[Estragos]➰

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Mientras las olas sonaban al compás del aire, el viento danzaba agitando cada una des sus ramas rociando el suelo con sus hojas amarillentas que daban casi al tono dorado.
El viento frío se colaba a travez de la tela de su suéter causándole escalofríos por toda la columna vertebral.

Casi por inercia cubrió sus piernas con las mangas largas que lograban ocultar sus manos completamente.
E incluso la manta que estaba acomodado encima era ignorado por el clima.
La tarde comenzaba a caer, y por primera vez en tres semanas el sol había salido a resplandecer brindando sus brillos a toda la pequeña ciudad.
El olor a tierra mojada aun permanecía ahí, dándole ese toque al lugar, y como siempre, los lugareños habían y salido a aprovecharselo.

La familia Murphy había decidido algo más natural como la playa.
Recostados a la orilla y siendo cubiertos por la brisa.
Y aunque el sol aún seguía ahí arriba, el clima frío también había quedado pegado.
Y mientras la tarde iba cayendo, más se adueñaba de la tierra.

Abigail frotó sus brazos cuando las primeras estrellas comenzaron a vislumbrarse.
Adornando el casto cielo con pequeños puntos blancos resplandecientes.
El sabor de la noche era palpable y mantenía ese ambiente cálido que abrazaba su corazón.
Brindándole ese momento de paz.

Sus padres a un lado, permanecían abrazados manteniéndose tibios, mientras apreciaban la atmósfera familiar que ellos mismos creaban.
La idea era pasar un rato admirando la naturaleza, pero en su mente no deja de rondar aquella noche en donde el peli naranjo había entrado a su habitación.
Comenzaba a pensar que era un sueño pero verlo al siguiente día le causaba estragos a su pobre cerebro.
El chico extraño lograba destruir su lógica porque no se explicaba el como alguien era o podía ser como él.

El viento alborotaba su cabello y traía consigo un montón de murmullos.
Abigail puso sus sentidos en alerta cuando el murmullo se convirtió en jadeos que clamaban por ayuda.
Como una especie de chillido que aturdía sus oídos y lloraban por pronto auxilio.

─¿Papá escuchaste eso?.
Preguntó acercándose a la pareja, sus padres la miraron negando von la cabeza. Pero el llamado seguía ahí, rogando que le buscasen.

─¿De verdad no escuchan nada?.

─¿Te encuentras bien Abigail?.
Intervino su madre, su expresión confundida le hacía ver que no oían nada en lo absoluto. Que aquel llamado sólo podía escucharlo ella misma.
Abigail estaba aturdida y el llanto comenzaba a molestarle.
Y asintió afirmando que se encontraba realmente bien.

─Es sólo que escuché el ladrido de un perrito, todo está bien.

A... bi... ga... il

La piel en su nuca se erizo con el aliento helado.
Sentía que el video viento había descendido y su cabello se congelaba con el susurro de su nombre.
Un sudor frío corrió por su frente cuando al voltear aquella figura prominente se acentuaba en la copa de los arboles.
Ondeante la tela de su ropa como las finas olas del mar, y la cabellera se barría por el aire sacudiéndose salvajemente por el fuerte viento que más arriba había.

Abigail se levantó de aquella tela que separaba su blanca piel con la arena.
Y caminó hasta llegar al camino que habría entre los arboles.
Donde la arena comenzaba a combinarse con la tierra y la luz iba desapareciendo.
La luz de su celular ayudaría y colocó la linterna para iluminar aunque sea un poco de su camino.

Los arboles parecían mecerse agitando cada una des sus ramas y dejando sonar como una especie de aleteo con sus hojas.
Danzando al ritmo de el viento y el mar, el brillo de los rayos lunares lograban entrar por algunas partes descubiertas del cielo, y llenaba de magia el lugar, porque de pronto Abigail había olvidado por completo el porque había ido.

Dark boy[PJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora