[Eludir]➰

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Quizá para ella lo mejor era ignorar al ahora peli negro, o simplemente tratar de alejarlo de sus pensamientos. Pero aquella escena se repetía una y otra vez en su cabeza.
Los fuertes brazos de jimin apretando en dirección a su mismo torso el otro cuerpo de aquel hombre desconocido.

Su mirada filosa de aquel color casi celestial y él intenso brillo de su piel cuando la luz de la luna se filtraba por entre las hojas y recaía en su bien formado cuerpo.
Aquella vestimenta que portaba le daba un aspecto aterrador.
Y sus fuertes brazos sosteniéndola causaba que su corazón latiera aún más rápido.

Luego cuando todo se vuelve negro y no recuerda absolutamente nada de lo siguiente.
Su cabeza ya estaba apunto de explotar de tanto tratar a que aquello por fin llegara a su mente.
No podía estar tranquila con aquel engaño que su madre estaba viviendo.
Ellos habían estado en la playa esa noche, incluso habían pasado casi toda la tarde allí, tampoco era lógico que hubiera ido a una fiesta.

Es decir, Abigail ni siquiera tenía amigos.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el coche de su padre frenó meciéndola en su lugar.
El cielo estaba gris, otra vez. El viento soplaba salvajemente haciéndolo que los arboles se sacudan con tanta calma que el sonido que hacía el viento al chocar con las hojas arrullaba al que estuviera ahí de espectador.

Abigail quitó el seguro de la puerta y el de su cinturón de seguridad al mismo tiempo.
El suéter que cubría su cuerpo, tenía las mangas más largas que sus propios brazos.
El color claro de la tela le hacía sentir más fresca y el clima fresco parecía cada vez más frío.

Los demás alumnos también caminan a su alrededor rodeando el auto e incluso otros que aún vienen desde lejos.
--Ve con mucho cuidado Abi.

La sonrisa que su padre le brinda es como una especie de té caliente.
El cálido sentimiento que producía dentro de ella aquella calma, era así como su padre le hacía sentirse.

La gran palma de su padre se posó en su hombro, dando suaves masajes y un tierno apretón en su piel.

--Espera a que mamá venga por ti, no es seguro que andes sola ¿entendiste?

Abigail descendió del auto h colocó la mochila en su espalda.
El suelo estaba mojado y sus tenis blancos comenzaban a mancharse de negro en las suelas.
El patio de enfrente tenían unas cuantas hojas de arboles caídos.

Y la fila de coches a la espera de un lugar en el estacionamiento provocaba un molesto sonido.

Cuando entró hasta su salón, después de dejar sus cosas en su respectivo casillero, los alumnos ya permanecían en sus lugares, y unos cuantos platicando a la espera del profesor.
Ella como siempre, tomó el lugar que daba hacia el patio. Ese donde lo único que captaba su atención era la gran plaza vacía y el árbol junto al pequeño riachuelo que pasaba a un lado.

Abigail escondió sus brazos enrollándolo en la fina tela de su chamarra.
El calor corporal que desprendía su anatomía le brindaba calidez.
Y contrarrestaba en gélido metal de la banca en la que se encontraba sentada.

Sintió a su lado el pequeño empujón que sus compañeros le daban al asiento vacío cuando pasaban corriendo en busca de sus lugares.
Seguido del molesto sonido de la campana que anunciaba que las clases ya comenzaban.
Todos se acomodaron en sus asientos incluyendo a Abigail.

Las zapatillas bien conocidas de la profesora de historia comenzó a resonar en el pasillo.
El "clack, clack" que hacían los tacones al chicar con el piso creaba un eco silencioso.

Hasta que las puertas se abrieron y el cristal mostró el vestido de otoño que traía puesto.
La blusa café dándole al naranja combinada con una vieja falda café circular, y el tacón cubierto de un tela gruesa en forma de bota.
Un chaleco del mismo color que la falda que lograba cubrir hasta más abajo que la falda, y su cabello rojo natural recogido en un moño de plástico, desordenado y dejando caer pequeños mechones en su cara.

Entró cantoneando las caderas y acomodó su bolso enorme en la esquina del escritorio.
Se acomodó en su silla y dejó caer los libros a la mesa.
Sus anteojos brillaban con la luz del celular que se filtraba por ellos.
Hasta que un fuerte carraspeo quitó el silencio sepulcral que había hecho su entrada.

--Tomen asiento, la clase está por comenzar.

La comunidad tomó su lugar y cerraron la boca cuando la profesora Lucinda comenzó a explicar los párrafos que venían en la página 70 del libro de historia.
Sin embargo cuando la lectura había terminado la página y los demás estaban sumergidos en la misma.
La puerta rechinó al abrirse y dejando una cabellera negra asomarse se cerró de golpe cuando el cuerpo entró por completo y sin decir nada más dejó caer su anatomía en el primer lugar que encontró.

Su corazón casi sale de su boca cuando vio de quién se trataba.
Sus ojos color ámbar miraban con atención la pizarra, y su fragancia recorrió el salón a una velocidad increíble.
Olía a menta y era tan fresco que sus fosas nasales desearon que siguiera bañando con su esencia.
Con un carraspeo la profesora llamó la atención de todos, y se refería con ello a que Abigail dejara de ver al muchacho y pusiera atención.

La profesora lucinda colgó una mano en su cintura y soltó un molesto carraspeo llamando la atención dentodos.
Y él llevando las manos a su cabeza despeinó su cabello y por una milésima de segundos sus ojos hicieron una extraña linea al cerrarlos.
Abigail sintió su pulso decaerse y llevó una mano hasta su pecho para asegurarse de que su corazón aún siguiera en marcha.

¿cómo es que aquél extraño ahora estaba en su preparatoria?
Era muy extraño, todo en él lo era, el extraño color de sus ojos, su piel blanca como la nieva y aquellos labios demasiados rosas no eran algo natural, mucho menos en un chico.
Y es que su piel se veía tan tersa, como si tocarla fuera como tocar las nubes.
Soltó un suave suspiro cuando sus miradas se conectaron. Una especie de cosquilleo subió hasta su cuello y pudo sentir claramente como sus vellos se ponían de punta.
Su mirada penetrante seguía en ella con una seriedad increíble y dejó caer su anatomía a una cómoda posición para pasar todo el día.

Abigail agitó la cabeza y regresó su vista al frente.
Donde el tema era realmente aburrido.
El cielo comenzó a tornarse gris y el viento frío comenzó a aumentar.
La lluvia no tardaría en caer, de nuevo.

Cuando la clase ya iba a mitad de tema las pequeñas gotas comenzaron a caer.
Algunas chocaban contra el cristal y luego se deslizaban lentamente hasta quedar en una simple marca sucia.
El sonido que el viento producía al rozar la superficie le daba un terrible sueño y sus ojos querían cerrarse.

El timbre sacó de sus pensamientos a Abigail, y luego el rechinado de las sillas siendo arrastradas por los suelos.
Todos tomaban sus cosas apresuradamente para la siguiente clase.
Abigail levantó sus libretas y lo demás para salir de ahí.
Cuando su mirada recorrió el salón y llegó al fin a la puerta, la mirada penetrante del Pelo negro estaba en ella.
En un desliz sus labios tomaron una pequeña curva sonriente, y se dio la media vuelta.

--¡Espera!

Pero no hubo respuesta, como si estuviese huyéndole.
El mayor salió por aquella puerta ignorando los tres gritos que la rubia había lanzado.
Justo antes de llamar al chico extraño.

Dark boy[PJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora