Rompiendo filas [Epílogo - Y un momento utópico]

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Nunca supe cómo llegó la carta a sus manos.

Nunca supe a qué escuela entró después de la secundaria.

Nunca pude decirle que el título de "Utopía escolar" me gustaba, aunque no le entendiera del todo.

Nunca supe si su rumor era cierto como el mío.

Nunca me devolvió mi historia.

Nunca contestó mis mensajes de nuevo.

Nunca supe su segundo nombre.

Nunca la volví a ver.

Al final, contar esta historia me tomó más que un pequeño descanso de mis estudios. No puedo hacer nada ante la frustración de los recuerdos que han desaparecido y que de verdad amaría detallar; pero tampoco estaba dispuesta a inventarme absolutamente nada como para "adornar" la historia.

Yo odié con todo mi corazón mi secundaria. El segundo año fue el peor, pues no sólo debía lidiar con mi paranoia, también debía soportar algunos maltratos físicos, que terminaron el día que me echaron polvos "pica-pica"; ese día llegamos al acuerdo de que no los acusaría en la dirección, pues al parecer por sus antecedentes podían ser expulsados, y a cambio ellos me dejarían en paz, físicamente hablando.

El tercer año no fue tan malo; yo era realmente buena en matemáticas y, por lo menos los de mi salón dejaron de molestarme con la esperanza de que les explicara los temas. Yo aproveché eso y básicamente amenacé implícitamente a todos –excepto a mis amigas, claro-, la más mínima burla y no volvería a ayudarles nunca. Sin embargo, hubo una persona en mi salón a la que jamás ayudé, sin importar cuánto me lo pidiera: Ingrid.

Nunca hablé de esto con nadie. A mi alrededor, mi familia y amigos simplemente me vieron desmoronarme; mis padres solían decir a modo de reclamo que antes era muy risueña, y de pronto había cambiado, volviéndome una chica antisocial e insegura, y yo nunca fui capaz de explicar el motivo.

Tardé 3 años en aceptarme a mí misma y por fin salir del closet. Mucha gente, desde entonces, me ha dicho que soy muy valiente por haberme declarado desde tan joven; lamentablemente no saben los actos de cobardía que hubo detrás.

Mi vida académica se fue al caño durante un par de años cuando descubrí que Ingrid había quedado en la misma preparatoria que yo. Mi "nuevo comienzo", mi "nueva oportunidad"; todo se vino abajo el día que pasé por ese salón y la vi ahí sentada; y ella me miró, y sonrió de esa forma que me provocaba náuseas.

Pudo conmigo, me acabó. Durante la secundaria nunca aprendí a manejarlo, no enfrenté nunca a nadie, lo único que hice fue soportarlo; pero no podía más, de forma que perdí dos años de escuela al caer en una depresión aún peor.

No hablaré de esos años, porque de eso no se trata esta historia; ahora estoy por entrar a la universidad, evidentemente atrasada en cuanto a edad. Aún me cuesta pasar de esa etapa de "análisis" para hacer las cosas, porque me aterran las consecuencias; aún no puedo sentirme del todo cómoda cuando abrazo a alguien, pero al menos ya lo hago y, de vez en cuando, me sienta bien.

Alice fue la primera chica que me gustó; gracias a ella descubrí mi orientación sexual. Hoy en día, no me imagino a una mejor persona para ello, a pesar de las circunstancias que nos rodearon y me quebraron, provocando que yo la quebrara a ella.

Realmente espero que yo no fuera tan importante para ella como ella lo fue para mí, y que si me recuerda de alguna forma, me recuerde como yo a ella: en esa ceremonia, ella en el escenario y yo perdida entre las filas de alumnos. Lo sé, hay muchos otros recuerdos mucho más lindos que ese, pero ese fue el único momento en que, siendo consciente de lo que pasaba alrededor, realmente no me importó y sólo me dediqué a mirarla, como si no existiera nada más en el mundo; como si mirarla estuviera bien. Ese momento en que, sin decir nada, lo recordamos todo, lo bueno y lo malo, y luego todo simplemente desapareció. Junto con ella.

A veces cierro los ojos y puedo sentirme ahí de nuevo, en el patio que recorrí miles de veces, bajo el sol de mediodía, acalorada por la masa de estudiantes; con el himno sonando en el fondo y todos mirando con poco disimulo cómo ella y yo nos miramos.

Y si me esfuerzo un poco –sólo lo suficiente-, puedo verla curvar los labios en una sonrisa, desentonando por completo con la seriedad de las escoltas, pero ella simplemente era así, siempre desentonando con el resto. No puedo evitar soltar una risa silenciosa, negando con la cabeza, porque sé que va a hacer una locura. La veo morderse el labio con la travesura pintada en el rostro; baja la mirada y arruga la nariz en una expresión de "a la mierda todo", y entonces rompe filas al salirse de su sitio; da largas zancadas para atravesar el escenario ante las miradas atónitas y reprobatorias del director y los profesores. Apresura el paso sin llegar a correr, al tiempo que los cantos empiezan a apagarse porque nadie sabe qué está pasando; baja las escaleras dando saltitos, provocando que su cabello, apenas sujetado por una diadema blanca con motas turquesas, baile sobre sus hombros con torpeza. Yo me abro paso entre mis compañeros, empujando en el camino a Sofía sin querer, que a su vez me empuja hacia adelante con ánimos; paso frente a las filas de estudiantes, frente a los padres que permanecen alrededor del patio, y camino hacia Alice que está rodeando el escenario para encontrarse conmigo.

Nuestros cuerpos chocan torpemente por el entusiasmo contenido; le doy ese abrazo que no pude darle. Estoy arrugando su perfecto saco azul con botones dorados, pero no me importa, porque necesito estrujarla con toda la fuerza posible; y no hay miradas sobre nosotras, en realidad no hay nadie juzgando, sólo desconocidos que nunca más veremos en nuestra vida y aplauden como locos ante tan conmovedora escena, como si se tratara del final de una película juvenil. Me rodea la cintura y me levanta del suelo levemente, y yo sólo puedo reír mientras entierro la cara en su hombro, con todo el miedo vibrando en mi cuerpo por lo que me espera.

- Vas a estar bien, pequeña. – murmura cerca de mi oído y yo sonrío apretándola más contra mí.

Acaricia mi cabello y me permite llorar, ahí, escondida en ella... antes de que desaparezca; porque... al final va a desaparecer, porque tiene que hacerlo. Pero imaginar eso, hace que sea más fácil aceptarlo.

FIN


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N/A: 3 de 3 C:

¡Listo! Realmente era importante para mí compartir esta historia C: En un principio imaginé que me tomaría mucho más tiempo irla subiendo, pero creo que así fue mejor. Bonito fin de semana C:

Pd. Dentro de nada empezaré a subir "Sin sol" C:

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