5. El Inicio

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 Thomas despertó.

 Se refregó los ojos y miró a su alrededor. Estaba en un espacioso avión junto a once otras personas. 

 La estructura de la estancia era muy rara. En vez de haber corridas de asientos como en un avión normal, estaban todos ordenados en forma de círculo. Frente a cada uno de los asientos había una mesa con una pantalla.

 Entonces, Thomas se dio cuenta de que llevaba audífonos puestos, igual que todos los otros jóvenes que se encontraban junto a él, que por cierto, parecían sacados de una revista Vogue. Tenían pómulos perfectos, clavículas marcadas y labios bien formados.

 Parecían dioses.

 Con intenciones de pararse, se sacó el cinturón e iba a hacer lo mismo con los audífonos.

 -Por favor, manténgase sentado y con el cinturón abrochado -dijo una voz femenina.

 Thomas se asustó y obedeció. Lo siguiente que escuchó fue:

 -Thomas Dunne, legado de Hermes. Por favor, presiona tu dedo índice derecho donde te es indicado.

 Bajó la vista y se encontró con una pequeña cavidad en forma de huella digital que tenía una luz roja parpadeante. Presionó su dedo, como la dama a través de los audífonos lo había indicado. Entonces un holograma apareció frente a él.

 Nunca había visto a un ser tan hermoso. Tenía rasgos inhumanamente bellos y un rostro sin expresión. Parecía ser sabio y vanidoso, además de orgulloso y de buena voluntad. No podía ver colores ya que el holograma era de color azul, pero apostaba a que su tez estaba bronceada, que sus ojos eran de un color pardo, cubierto por espesas pestañas negras y que su cabello era de el color de la miel de abeja mas pura en el universo. 

 Thomas lo admiró durante un rato, hasta que el holograma habló:

 -Hola, Thomas.

 -Ehhh... -dijo dudoso. ¿Podría oírlo?

 -Si que puedo oírte. Y ya se que vas a pensar ahora, así que no te tomes las molestias, que yo te explicare todo. Mi nombre es Hermes y soy el mensajero de los dioses. Bienvenido al equipo Olympus. Los que están a tu al rededor serán tus compañeros durante un tiempo. Y si, puedo leer tus pensamientos, gracias al amuleto que llevas puesto.

 -¿Equipo Olympus? -dijo Thomas extrañado- ¿Y que se supone que hacemos?

 Hermes sonrió.

 -Ustedes serán nuestro legado. El legado que los dioses le dejaremos a la tierra. Supongo que querrás saber por qué necesitamos un legado, por qué los elegimos a ustedes y cual es su propósito.

 Hubo un silencio incómodo en el que Hermes penetró con su mirada al mortal.

 -Responde, Thomas.

 -Oh, por favor. Dime Tom.

 -Eso sería una falta de decoro de mi parte -respondió él sonriendo con superioridad.

 -Vale, como quieras...

 -Estamos en guerra. Los titanes están encontrando la forma de salir del Tártaro vía zafiros. Hicieron lo mismo que nosotros y enviaron amuletos a mortales para que ellos adopten sus poderes, y puedan vengarlos.

 -El Tártaro es la prisión de los titanes, ¿no? Algo así como el infierno.

 -El Tártaro se encuentra bajo el infierno. Y si, es la prisión de los titanes. Después de que los dioses ganáramos la Titanomaquia, que fue la guerra que se desató entre ambos bandos, enviamos a los titanes ahí para que nunca mas pudieran ver la luz del sol.

Olympus: El Legado de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora