"A salvo"

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Ambos llegaron a casa luego del largo viaje de Londres a Los Ángeles y más tarde al departamento de Ben, las risas entre ellos no habían parado a pesar de haberse despedido de su madre dos horas antes, al parecer tanto Ben como Riley se sentían en paz con haber empujado a Lisa directo a un abismo llamado felicidad.

—Eso fue un fallo técnico de la bicicleta —argumentó Ben en su defensa una vez dentro del lugar en donde comenzó a vivir con 18 años.

—Este lugar es muy limpio como para ser tuyo.

Él la miró y al instante ambos volvieron a romper en carcajadas, Ben tomó asiento en el sofá más cercano y Riley lo siguió.

— ¿No te sientes cansada? —preguntó el chico mirando la nada.

—Tengo sueño, pero siento paz, una tranquilidad inmensa dentro de mi pecho.

—Sí, yo siento exactamente lo mismo.

—Nuestra madre se fue.

—Me alegra mucho que lo haya hecho.

—A mi tambien.

Se quedaron en silencio con una sonrisa en el rostro.

—Tengo una pijama para ti, pero debes dormir conmigo en la cama porque solamente tengo una.

—De acuerdo.

Ambos se colocaron el pijama, y se acomodaron uno a lado del otro en la cama, abrazados como en los viejos tiempos cuando Ben tenía miedo a la oscuridad, miraron el televisor pasando canales hasta encontrar algo interesante, Ben paro en el canal de noticias en donde anunciaban la caída de un avión con rumbo al caribe mexicano, los rescatistas habían buscado por horas sin encontrar a ningún sobreviviente, los ojos de Riley se llenaron de lágrimas imaginando lo peor, Ben se levantó de la cama para responder el teléfono, escuchó la petición de quien se encontraba al otro la de la línea y cumplió su orden.

—Hola, ¿cómo están?

—Mamá, un avión acaba de caerse y dicen que nadie sobrevivió.

—Tranquila, cariño —la voz de Lisa no había logrado tranquilizar del todo a su pequeña de ojos azules—. Estamos bien, ese avión es un señuelo para ocultar nuestro, hemos llegado a un lugar realmente maravilloso, me gustaría tenerlos aquí para mostrarles el paraíso.

— ¿En serio estás bien? —la voz de Ben tembló.

—Lo estoy, lo prometo. Llamaré tan seguido como pueda, los veré algún día.

—Te amamos —dijeron ambos al unísono.

—Los amo más, gracias por todo. 

La llamada terminó, ahí estaba el final de lo que habían conocido como una vida normal, pero ellos nunca habían sido normales, no habían crecido como otras personas, sin embargo el final de la vida de su madre tenía escrito un continuará en el cielo azul.

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