Soy el terror de las nenas...

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—¡Harry!—la voz de la señorita Eugine retonó por toda la clase.

Mientras yo estaba en clase, el morrudo de mi hermano Asier estaba en el cine. Habíamos ido a comer a casa y habíamos vuelto al cole. Mientras comíamos, Marco, había estado viendo la peli de Peter Pan otra vez. Le encanta ver la peli una, y otra, y otra, y otra, y otra vez.

Bueno, que ahí estaba yo. Durmiendo en clase por haber pasado la noche en vela jugando al Clash Royal. Mi hermano está viciado a Peter Pan, yo al movil. Se podría decir que somos una familia de viciados. Y mi hermano Asier...hum...se podría decir que es un viciado a los exámenes. ¡Un 7 le parece mala nota! ¡Mala nota!

Bueno, que me voy por las ramas. La estridente voz de Doña.Clemencia me despertó como si de un cubo de agua fría se tratase.

—¿Eh?—dije levantándome de golpe.

Mi actual novia, Meredith, se rió a mí espalda. Era la decimocuarta novia que me echaba. O era la decimoquinta...bueno que soy algo mujeriego. Solo un pelin (sarcasmo on).

Mi hermano pequeño, Marco, siempre les llama a mis novias Wendy. Otra muestra de que está algo viciado a Peter Pan.

—Por está vez te lo perdono—dijo doña Eugine—Que no se vuelva a repetir—

—Gracias—dije agachando la cabeza.

La profesora siguió explicando y yo me volví a dormir. Por suerte, esta vez, no me pilló.

La campana me volvió a despertar de golpe. Observé que está vez era el profesor de historia el que estaba sentado en la mesa del profesor. Eso indicaba que había estado dos horas durmiendo...
Bueno, que se le va a hacer...

Me levanté agarré mi mochila y me dirigí afuera. Muchas veces, Marco y yo, nos quedábamos hablando un rato antes de volver a casa.
Vi a mi hermano jugando con otro niño a Peter Pan y los piratas. Ese siempre ha sido su juego favorito.

—Hola dormilón—

Me giré para encontrarme con Meredith tendiéndome una Coca Cola. La acepté encantado y la abrí produciendo el típico chisss.

—Te vendrá bien cafeína—dijo sentándose conmigo.

Que conste que yo no la obligaba a que me trajese regalos, era todo porque ella quería. Al otro lado del patio vi a mis antiguas ex novias observando a Meredith celosas. Esta les saco la lengua y me dio un beso en la mejilla y me acarició mi castaño pelo para recochinearse. Que se le va a hacer, las chicas son así.

De repente vi que unos niños se acercaban a mi hermano y comenzaban con la cansina broma de todos los días.

—¡Marco!—exclamó uno.

—¡Polo!—contestaron todos al unísono.

Después estallaron en carcajadas. Vi que mi hermano pequeño se echaba a llorar.

—¡Hey!—les grité a los abusones mientras me acercaba furioso.

Algunos se escabulleron como bichos al ver un insecticida.

—¡Dejadle en paz!—dije mientras me colocaba delante de ellos.

—¿Quién lo dice?—dijo uno en un tono chulesco.

—Tu abuela si te parece—dije burlándome.

—Tu opinion aquí no importa—contestó el primer niño.

—Y tanto que importa, porque si no paráis...

—¿Si no qué?—dijo mirándome desafiante.

—Mi puño os enseñará lo que mi opinión vale—dije alzando el puño.

Todos se fueron menos el abusón.

—Parece que te has quedado solo—dije sonriendo.

El niño miró hacia atrás asustado. Hice amago de pegarle y el muy gallina salió escopeteado.

—¡Eso corre!—le grité—¡Más vale que no te vea de nuevo!—

—Gracias—dijo Marco abrazándome.

—Por mi hermanito pequeño cualquier cosa—dije sonriendo con dulzura.

Tal vez en este punto de la historia penséis que yo soy el abusón, pero os equivocáis. Si te metes con mi familia te metes conmigo.

The End of the UniverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora