Pétalos de Sangre

Capítulo 3 Flores doradas

-Chara-me habló Asriel-para por favor-pidió con falta de aliento-no puedo seguir.
-Pero As-me volteé para mirarle-aún no he visto ni la mitad de Hogar-dije con voz dulce y convincente-.
-Lo sé-farfulló posando una mano en su cansada espalda-pero llevamos caminando como unas dos horas-afirmó-y no has querido parar ni por un segundo-se hizo a un lado para sentarse sobre una enorme roca a la orilla del camino-al menos dame un respiro.
-Está bien-me senté a su lado-haré lo que me digas-respondí resignada-.
-Gracias-contestó tomando aire-que, ¿de momento te está gustando?
-La verdad-miré mi alrededor con harmonía-es bonito-dejé ir en un suspiro-.
-Hehehe, me alegra que te guste-me sonrió haciendo que me estremeciera, apartando de inmediato la mirada-pero aún queda lo mejor-lo miré de reojo extrañada-ven-se levantó de un revuelo-sígueme-dijo extendiéndome su mano-. 

Se la tomé insegura. El pequeño monstruo me levantó y sin dejar mi mano libre, me llevó durante todo el camino agarrada, haciendo que las mirara más de una vez sorprendida por lo bien entrelazadas que estaban.   

Antes de que me diera cuenta, ya habíamos llegado a nuestro destino:
-¡Ya hemos llegado!-exclamó despertándome de mis pensamientos-bienvenida-alcé la vista-al valle de las flores-me topé con la cosa más bella que jamás había visto-.

-Vaya-dije impresionada-es hermoso-solté la mano de Asriel para aproximarme a aquel enorme manto amarillo-.
-Sabía que te gustaría-afirmó con alegría-.
-Y además son mis favoritas-dije mientras lo miraba-botones de oro-volví la vista a las flores-ven-dije buscando el brazo del monstruo para llevarlo dentro del enorme campo-.

Una vez rodeados de botones de oro, me senté y Asriel me imitó. Empecé a recolectar aquellas pequeñas flores uniéndolas entre sí para crear una corona que después se la despojé a As:
-¿Para mí?-preguntó con cierto sonrojo-.
-Por supuesto-asentí-ahora eres el príncipe de las flores doradas y el futuro rey de Undergraund-le coloqué la corona de flores en la cabeza-su majestad-pronuncié mediante una reverencia de mofa-.
-My Lady-se rió también-es usted la mujer más bella de este insólito reino-agarró mi mano con suavidad para después besarla-.
-traté de seguirle el juego-oh, qué cosas decís mi rey-me senté de nuevo-.
-Para mí sería un honor que me acompañarais en esta travesía, my Lady, ya que la soledad me ampara.
-Qué cosas decís mi rey-repetí-le puedo asegurar que usted nunca estará solo, porque yo-me acerqué a una de sus esponjosas orejas-no le dejaré ir de mi lado, hehe-dije en un escalofriante susurro-.

Después de pronunciar aquellas palabras, pude sentir como el corazón de Asriel se desbocaba de lujuria.
El ambiente se tornó tenso e incluso un tanto incómodo, mas yo seguía con una sonrisa encantadora dibujada en los labios.
Para 'calmar' el deseo de mi peludo monstruo, me acerqué más a él:
-Acorrúcate en mi regazo-dije-te sentirás mejor, mi rey-contesté picarona-.
-Mmhmh-asintió sin rechistar-.
Asriel se recostó encima de mis femeninas piernas y por su expresión pude intuir que estaba librando una batalla interna que no llegaría a su fin. 

Al poco rato de que la tensión desapareciera, empecé a acariciarle su blanquecino cabello provocando que me mirara directamente a los ojos, lo que me incomodó un poco el no saber en qué estaba pensando.

Me sentía bien, no quería que pasara el tiempo, quería que se detuviese, quería estar siempre de aquella forma, pero no me lo podía permitir:
-Chara-dijo As-creo que-su voz era firme y decidida, pero sus pensamientos-me gustas-no tanto-.
-sus palabras no me afectaron lo más mínimo-¿cómo puedes saberlo si apenas me conoces?-pero en el fondo me condicionaron más de la cuenta-.
-No lo sé-contestó sueltamente-pero hay algo en ti que me atrae.
-Eso ya lo he escuchado antes-me burlé de él-y para enamorarte de alguien debes conocerlo-dije-el amor a primera vista no existe-le confesé-pero ojalá fuera así.
-Sabes mucho de los sentimientos-dijo sonriente-.
-No creas-interrumpí-soy incapaz de sentir algo por alguien.
-¿Qué?-exclamó en signo de pregunta mientras se reponía a mi lado-eso no puede ser, al menos debes sentir cariño. No sé, algo.
-su inmadurez me hizo sonreír-no. Yo no siento nada.
-Pues-se le inflaron los mofletes del enfado-¡pues yo te ayudaré!-exclamó-.
-¿Eh?-me aparté un poco por el susto-.
-Te enseñaré a amar, a ser feliz, a llorar, a sufrir, da igual lo que sea. Pero conseguiré que sientas lo que siento yo por ti-dijo decidido-.

Asriel se levantó después de terminar de hablar para volverme a estrechar la mano.
Nos pusimos de camino a casa, pero antes de marcharnos del campo de flores cogimos unas cuantas para llevárnoslas de recuerdo.
De una mano cogida de Asriel y la otra sujetando el montón de flores doradas. No comprendía porque, pero siempre que mi amigo se confesaba, un cosquilleo agradable me recorría el cuerpo cómo si realmente me importara, haciéndome pensar que quizás, y solo quizás, sí sentía algo más que odio.

Al llegar a casa, después de un largo camino de vuelta, papá y mamá nos sorprendieron con una inesperada foto 'familiar':
-Vamos niños, sonreíd-nos dijo mamá-.
-Va Chara, tú puedes-afirmó Asriel sonriente-.
Yo lo miré sin decir nada y a la hora de hacer la foto, simplemente agaché la cabeza, hundiendo mi rostro en el ramo de flores, percibiendo su fuerte olor.  

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