Catastrophe...

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Un silbido por aquí, un silbido por allá. Un bocinazo por aquí, un bocinazo por allá. ¿Es qué no saben dejar ver una película tranquilamente? En fin, que para rato entendía yo aquí algo... Todo el rato en plan, ¿eh? ¿Qué ha dicho? Y así sucesivamente... Al salir, me alegré de dejar de escuchar pitidos. Alegría, que me duró poco.

- ¡PIIIIIIIIIIIIIIIII! - se escuchó por todo el edificio. 

- ¿Qué de qué? -pregunté extrañado.

Un ruido de choque resonó por la sala también.

- ¡Que apaguen la música, que ya se ha acabado la película! -grité.

Pero, pese a que salimos de la sala, se seguían escuchando esos molestos ruidos.

- ¿Cómo ha podido volcar el autobús? -me preguntó James a la salida.

- ¿Eh? -pregunté. ¡No he escuchado nada!

- ¡Digo, que cómo ha volcado el autobús! -gritó James.

- ¡Ah! -exclamé-. ¡No he entendido nada con tanto ruido!

- ¡Por eso pregunto! -exclamó James. ¡Vaya!

- ¿Qué ocurre? -pregunté en voz alta.

No esperé respuesta. Mi cabeza se giró hacia la salida y contemplé toda una plaza llena de coches que no se movían. Otros coches provenientes de otros lugares, pitaban para poder pasar, y agentes de la policía pitaban para regular el tráfico. 

- Bye -me dijeron todos mis amigos.

- Bye -les contesté.

Mis amigos iban ahora a cenar. Yo no podía ir, porque mañana tenía Marco una cosa rara de niños y "tengo que ser educado e ir a donde mi querido hermano desee", según mi madre. Seguí con la mirada a mis amigos hasta ver que bajaron al metro. Entonces, me encaminé para inspeccionar el "atasco". 

- Aquí Elisabeth Johnson, en directo desde Leicester Square para BBC News -empezó a decir una voz. 

Mi mirada se dirigió sobre una señora que estaba delante de una cámara gigante de televisión. 

- Este gran caos, esta gran catástrofe, este gran..., como se quiera llamar, ha paralizado el centro de la ciudad -siguió la reportera. 

El señor de la cámara empezó a mover lentamente la cámara para mostrar la escena ante los teleespectadores. La cámara se paró delante de mí.

- ¿Cómo te llamas? -me preguntó la reportera acercándose.

- Asier -respondí firmemente. 

- Asier, ¿tú sabes algo de esto? -preguntó Elisabeth.

- No, señora -contesté-. Yo estaba en el cine, con mis amigos, cuando se empezaron a escuchar ruidos de bocinas y silbatos, pero creímos que era de la película, puesto que era Fast & Furious. Cuando salimos a la calle, descubrimos que era por esto.

- Gracias, Asier -dijo la reportera-. El atasco empezó hacia las seis de la tarde. Un coche se paró en medio de la plaza. Su conductor, ahora mismo parece como si le hubiera dado un infarto, puesto que no se mueve, pero respira. 

La cámara fue lentamente girándose hasta que yo no aparecía en el plano.

- Varios conductores más fueron parándose, en el mismo estado de la conductora, hasta bloquear la plaza -siguió la reportera-. Finalmente, toda la plaza está paralizada.

Decidí ir yendo hacia casa. Cuando iba a salir de la plaza, me encontré con Harry y Marco.

- ¡Harry, Marco, qué hacéis aquí! -exclamé.

- Ver esto -contestó Marco inocentemente.

Odio cuando se pone así. Lo odio, es lo que más odio en el mundo. Y él lo sabe perfectamente.

- ¡MAAAAARCOOOOOOOOOOO! -exclamé haciendo que todos los transeúntes, incluida la reportera, se girasen hacia mí.

- ¿Qué? -volvió a preguntar con su voz de inocente.

Fui a decir algo, pero preferí callarme. ¿O igual no? Ya no me acuerdo.

The End of the UniverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora