4. La Encomienda (Parte 3)

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  Ontario, Canadá

 Courtney Baker se encontraba meditando en el dojo de Ontario, al borde del río San Lorenzo. Siempre después de entrenar con armas le gustaba ir a sentarse y dejar de pensar en todo por un rato. Su cabello color chocolate se movía suavemente con la brisa, y su respiración iba al compás de los movimientos de las hojas en los árboles. Pero toda la paz que sentía en ese momento se esfumó en un segundo:

 -¡Courtney! -alguien le gritó desde atrás.

 Courtney se sobresaltó y miró para atrás, encontrándose con Autumn Fell, su compañera de dojo y mejor amiga. Autumn tenía unos bellos ojos color plata, pero era morena de piel y cabello, el cual llevaba recogido en una trenza desordenada. Autumn empezó a reír mientras Courtney se levantaba del piso y se sacudía la tierra de la ropa.

 -Deberías tomarte la meditación con mas seriedad, Autumn.

 -Y tu, debes acordarte de que tu vida no es el dojo, Kay. No tienes que pasarte todo el día entrenando y meditando. Relájate un poco.

 -En eso te equivocas -dijo Courtney empezando a caminar hacia el dojo-. En este momento, no hay nada mas importante para mi que el entrenamiento y la dedicación.

 -¿Ah, si? ¿Y que pasó con Kay y Autumn, eh? -dijo Autumn tirando de ella para que volviera al río- Pensé que éramos lo mas importante. Que lo seríamos siempre.

 -No exageres, sabes que lo somos- le sonrió-, pero últimamente he estado enfocándome mas en la practica y en mejorar mas que en cualquier otra cosa.

 -Kay, explícame una cosa. ¿Por qué querrías mejorar en algo si después no vas a tener a nadie que te escuche presumir sobre ello? Y no me digas que no lo haces, por que ambas sabemos que naciste para auto-halagarte todo el día.

 -Buen punto, pero tengo una mejor respuesta. Con la única persona que tengo que presumir es conmigo misma -le respondió Courtney acercándose al río para lavarse las manos.

 Entonces, Autumn la empujó dentro de él.

 -¿Estás abandonándome, estulta?

 Courtney salió del agua con algo enganchado en su cabello y se podía ver en su rostro que se estaba tragando el orgullo y la rabia.

 -¡Eres un asco!

 -Ahora sal de ahí, pedazo de lata masticada -le gruñó Autumn.

 Lo que Courtney no pudo contener, fue la risa.

 -¿Estulta, pedazo de lata masticada? No se que bicho te picó, pero me gusta -dijo estrujándose el ahora mojado cabello.

 Rompió de nuevo en risas y Autumn volvió a empujarla al río.

 -¡Te pasa por grosera!

 En eso, Courtney se dio cuenta de que aún tenía algo en el pelo, entonces delicadamente se lo saco y lo observó.

 -¿Cuarzo? Pero es prácticamente imposible encontrar cuarzo por aquí...

 Volteó la piedra y se dio cuenta de que estaba sujeta a un pedazo de hilo de plata y que tenía inscripciones de oro. El nombre de la diosa de la guerra y la sabiduría, Atenea, acompañada de la letra griega conocida como psi. Suspiró, y colocó el amuleto rodeando su cintura.

 -¡Eh, Autumn! Mira lo que...

 Pero para cuando levantó la mirada, Autumn ya no estaba a la vista.

 Extrañada, caminó un poco para buscarla pero no la vio por ningún lado. Al momento de rendirse, se dio cuenta de que el collar de cuarzo que portaba alrededor de su estómago estaba brillando y la luz que irradiaba se expandía de a poco, hasta que terminó haciendo que su figura desapareciera.

Olympus: El Legado de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora