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DOUBT !

capítulo uno.


Sus pies ardían con cada paso que daba.

Sentía que iba a caer si seguía avanzando por entre las raíces de los árboles, pero no se quejó en ningún momento. La situación era lo suficiente tensa como para proferir palabra, las cuales se atascaban en su garganta que se mantenía seca por la falta de agua.

Sus ojos azules viajaban de un lado a otro, buscando señal alguna de cualquier cosa que perturbara el silencio del día. Casi era costumbre hacerlo, algo que había aprendido desde un principio, más que todo por la simple paranoia de ser atacados. Y es que ahora se basaba en eso, en la huida de todo lo que pudiese herir todo lo que hasta ese momento habían conseguido; y una de esas cosas era el estar juntos.

Pues delante de ella estaba Josh, que era su todo. Desde que era más chica siempre la cuido, sin tomar importancia de todos los años de diferencia, y que no eran hijos del mismo hombre. Caminando frente a ella, con su bolso de suministros al hombro y un pequeño cuchillo en su mano, nunca dejó de protegerla. La distancia entre ambos no era mucha, casi a la par, alertas el uno del otro. El cansancio parecía consumir el aire, y Kalani era la viva imagen de eso. Sus brazos pesaban, y sus ojos querían cerrarse para dormir todo lo que necesitase. Ella entendía que les urgía salir de ahí antes de poder sentarse, aunque el rubio le había dicho millones de veces que avisara cuando ya no pudiese más con el viaje, ella no quería detenerse y molestar cualquier plan de escapar antes del anochecer.

El sol era su fiel brújula, mientras descendía perdiéndose entre las ramas y las hojas de los miles de árboles que caían al sentir el frio invierno que se avecinaba.

Le recordaba a alguna vez que el ex novio de su madre los llevo a acampar en un lugar parecido, donde había un lago gigantesco y se bañaron por horas. Esos momentos que tal vez nunca reviviría, sobre todo sin el viejo de David que se había convertido en una figura parental rápidamente. Y como a casi todo, lo habían perdido.

Y fue pensando y recordando aquello mientras tarareaba por lo bajo, su espalda encorvada ante la repentina aparición de pinos con ramas bajas que se interponían entre el lugar, su cabello se había enredado más de una vez entre las espigas y con ayuda del teñido tuvo que sacarlo de ahí. A la tercera vez el suceso ya fue hartante, a la cuarta una sonrisa se había plantado en la cara de su hermano y a la quinta se habían carcajeado por lo bajo.

—Kal, literalmente parece que tuvieses un panal en la cabeza —rio momentos antes Josh, una curvatura asomándose por sus labios demostrando que después de tanto tiempo, aún aquellos detalles y ocurrencias seguían teniendo un efecto en él. Seguía siendo humano, tenía sentimientos vivos.

Kalani bufó, mientras negaba hacía él con cierta molestia al ser burlada. Se adelantó unos pasos después de eso, volviendo a tararear sin prestar mucha atención a sus alrededores. Ya no parecía soportar más el dolor que se expandía por sus pies, punzante y agónico. Trato de no apoyarse mucho en el izquierdo que era el más afectado, y aquel gran cambio fue tan notorio que su hermano la obligó a sentarse después de eso.

—No es tan malo —dijo entre dientes la castaña, sin negarse a tirarse en el suelo, cerca de un tronco color caoba—. Estoy bien.

Mentiras. Mentiras. Mentiras.

Su tono infantil tembló al sacarse las botas, que para completar, le quedaban algo apretadas. El mayor Joseph se mordió el labio ante la terca de su hermana, se arrodilló a su lado, bajando la mochila de su hombro y dejándola en el suelo.

—Eres tan estúpida a veces, mira tus pies, me tenías que decir. ¿Duele?

—Un poquito. —Con un puchero se apoyo en las palmas de sus manos, sintiendo algunas ramas incrustar en su pálida piel.

Su hermano sacó un frasco con agua, apenas quedaba para dar unos pequeños sorbos del líquido. La abrió y se la tendió sin problema alguno. Al terminar de apenas mojar su paladar Kalani dejó un poco para el muchacho quién le dijo un "gracias" y continuó hablando seguido de eso.

—Toma la maleta y déjate afuera los zapatos, te vas en mi espalda.

El rubio teñido se acomodó la correa, donde antes colocó su arma con sumo cuidado y se estiró la espalda preparándose para llevar el peso muerto de la chiquilla.

Cuando Kal tenía el bolso azul marino sobre los hombros y los zapatos amarrados de las trenzas colgando de su cuello dió un pequeño brinco y se posicionó en la espalda de Josh, quién gimió por el esfuerzo pero se recobró y comenzó a caminar.

A Kalani no la convencía aquella ayuda, le parecía que la hacía ver más inservible de lo que ya era.

Sus manos rodearon el cuello del hombre con mucho cuidado, y apoyo su cabeza en su espalda mirando a su alrededor con aires de tristeza.

Al rato siguieron en las mismas, el joven Joseph tuvo que bajar a la castaña para descansar un par de veces. Por más delgada que estuviese, lo que traía encima pesaba unas buenas libras.

— ¿Me enseñarás a disparar en algún momento? —Había preguntando con una sonrisa la castaña, Josh río sarcástico.

—Cuando aprendas a cantar el Rap God hablaremos —contestó, Kalani dejó de sonreír.

Y siguieron un rato más, casi al tanteo cuando ya no contaban con iluminación suficiente. Ya era de noche, y los gruñidos de muertos se escuchaban a la distancia. Traídos por el viento frío hasta sus cuerpos desprotegidos.

Y cuando pensaron en haber percibido cada sonido existente uno en particular los sorprendió.

El de un cuerpo cayendo al suelo.

Un cuerpo casi en putrefacción, con las cuencas de los ojos negras y hundidas. Brazos esqueléticos, que soltaban carne asqueante en heridas llenas de moscas. Tenía un hoyo en la cabeza, como de un tiró, y juraba que no era nada viejo. Se detuvieron con duda en sus ojos, la piel de la pecoza se erizo a medida que tocaba el suelo. Joshua sacó la pistola, y se irguió observando con cautela a su alrededor. Protegía el cuerpo de su hermana con su propia anatomía.

Un muerto viviente salió desde las sombras, casi tirándose sobre ellos que se exaltaron ante el repentino acto. Un sonido aturdidos, una sacudida y la bala había hecho camino en la cabeza del cadáver. Kal suspiró con alivio, pero luego se arrepintió.

Entre las espigas de un pino, por las ramas verdes un rostro de un hombre canoso apareció seguido de uno con rasgos toscos y piel morena. Los segundos se alargaron, un suspiro abandonó la boca de la castaña y entonces el seguro de las armas lanzaron un chillido mecánico al ser quitado.

Al parecer, existían más supervivientes y no habían necesitado de la luz del sol para encontrarlos.


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DOUBT, carl grimes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora