Capítulo 1

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Es un nuevo día, lo confirmo al sentir los rayos del sol entrar por mi ventana, y escuchar los ruidos de las aves y las personas que empiezan con su labor.

Pero como soy una persona sumamente amargada, pues no me interesa nada mas que quedarme acostada, hasta al menos él medio día... Pensé que seria posible hasta que vi a mi horrible madrastra entrar por la puerta de mi habitación.

-Crees que seas capaz de al menos hacer la compra, ya que tu padre y yo estaremos fuera de casa- Dijo con su voz chillona, que debe molestarle hasta los sordos.

-Buenos días para ti también Matilde.- Dije para hacerla molestar.

Vi como salió cerrando de un portazo. Bueno, aqui empieza mi día.

Después de darme una larga ducha, me vestí y maquillé como acostumbraba a hacer siempre.

Luego baje las escaleras con mis enormes tacones para ir a la cocina por la lista para la compra, cosa que no era necesaria ya que habían personas que se encargaban de hacerlo.

Busqué con la mirada por todas para ver si conseguía encontrar a Lucía; mi nana, la única persona en la que podía confiar en esta cosa que se le llama "hogar" (aparte de mi hermano). Al no verla me apresure a ir por la odiosa compra luego de guardar la lista en uno de los bolsillos traseros de mis apretados jeans.

Salí hacia él estacionamiento para buscar mi maravillosa Jeep blanca. Me subí y me integre rápidamente a trafico luego de salir de mi casa.

•••

Luego de comprar las mil y una cosas que habia en la lista llegue nuevamente a casa. Me puse a ordenar cada cosa en su lugar, para aligerarle el trabajo a Lucía.

No paso mucho tiempo para que entrara a la cocina con su delantal de cuadros rojos y unas manzanas gigantes en el centro.

—Zarah cariño, no te vi en la mañana. ¿cómo estas?— Me pregunto acercándose a mi, inmediatamente estuvo cerca de mi alcance la abracé y deposite un beso tronado en su mejilla.

—No me viste porque la odiosa de Matilde me ordenó hacer las compras. Nana estoy bien ¿y tu?— Respondí volcando los ojos, pero luego sonriendo para afirmar que estoy bien.

—Pues ya sabes, andando aquí, andando allá, pero bueno. Por cierto te prepare un delicioso pastel de chocolate, te lo debía por el tiempo que no lo hacía. —Dijo abriendo el refrigerador para entregarme una porción. La cogí rápidamente y me fui a mi cuatro luego de darle las gracias acompañadas de otro beso tronado que la hizo sonreír.

Después de comer trozo de pastel me acosté y no me di cuenta cuando me quedé dormida.







Matilde en la multimedia.
           Rashel Diaz

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