Dark boy[PJ]

[Premonición]➰

Delphic es un pueblo muy conocido debido a sus climas pocos habituales, un lugar en el que puede variar el clima según quiera.
No existen las temporadas pero lo que más abundan son aquellas lluvias extremas y largas.
El clima que más estancia tiene en dicho lugar, es aquel frío y chubascos momentáneos, siendo así una casi ciudad de 1,500 personas.

Pero nadie contaba a aquel muchacho solitario que solía pasar noches caminando solo a altas horas de las noches.

Abigail, era la hija del nuevo doctor que había llegado a dicho pueblo, el encargado de hacer las operaciones, era el cirujano que había tomado el cargo como director en aquel pequeño hospital.
Dado que los lugareños solían tener accidentes debido a su deporte favorito. La caza.

Las personas solían ir al bosque y cazar venados e incluso alguno que otro oso que se dejara.
Pero ese no es el punto.

Abigail, la hija de los Murphy era la nueva alumna de la preparatoria Higland Park Schools, con sólo dos semanas de estancia llevaba ya el primer puesto en la mejor alumna y si seguía con esa racha la mejor universidad estaría servida en charola de oro frente a ella.
Y era lo que más le preocupaba, su futuro.
Solía ser la mejor de su antigua escuela en California, con una impecable carta de recomendación y papeleo limpio.

Las biología era la materia que más amaba en el curso, y después de la escuela estudiaba idiomas, la muchacha era muy conocida por ser centrada por la comunidad de maestros.
Y demasiado callada y cerrada para sus compañeros.

Solían excluirla de las actividades cuanto más fuera posible, debido a que era una de las chicas más misteriosas.

Justo lo que en estos momentos estaba pasando.
Con el cuerpo adolorido debido a las dos grandes carreras al rededor de todo el campo escolar se sostiene sobre el lavamanos del baño femenino a los adentros de la institución, respirando pesadamente pues los deportes nunca fueron lo suyo, y aquella pesada carga en su espalda, la mochila llena de un par de telas que usaría después de bañarse.

Se seca la cara con un par de toallas desechables que se encuentran a un lado de la losa y las deposita en el basurero a un lado. Las luces viejas parpadean reiteradamente y el viento chocando contra el cristal de la ventanilla hace un sonido cada que empuja los ramilletes del árbol con las mismas.

Suelta un fuerte suspiro y despojándose de sus ropas se adentra a la ducha para quitar todo aquel rastro de sudor y con ella traer una piel nueva, el frío abraza su cuerpo en cuanto las primeras gotas de agua chocan con su piel, calándole incluso hasta los huesos.

Y mueve sus manos enjabonando cada parte y centímetro de su cuerpo, dejando que la lluvia artificial recorriera cada parte de su blanca piel.
Fría como agua del río y luego calentándola por momentos cortos.

Y al salir vistiéndose con los tan conocidos jeans rasgados como de costumbre y aquel suéter tan característico de ella misma.

Algo en su campo de visión llama su atención, aquella cafetería que siempre suele estar tan llena ahora sólo se encuentra con dos personas dentro, contándose a sí misma.
El pendiente de metal que cuelga de su oreja se sacude fuertemente sintiendo como cada parte de esa piel es atraída invisiblemente por algo, y tiene la sensación de que en cualquier otro momento pasará algo más y cuando está a punto de chocar contra el suelo, aquel silencio abrazador desaparece mostrando en su campo de visión aquellos que realmente si estaban ahí desde el principio.

Todas las miradas se ponen en ella cuando el grito desgarrador sale de entre su garganta y sostiene con fuerza cada hebra de sus cabellos.
Los curiosos miran con diversión cada escena y otros se mantienen al margen de lo que ocurre.
Pero la vergüenza es algo que en ese momento desconoce, pues aquella distorsión del tiempo hace que su mente se abrume a tal grado que ni siquiera sabe donde se encuentra.
Su pequeño cuerpo debilucho siente aquella pesadumbre y logra sostenerse a penas de una silla junto a ella .