Capítulo 23 ¡... tú y yo somos iguales!

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Capítulo 23 ¡... tú y yo somos iguales!

[el capítulo contiene actos sexuales no adecuados para personas sensibles y en ningún momento expresa la realidad sexual entre parejas]

---Al final, después de atravesar el pasillo tenebroso Blue se encuentra con un ser raro a quien parece que conoce(capítulo 22) ---

Poco más alto que yo, caucásico, el cabello de color negro oscuro, las cejas finas y pronunciadas, los labios carnosos, la barba de tres días y unos ojos grises. La cara de Pálido era inconfundible, imposible de pasar desapercibida y totalmente hipnotizante, llena de misterios y deseos oscuros .

Esos labios suyos, incluso cuando sonreía causaban pavor y su mirada fría atravesaba la mente de cualquiera que le miraba en los ojos, causando miedo e inseguridad. Imposible de mentir o engañar, inmune a la manipulación o a los sentimientos, descarado y sinvergüenza, psicópata del control y sumisión. Un genio del autocontrol que decidió utilizar sus dones solamente a su favor.  

Admirado por la sociedad nocturna, despreciada por los conocidos y una leyenda de Ibiza. Dueño de varios locales famosos de diversión nocturna y cabeza de contrabanda de estupefacientes. Aficionado a juegos de azar, peleas, carreras ilegales y sexo. Todo eso le definía y no había otro igual en toda la isla.

-Qué cuello tan hermoso tienes Blue - me dijo mientras dejaba caer su máscara por el suelo, enseñando su sonrisa diabólica. Parecía bastante agradecido por mi visita, pero podía ser que lo fingía, nada era seguro al lado de esa persona.

Quise hablar, pero mi mandíbula parecía más pesada que nunca, era la primera vez en mucho tiempo que no tenía facilidad para conversar.  Aun así me esforcé:

-No me llames así - conseguí decirle y su mirada dejó de orientarse hacia mi cuello, atravesando mis ojos, intentando leer mi mente.

“Quieto” me dijo y mi cuerpo obedeció como si fuera suyo. Levantó su mano izquierda, la sentó sobre mi pecho y la dejó caer poco a poco, rozando mi piel, pasando por los abdominales  hasta llegar al cinturón.

Su sonrisa me hacía sentir indefenso e inferior, me quitaba cualquier sensación de control o dominación, haciendo que mi mente acepte solamente la sumisión. Tanto tiempo había pasado desde que lo vi la última vez y nada parecía haber cambiado, lo mucho que había aprendido y experimentado, separando los sentimientos del placer, deseando ser alguien superior e incontrolable … todo eso era inútil ante él.

-¿Narcis... así quieres que te llame? vaya - se burló por un segundo … - he escuchado tu nombre por allí, es cierto, te has hecho bastante famoso, pero recuerda - dijo cambiando de tono, enseñando su parte maligna  - ¡Tú eres mi aprendiz!

Se dirigió hacia mi cuello y lo mordió fuertemente, clavando sus dos colmillos en mi carne. “Aaaggghh” Desde mi boca surgió un pequeño gemido mientras mi cuerpo seguía igual de inmóvil. Que rábia sentía por dentro. Aquel monstruo lo consiguió de nuevo. Me había marcado de nuevo, enseñandome su poder sobre el mío, invadiendo mi lugar más íntimo.

Era a causa de ese engendro que mi cuello se volvió algo muy íntimo, algo intocable y prohibido. El cuello era la parte preferida de ese demonio, porque según él era la conección entre el placer mental y carnal, y por eso anhelaba a marcar cada víctima suya imprentando sus dos colmillos en su carne.

Dio un paso para atrás y con los labios llenos de sangre sonriendo de manera escalofriante se abrió los brazos, aparentando más demonio que humano echándose a reír.

Su risa malvada resonó por toda el pasillo  formando ecos espeluznantes que atravesaban la misteriosa oscuridad, llegando a asustar incluso al más valiente, metiendo el miedo hasta en la médula ósea,  atrayendo viejos recuerdos.

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