.

— Simpl ahorro mis palabras para cosas importantes.— Contesto con cierta arrogancia que me provocaba de alguna forma coraje.

— Al parecer careces de educación niña — comente tratando de no dejar atrás el buen trato que se le debe ofrecer a los clientes. La castaña solo frunció el seño y apretó su mandíbula con fuerza.

— ¿Encontraste algo que te gustara Wanda? — habló una hermosa chica a las espaldas de... Wanda, al parecer ya sabía su nombre. — ¿Oh ya hiciste amigos? — preguntó con amabilidad la chica mientras tomaba el hombro de Wanda y me miraba alegremente, a lo que yo le sonreí.

— No, mejor vayamos a otra tienda — Contesto Wanda mientras se daba media vuelta y se iba. Relaje mi cuerpo y deje caer mis brazos a los lados mientras miraba esta vez a la chica que se había quedado en lugar de la castaña.

Su cabello era largo y estaba teñido de plateado, tenía unas curvas hermosas y el vestido floreado junto con su chaqueta de mezclilla la hacían lucir hermosa. Me sonrió apenada y luego se marchó junto a Wanda.

Seguí a ambas con la mirada. Las vi llegar hasta el mismo chico que se encontraba en el parque con Wanda exactamente hace una semana. Realmente creí que no los volvería a ver pero bueno, a veces las personas que más detestan son las que más se te aparecen. Los vi salir de la tienda y desvíe mi atención de ellos para seguir trabajando.

Para cuando mi turno terminó pase por el área de comida rápida para llevar algo de comer al departamento en el que le pelirrojo y yo nos quedábamos. Me encontré con Wanda de nuevo, esta vez ella no me vio pero yo si a ella. Estaba sentada en una mesa sola, su mirada estaba caída y su cuerpo encorvado. El chico del parque y la chava de cabello teñido estaban frente a ella platicando muy a gusto con las manos entrelazadas. Wanda tan solo jugaba con su comida y la resolvía con el tenedor en su mano, estaba triste y no lo disimulada.

Las palabras de Stefan habían quedado rondando mi cabeza "Es antisocial y amargada. La gente no nace así, sucede siempre algo que los cambia, ¿no te parece?". En ese momento lo tomé como una broma pero quizás Stefan tenía razón.

Solte un corto suspiro y salí directo al estacionamiento de la plaza. Mi mente pensó en Wanda por un tiempo y en cierto momento llegue a sentirle lastima, a nadie le gusta estar solo y era indudable que Wanda lo estaba.

I Can't Go On Donde viven las historias. Descúbrelo ahora