Capítulo 2

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Varios Cazadores estaban  reunidos en un círculo, cada uno con un arma distinta en la mano. Los trajes negros se contrarrestaban con el rojo oscuro del chico del medio. Sus ojos sin pupilas y de un dorado intenso miraban a todas partes, asustado, esperando a que alguien lo ayudase, y su cabello negro como el carbón caía por su pálida cara. De la espalda brotaban unas alas parecidas a las de los ángeles, pero estas eran de un gris intenso y las plumas simulaban cientos de cuchillos afilados. Alrededor del pie había una cadena de oro que le estaba quemando la piel, atravesándole el traje y en el extremo un Cazador la sujetaba firmemente.

Agarraba mi katana con las dos manos, firmes a ella y con un pie delante del otro daba la impresión de que también estaba dispuesta a atacarle. Sin embargo no me podía mover del sitio, como si alguien me pegase al suelo con pegamento extra fuerte.

El chico me miró con ojos de súplica desde el suelo. La idea de que no tuviese pupilas me daba grima, pero aún así fui incapaz de apartar la mirada.

Todos corrieron hacia él, empujándose unos a otros e incluso atacándose con sus propias armas.
El caos invadió lo que parecía una sala de museo, con esculturas que hasta ahora no había reparado en ellas. Eran dioses representados en mármol, aparentemente de la antigua Grecia. A algunos les faltaban la nariz y a otros un brazo entero, aún así no perdían su esplendor.

El primer muerto yacía en el suelo con un agujero en el pecho de donde brotaba un charco de sangre que crecía por momentos.
Otro Cazador había conseguido ponerse encima del chico con la espada lista para decapitarlo, pero detrás de él un cuchillo lo degollaba sin piedad. Cerré los ojos ante la escena tan macabra que estaba ocurriendo en ese lugar.

-¿Acaso tienes miedo?

Abrí los ojos de golpe, todo seguía igual.

-¿No sabes luchar?

Miré a los lados, pero nadie se encontraba lo suficientemente cerca para hablarme.

-¿De qué lado estás?

El corazón me latía muy fuerte y el cuerpo me temblaba.

- Es una respuesta muy sencilla, sólo tienes que decirlo.

Bajé la katana, justo cuando el chico alzó el vuelo y con un aleteo hizo desaparecer a todos los Cazadores que se estaban matando entre sí. Ni siquiera había rastro de sangre en el suelo.
Acto seguido liberó el tobillo de la cadena y la apartó con la bota.

- Dime, ¿qué es lo que ves?

Empezó a caminar hacia mí con el cuchillo que, hasta hace un momento estaba en manos de un cazador.
Por instinto levanté la katana, aunque seguía sin poder mover los pies no iba a quedarme en desventaja.

- Ahora mismo veo que estás armado y vienes hacia aquí.

Puso una sonrisa de medio lado y tiró su cuchillo.
No me fiaba mucho, si podía hacer desaparecer a tanta gente significaba que no necesita un arma para tener ventaja.

- ¿ No te fías?

Las alas se desplegaron con intención de coger vuelo. Con el susto caí hacia atrás, dándome un golpe doloroso en el coxis.

- Claro que no me voy a fiar de un desconocido - dije mientras me tocaba la zona del golpe.

Las estatuas que antes creía inertes se empezaron a mover, poniéndose detrás del chico.

- Mi nombre es Azrael y no soy un desconocido después de todo.

El miedo recorrió todo mi sistema nervioso, haciendo que el cerebro pensara en una respuesta: huir.
Por el contrario mis pies pegados al suelo impedían ejecutar esa acción.

EAGLE HUNTRESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora