Narra Nacho
Quedaban cinco minutos para aterrizar. Miré a la rubia la cual seguía durmiendo, ¿tan mala noche habría pasado? no tanto como yo. Había discutido con mi mellizo. A él parecía gustarle Micaela, y no le hacía gracia que yo llegara tan lejos y me aprovechara de ella solo para llevármela a la cama. Obviamente lo ignoré, era un estúpido. Tendría vacaciones gratis y a esta mujer durante una semana, ¿y debería decir que no? que ridículo.
Decidí olvidar eso y despertarla, tenía que seguir el protocolo que dictaba la azafata para tener un buen aterrizaje. Le toqué el hombro y comencé a llamarla.
-Micaela.-Susurré.
-Déjame.-Bufó.
-Estamos apunto de aterrizar.-Le avisé.
-No me apetecía.-Se sentó bien.
-Ya.-Reí.
Al rato la azafata comenzó a explicar como debíamos abrochar nuestros cinturones, como si no fuera obvio. Seguimos todas sus instrucciones y todo salió perfecto. Bajamos del avión, tomamos nuestras maletas y salimos de allí. Tomamos un taxi y Micaela dio unas indicaciones al conductor.
Tardamos horas en llegar, por lo visto era un complejo de hoteles dividido como por chalets, y ella tenía una parte de terreno allí. Me contó que fue un regalo de sus abuelos a sus padres y ella lo heredó. Así que parte del hotel le pertenece, me extrañaba viniendo de alguien que vivía en un lugar tan marginal, pero seguramente allí se buscaría la vida de algo que da dinero fácil y rápido, con el narcotráfico, sino no hay otra explicación.
Entramos a recepción y todos los trabajadores de allí se acercaron a saludarla y hablar con ella. Parecía otra persona lejos de donde vivíamos. Se veía feliz.
-Vamos.-Me indicó sonriente. Yo la seguí.
Narra Mica
Lo dirigí hasta donde íbamos a vivir por no se cuanto tiempo. Hasta que mi tío consiguiera todo el dinero que buscaba. Traté de fingir lo mejor que pude lo mal que me sentía por hacer esto.
-Es aquí.-Solté las maletas.
-¿Es enserio?.-Preguntó sorprendido.
-Sí.-Sonreí orgullosa.
-Es demasiado.-Dijo sin parar de mirar cada rincón del lugar.
-Ya no seas idiota.-Me tiré en la cama.-Es de noche, podemos pedir que nos traigan la comida y ya mañana salimos si quieres.-Propuse.
-Sí.-Hizo una mueca.
-¿Qué?.-Dije sacando el encendedor.
-Odio que fumes marihuana.-Bufó sentándose al lado mío en la enorme cama.
-Eres un aburrido.-Rodé mis ojos.
Tiré el encendedor lejos y guardé el cigarro. Vi como se dibujaba una sonrisa en su rostro. Tenía que complacerlo y ganarme su confianza. Aunque si no lo conseguía ya no me importaba, lo tenia atrapado, no tenía escapatoria. La isla estaba infestada de amigos de mi tío, y en el hotel había secretas por todos lados.
-¿Te gusto?.-Preguntó directamente.
-Como muchos, no te sientas demasiado especial.-Reí divertida. De repente su teléfono comenzó a sonar. Era Flor Moyano, de nuevo ella siempre en medio.
-Déjala. Ya no existe.-Aparté el móvil de sus manos.
-No sé...me cuesta.-Fingió estar dolido.
-No tienes por que victimizarte si lo que quieres es que te consuele con un beso.-Alcé una ceja.
-¿Qué te hace estar tan segura de que me gustas?.-Preguntó.
-Tus gestos, tu forma de mirarme...no sé, quien se viene aquí con una chica que apenas conoce.-Pregunté irónica.
-¿Que serías capaz de hacerme? ¿Debería tenerte miedo?.-Respondió. Eso si que no me lo esperaba.
-No...-Susurré.
-Sé quien eres.-Sonrió, su rostro se tornó oscuro.
-¿De qué hablas?.-Fruncí el ceño.
-Vives en un lugar horrible, y me buscas a mi, un chico con dinero para salvarte. Me quieres engatusar, hacerme creer que eres diferente pero no.-Contestó.
-Te pasas de imbécil.-Me levanté de la cama y me salí a la parte de exteriores.
¿Realmente pensaba eso? maldito estúpido, yo tenía cuatro veces más de dinero, pero yo no me dejaba ensuciar las manos como él. Si mi tío lo eligió a él es porque su familia amasó esa cantidad de dinero estafando a la pandilla, y la pandilla todo lo cobra antes o después.
A diferencia de él, yo no vivía en mi mundo de oro y aceptaba el dinero negro de mi familia. Yo prefería mantenerme al margen, a no ser que fuera por hacer un bien mayor. Y hablando de eso, si de cobrar la deuda no dependiera la vida de medio Salvador, juro que no me hubiera acercado en la vida a este idiota.
-No quería molestarte.-Dijo poniéndose a mi lado. Yo lo miré de costado.
-Si quiero puedo vender esto, o explotarlo turísticamente. No necesito que nadie me mantenga. ¿Crees que busco un príncipe azul? no, yo no soy la estúpida de tu ex, o la rubia teñida descerebrada de tu amiguita Vigna. Conmigo no chucho.-Lo miré.
-Tienes un mal carácter.-Sonrió de medio lado.
-No quieras conocer mi mal carácter.-Lo advertí. Desvíe mi mirada a lo lejos y pude observar como un supuesto empleado de limpieza me miraba con desaprobación. Genial, los perros falderos de mi tío me iban a obligar a ser toda una sumisa con este crío.
-Lo siento, he sido un idiota y pedante. Perdón.-Se disculpó. Resoplé, no podía esperar más, al fin y al cabo no se le pueden pedir peras al olmo, y él no iba a pasarlo muy bien próximamente, así que lo perdonaría.
-Está bien.-Suspiré.
-No volverá a pasar.-Sonrió.
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Manual de lo prohibido; Nachoela
FanficTodo el mundo ha oído hablar del síndrome de Estocolmo, donde la víctima se enamora de su secuestrador. ¿Pero qué hay del secuestrador, puede llegar a sentir algo? cuando esto ocurre se da el famoso Síndrome de Lima. Nacho nació en una cunita de...