[Fortuito]➰

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El viene por ti, acabará contigo como lo ha hecho con todos

Abigail tenía la mirada fija en él, al otro lado del campo del instituto.
Bajo las sombras de los inmensos arboles, y con el mismo atuendo de la mañana.
Tenía puesto una especie de capucha que cubría sus cabellos, y unos pantalones del mismo color ceñido a sus piernas.
Su rostro no se podía ver debido a la lejanía pero la luz llegaba a su mitad, dejando a la vista los gruesos labios que poseía.
No daba ni un solo movimiento, permanecía como una estatua es ese mismo lugar.

Dio dos pasos al frente con la seguridad de que iría a donde él.
Ni siquiera sabía que le diría pero tenía esa necesidad de acercarse.
Como un iman atraía su cuerpo hacia él.

─¡Abigail donde estas! ─

Su madre gritó desde la entrada de la oficina.
Aturdiendo su mente y obligándola a buscarle con la mirada.
─Aquí estoy ─respondió.

La señora Murphy salió al patio con la bolsa entre las manos, y caminó hasta donde su hija estaba cubriendo sus hombros con un abrazo.
─¿que hacías aquí? ─

─El muchacho estaba allí, creo que se ha ido ─ murmuró desconcertada.
Donde antes estaba el joven ahora sólo había un estatua del tamaño equivalente a una persona extremadamente diferente al que había visto.
Éste sólo era una estatua gris de piedra.

─¿Qué muchacho Abigail? ─

─El muchacho de negro, estaba ahí frente a la estatua ─ señaló con su dedo indice el lugar donde la imponente figura grisácea se encontraba.

Su madre desconcertada tomó sus hombros y tiró de ella alejándola de aquel lugar.
La muchacha cerró los ojos frustrada, y avanzó junto a su madre quien aún sostenía du muñeca.

Cuando llegaron donde estaba el auto, su padre ya se encontraba dentro, los cristales estaban cerrados y el color negro mate se ajustaba con las ventanillas polarizadas.
El aire caliente que desprendían los ventiladores miniatura del automóvil llegaron a su cuerpo como una pequeña brisa tibia. Se adentró apresurada y acomodó sus cosas debajo del asiento.

Su madre tomó el lugar de copiloto, y encendieron el motor para seguir avanzando a casa.
El camino fue particularmente más largo, la sociedad estudiantil estaba en clase por lo que las calles a esas horas lucían vacías.
Incluso los coches podían pasar sin problema alguno.

Abigail acomodó la mochila en sus piernas y recostó su cabeza en el borde del cristal, mirando por la ventana aquellos locales que aún no habrían, y los pocos niños que vagaban por ahí.

El parque que estaba cerca de su casa se encontraba lleno de hojas secas y mojadas, y el pasto verde se encontraba de un color casi dorado listo para ser alimentado por aquella lluvia que se suponía en cualquier momento llegaría.

Las copas de aquellos arboles se mecían al compás del viento frío, y al chocar con los arbustos bisbiseaban cálidamente un sonido casi silencioso que si no hubiera otro sonido te dejaría en sueño completamente.
Frente a ellos la residencia justo al final de la carretera apartada en un desvío.
Donde los umbrales ascendían hasta lo más alto y el diseño moderno apocaba aquellos manchones de suciedad debido al tiempo.

Los arboles forraban a la entrada con sombras frescas y en tiempos de lluvias lograban cubrir la mayor parte del corredor.
Delgadas fibras de arbustos recorrían las paredes y unas partes del ventanal, colocándole al grisáceo color un toque más llamativo.

El camino que llevaba a la gran residencia era guiado por piedras de colores y unas vallas de madera bien cuidadas a las orillas.
Donde las flores iniciaban su encuentro con el pavimento.

Dark boy[PJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora