Destino fatal

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Narra Mica

-No seas estúpida ¡dile a tu hija que ha perdido completamente la cabeza!.-Rió mi tío ante mi propuesta de tener yo sola a Nacho como rehén.

-Bueno, así empezamos todos. Déjala.-Ignoró mi padre.

-Si crees que vas a ser capaz, no me importa, ya sabes las consecuencias así que yo que tu rezaría por que el idiota no se te escapase.-Dio un trago a su copa.

-Como digas.-Rodé mis ojos.-Voy a necesitar una casa, la quiero a las afueras de la ciudad, no aquí.-Exigí.

-¿Ahora lo proteges? ¿O sólo quieres aparentar? ¿Te avergüenzas de tu familia? que feo...-Negó con la cabeza mi tío.-Si llegas a enamorarte, o a sentir compasión, lo buscaré y le volaré la cabeza, y después quemaré todas las casa donde viven esos inocentes que tanto te gusta ayudar.-Me amenazó fríamente.

-¿Piensas estar dándome miedo todo el día o vas a cumplir?.-Me crucé de brazos arqueando una ceja.

-¿A caso ya te has ganado su confianza?.-Canturreó.

-No, pero me falta poco. Lo mismo que a ti para que te maten y pongan a otro en tu lugar. Ya sabes, en trabajos como estos un día estas arriba, y otro abajo.-Le guiñé el ojo.

-No seas tan arrogante, sólo te pareces a mi.-Rió socarrón mi tío.-Tendrás el apartamento mañana.-Contestó.

-Lo quiero en las Islas Mauricio.-Comenté.

-¿Y por qué? encima con caprichos...-

-Por qué allí no hay salida, por ningún lado.-Alcé una ceja.

-Chica lista, cada vez sabes mejor como llevar el negocio. Allí todo se maneja por dinero y gente como nosotros. Además si intenta huir por su propia cuenta va a encontrar un enorme océano separándolo de casa. Buen punto Mica.-Analizó mi tío. Yo asentí satisfecha y me fui a clase.


Narra Nacho

Estaba sentado a la sombra de un árbol en el campus. No tenía ganas de entrar a clase, no me apetecía verle la cara a nadie, el más mínimo ruido me molestaba.

-¡Hola!.-Gritaron a mis espaldas haciendo que diese un brinco.

-¿Eres idiota Micaela?.-Pregunté con el corazón en la garganta.

-Tampoco te pases o te giro la cara.-Me miró mal, yo sonreí.

-Me gusta molestarte.-Acepté.

-Y a mi a ti.-Se encogió de hombros mientras se sentaba a mi lado.-¿Qué pensabas?.-Preguntó mirándome con sus grandes ojos verdes.

-¿Crees en el amor?.-Pregunté mirando el horizonte.

-Creo que tienes mal de amores.-Rió levemente. Yo me giré a mirarla.

-Puede.-La miré.-Tú nunca has tenido parece ser.-Comenté.

-En realidad no, pero siempre hay una primera vez ¿no?.-Contestó.

-Sí, y estar aquí en el mismo lugar que ella. No me ayuda...-Suspiré.

-Ah, la chica esa...Moyano.-Dijo divertida.

-Sí, bueno...-Resoplé.

-Si está todo el tiempo pidiéndote perdón. Perdónala si tanto la amas.-Rodó sus ojos.

-No es tan sencillo ya no es lo mismo. Y además no sé...me gusta otra chica.-Dejé caer.

-Te gustan tantas chicas.-Negó con su cabeza.

-Es enserio.-Reí.

-Hacemos una cosa.-Comenzó mirándome seria pero divertida.-Esta semana la tenemos de vacaciones...el caso es que tengo una casa en una isla, y bueno sola me aburro. Vente y nos divertimos y nos olvidamos de todo.-Propuso.


Narra Mica

Era ahora o nunca. La excusa perfecta, en el momento perfecto. Si respondía que no, el plan se desmoronaba, y sufriría las consecuencias de un destino fatal. Por otro lado, si respondía que si, lo tendría incomunicado en una isla y cumpliría mi misión. Salvando la vida de mucha gente del Salvador, además el tenía dinero y vida suficiente como para recuperarse de esta experiencia conmigo. Además lo tendré amistosamente secuestrado en una casa en las islas más deseadas del mundo. No podría quejarse al contarle la historia a sus nietos.

-Tú no eres tan amistosa.-Contestó.

-Ni tu eres tan idiota como para decirle que no a una cosa así. Quiero pasármelo bien, disfrutar...no me quiero casar contigo. Relájate.-Le di un codazo.

-Si es cierto, lo siento.-Negó con la cabeza.-Lo hablo con mi hermano para que se organice el solito esa semana y ya.-Me sonrió.

Estábamos a miércoles. Estaba a 4 días de lograr mi objetivo, y en un mes. Me aplaudo, beso y tiro laureles mentalmente. Tenía que disimular, no podía estar todo lleno de guarda espaldas allí, y tampoco quería hacer que pasara una estadía tan horrible.

-¿Y cómo si vives en un sitio tan pobre, tienes una casa allí? sin ánimo de ofender.-Preguntó.

-Hay cosas que es mejor no saber.-Le susurré al oído mientras veía como se estremecía en un escalofrío causado por el acto que acababa de hacer.


Manual de lo prohibido; NachoelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora