Capítulo 7: Visita insoportable.

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Semanas después, salí del hospital. El doctor dijo que intentara hacer mi vida lo más normal posible, pero teniendo enyesado desde el cuello a la cintura por la costilla rota, no creo poder hacerlo.

Para empezar, me tumbo en la cama y me ahogo. Me cuesta para comer y respirar. Y es incómodo para todo.

Finalmente, ¡adivinen quien volvió a la escuela!

Yo no. Sigo hecho mierda y con licencia. Pero el resto volvió a su vida normal. Tía Ava y papá me cuidaban, Lucian y Alley venían a hacerme compañía y Kion me ayudaba a comer o bañarme. Añadamos a la rutina a Juleka, que venía a traerme las tareas y me enseñaba la materia para no perderme las clases.

Juleka comenzó a ser una gran amistad para mi. Inclusive, me dió algunos consejos para conquistar a Alley, los que pondría en práctica cuando por fin mejorara.

Lo cual veía bastante lejos de mi panorama.

¿Qué me estaba pasando? El último mes viví en el hospital, literalmente. Y odiaba ello. Perdí tiempo valioso con Alley, perdí pruebas en el colegio, y gané la a veces insportable compañía de Kion.

Pero una noche, recibí una inesperada visita.

Mi padre subió a la habitación, sonriendo. -Joseph, ¿crees poder levantarte?

-Eh, creo que sí. Al menos ahora puedo ir al baño solo y no necesito que tú o Kion me carguen como saco de papas -comenté.

-Bien. Un amigo vendrá hoy a cenar con su pareja, así que te quiero arreglado. Si no puedes, estará bien.

-Creo que puedo, daddy.

-Hace mucho no me llamabas así.

-Hace mucho que no estabas tanto tiempo conmigo -comenté. Frunció el ceño, notándose triste. ¡Demonios!- Olvida eso, no quería decirlo...

-Tranquilo -sonrió, con tristeza en su voz- Es la verdad, y la verdad jamás debe ser temida de mencionar.

Luego fué a la cocina. Suspiré. En los últimos años tan sólo veía a mi padre unas horas los domingos. Se encerró trabajando para intentar soportar la soledad y la muerte de su mujer. Pero creo que debió apoyarse en mi, ya que yo realmente necesité de él.

Me levanté como pude. Me ordené el cabello como pude y suspiré.

-¡Kion! -llamé, con la poca fuerza que tenía.

-Acá.

El nombrado entró con una camisa negra puesta y sus vaqueros azules marino. Sonrió -Parece que mi primito-hermano necesita ayuda, ¿no?

-Ajá. Puedo vestirme de la cintura para abajo, tu encargaré de ayudarme de colocarme la camisa, que con éste yeso es imposible para mi -suspiré.

Tras colocarme mis pantalones y acomodarlos, Kion sacó mi polera del pijama y me colocó una camisa blanca y luego un abrigo.

-¿Puedes moverte? -preguntó.

-Claro que sí, tonto.

-Bien. ¡Vamos abajo! ¡El último en llegar tiene un reto!

Ja.Ja.Ja. que gracioso Kion. Bajó las escaleras velozmente, mientras que yo tardé como cinco minutos.

Kion rió. -Me debes un reto, Joseph.

-Joseph No-Stalin no te va a hacer ninguna ridiculez de las que siempre pides. La última vez me dejaste lleno de aceite de auto por tirarme un balde de lo mismo.

-Era el Balde de Aceite Challenge -sonrió inocente.

-Esa mierda no existe.

-Tu salud perfecta tampoco.

Pretty Eyes. (Gay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora