En la cima del Monte Olimpo, los doce dioses discutían sobre la aparición de extraños zafiros en la Tierra:
-Según lo que me he enterado, los titanes han estado esparciendo estos zafiros con sus poderes dentro de ellos. Quieren comenzar una rebelión a través de ellos -afirmó Zeus.
-Pero, ¿cómo? -exclamó Afrodita- La mayoría de ellos han estado encerrados en el Tártaro por más de 3000 años. No son capaces de enviar cosas a la Tierra... ¿O si?
-No lo sé -dijo Apolo pensativo-. Atenea, ¿que opinas?
Atenea se levantó para hablar.
-Es posible que hayan empezado esto hace ya mucho tiempo, que los titanes hayan capturado su esencia dentro de zafiros y los hayan mandado a la superficie. No se me ocurre otra cosa.
Todos siguieron hablando, menos Zeus, que se mantuvo en silencio durante toda la conversación.
-No hay forma de detenerlo. Nos hemos dado cuenta muy tarde. Oh, ya es muy tarde, Zeus -dijo Démeter con nostalgia.- ¡Es nuestro fin! ¡Es el fin del Olimpo!
-No digas estupideces, Démeter -bufó Ares-. Algo se nos ocurrirá, ¿verdad, Zeus?
Todos giraron para mirarlo, pero este ni se inmuto. Tenía la mirada fija en la pared, además de una expresión dura que adornaba su bello rostro.
-¿Zeus? -preguntó Hera tímidamente- Cariño, ¿estás bien?
Zeus despertó de su ensoñación de golpe, dándose cuenta de que todos estaban observándolo con atención. Hubo silencio en la habitación.
-¿Qué tanto me miran? -gritó Zeus.
Atenea, sobresaltada le preguntó:
-¿Qué debemos hacer sobre los zafiros? Los mortales son muy tontos, van a pensar que es un regalo, y con lo codiciosos que son, van a aprovecharlos al extremo, liberarán a los titanes y vendrán a atacarnos. No hay otra-
-Haremos lo mismo -la interrumpió Zeus.
-¿Qué? -exclamó Poseidón- Has perdido la cabeza, hermano.
-De hecho -añadió Artemisa-, no es tan mala idea.
-Concuerdo. Si quieren pelear, no nos quedaremos atrás -dijo Ares sacando su afilada lanza.
-No acudan a la violencia tan rápido -dijo Hefesto-. Podemos hacerlo tal cual lo hicieron ellos. Entregando nuestros poderes a mortales.
-No te apures, Hefesto. No se los entregaremos del todo. ¡Regalarle la inmortalidad a humanos inútiles sería prácticamente un delito! -exclamó Zeus.
-Tiene razón -coincidió Atenea-, podríamos elegir cuidadosamente a doce mortales dignos de una pequeña parte nuestros poderes, pero para ello necesitamos muchas reglas.
Deméter saco pequeñas rocas de una bolsa y las convirtió en cuarzo blanco.
-Les entregaremos una piedra de cuarzo con una letra de nuestro alfabeto y el nombre de alguno de nosotros tallado en oro amarrado a un colgante de plata. Mientras los tengan en el cuello, en la muñeca o en cualquier parte del cuerpo, van a adquirir la esencia de nuestros poderes, dejando de lado todo lo que tenga que ver con la inmortalidad. Serán nuestro legado. Podremos ayudar a nuestro mortal y comunicarnos con ellos mientras tengan puesto el amuleto. Perderán cualquier tipo de contacto con nosotros si llegan a sacárselo.
Zeus se rió estruendosamente.
-Me parece una buena idea-dijo animado-. Cada uno ha de encontrar un mortal que sea de su agrado y que merezca el regalo que hemos decidido darles. A cambio de esto, deberán jurarnos lealtad y servirnos cada vez que necesitemos su apoyo.
Todos los dioses asintieron en aprobación, y después de una larga búsqueda en países de habla inglesa, encontraron a los que serían parte de el legado de los dioses.
Deméter entregó los amuletos a Hermes, quién se encargó de hacer que cada uno de los futuros progenitores de los dioses recibiera su respectivo amuleto lo antes posible. En una semana y media, los doce elegidos ya estaban al tanto de todo y estaban en camino a la ciudad de Atenas para comenzar el entrenamiento como el equipo Olympus.
Todo esta en manos de esta docena de terrestres. ¿Podrán vencer a los titanes?
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Olympus: El Legado de los Dioses
General Fiction12 adolescentes mortales fueron elegidos por los Dioses del Olimpo para cumplir una difícil tarea en la Tierra en su nombre; asegurarse de que los titanes no salgan del Tártaro. Pero, los Titanes habían hecho lo mismo que los dioses y sus elegidos p...