Capítulo 3

26 3 0
                                    


Ya han pasado dos semanas desde mi ultima pesadilla, todos esos días he estado durmiendo con mi hermano, pero se que ya debo darle su espacio, entiendo que el necesita salir y divertirse.

Hoy me levante temprano porque papá y Matilde regresan a casa, lo que significa que todos debemos estar para recibirlos a la hora del almuerzo.

Odio eso, odio que papá trabaje tanto, odio que papá pase mas tiempo con matilda que conmigo, odio que papá ya no me preste la misma atención que antes. Me siento como si estuviera huérfana. Pero no siempre obtenemos lo que deseamos.

Después de hacer toda mi rutina mañanera bajo a la cocina para ver si Lucia necesita de mi ayuda. Cuando entro la encuentro de espaldas a mi moviendo una gran olla.

—¡Buenos días Lucia!– La saludo muy animadamente, pues ella es una de las pocas personas que en realidad me conocen.

—Hola preciosa ¿ cómo te encuentras?– Me preguntó con una dulce sonrisa.

—Bien nana. Solo que no quiero estar aqui para cuando papá y Matilde lleguen.– Dije en un tono aburrido.

—Pues cuando toca, toca. Sabes que debes recibirlos cariño.

— Sí, lo se nana. ¿Necesitas ayuda?

—No, ya todo esta listo. Gracias.

—Bien, adiós. — Dije y subí nuevamente a mi habitación a hablar con mi mejor amiga Melanie O'connor, que la tengo un poco descuidada.

°°°°°°°

Después de hablar con Melanie, dormí hasta que mi hermano luego de llegar de su trabajo subió avisandome que bajara que ya habían llegado, para que los recibiera y almorazara.

Cuando baje y entre al comedor, fue inevitable hacer una mueca cuando vi a Matilde con su estúpida y operada cara pegada a la de papá, pasándose saliva enfrente de todos.

—Hola Papá, Matilde.— Dije sin mucho ánimo, porque la verdad no me interesan tanto.

—Oh, hola. Al menos si tienes modales Alexita.—Dijo la odiosa de matilda, lo cual ignore ya que se que si respondo, no pararemos bien.

—Hola hija, tengo noticias para ti. — Dijo papá desde la cabecera de la mesa.

—Bien.

No pasó mucho tiempo para que nos sirvieran el almuerzo. Todos comimos en silencio excepto Matilda que solo hablaba de su viaje a Cancún, y lo increíble de las playas de México.

Cuando todos terminaron papa se aclaro la garganta para llamar la atención de nosotros.

—Bien Alexa, sabes que ya eres toda una mujer capaz de hacer lo que sea que te propongas. Por eso tendrás que buscar un trabajo para que no pases todo el día acostada o haciendo compras como loca con tu amiguita Melanie.

—Esto no puede ser cierto papá, ni siquiera me ves, no paras en casa por lo que no le veo el problema a que me quede aquí.—Dije con mi seño fruncido.— Además el dinero no es algo que te moleste ya que lo tienes de sobra. Pero claro como es a mi te molesta dármelo, en cambio a la suripata que tienes como esposa se lo das con todo el gusto del mundo. ¿No?

—Escuchame bien Alexa, eres mi hija pero no te voy a permitir que trates de esa manera a mi esposa.—Expreso en un tono muy serio y la idiota de Matilda no hacia mas que sonreír.

No puedo creer que este diciendo eso. Mi hermano se mantiene callado con expresión seria, me alegro de que el tenga su propio departamento y trabaje. Quizás yo pueda hacer lo mismo. Quizás no, yo soy capaz de hacerlo.

—¿Eso es lo que quieres?¿De verdad es lo que quieres?—Pregunte levantándome furiosa y el solo asintió. — Pues bien lo haré, pero no tienes que preocuparte por nada mas, porque también me voy de esta casa.

Y así dejando a todos sorprendidos salí corriendo con mis enormes tacones sin importar romperme una pierna en el camino.

Y sin rumbo alguno.








En multimedia Lucca Gavrilov
(Papá)

Ricardo Montaner.

Fénix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora