Bang Bang

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Aún recuerdo cuando lo conocí, fue hace mucho mucho tiempo. Éramos apenas unos niños, pero el destino ya tenía toda una vida planeada para nosotros.

En un pueblo alejado de la ciudad, había un chico que siempre era el escándalo para todos. Era el líder y experto jugando a la pelota, todos los demás niños y niñas lo seguían a donde iba.

Yo sólo lo podía mirar por la ventana, puesto que mi madre así lo deseaba.

-Oh, madre. No pretendo contradecir tus modos pero, ¿puedo jugar afuera como los otros niños?

-No, hija. Debes quedarte aquí. Este pueblo es peligroso para nosotras que venimos de lejos. Además, ¿qué tiene de divertido perseguirse y golpearse toda la tarde? ¿qué es lo que te llama la atención de esa costumbre entre la niñez?

-No es la acción, no es la manera. Es simplemente un individuo entre todos que ha llamado mi atención. ¿Podrías decirme cómo se llama ese niño de rojo?

-Alvin, le dicen. No debes jamás verlo. Su padre es un bandido y el más malo de este pueblo.

Nada me importaron las advertencias de mi madre, pues sin falta (después de hacer mis deberes) lo miraba jugar desde mi balcón.

Había días extraños en que él solo se sentaba a mirar pasar las nubes, pero con un triste semblante.

Un día su pelota cayó dentro de la casa. Mi mamá había ido por leche así que me animé a bajar para devolvérsela a Alvin.

-Buenos días, señorita. Vengo en busca de mi balón.

-Aquí tiene, buen caballero. Procure no volverlo a perder.

-Disculpe mi atrevimiento, siempre la veo que nos mira jugar desde su balcón. ¿No quisiera jugar un rato con nosotros?

-Eso quisiera, jovencito. Pero mi madre me lo ha prohibido.

-No se preocupe, damicelita. Yo veré cómo puede eso arreglarse.

Al día siguiente mi mamá recibió al padre de Alvin en la casa. Yo lo creía bandido de pistola, pero simplemente era el alcalde del pueblo. Habló con ella para convencerla de que juegue con su hijo, y mi mamá no tuvo más que aceptar.

Ahora jugábamos todos los días cuando caía el sol. Por algún extraño motivo siempre era el mismo juego: los caballos.

Esa era siempre su elección y él siempre ganaba la partida. Oh, era tan feliz. Oh, era tan presumido. Me disparaba una y otra vez. No sé si me dolía perder siempre, o si me alegraba verlo tan radiante cada vez que me derribaba.

"Brittany, me encanta jugar contigo"

Esa frase me saciaba, aún cuando yacía en el piso derrotada.

Pasaron las estaciones y ambos crecimos. Él era mayor que yo por sólo un año.

Ya no era tan arrogante como antes, hasta creo que ahora la arrogante era yo.

Yo crecí en belleza y elegancia y otros chicos me deseaban. Alvin notaba eso y sólo se sentía más pequeño. Pero siempre les dije a todos que él era mío, y se sabía que nunca nos pudimos separar.

Siempre juntos platicar, reír y recordar viejos tiempos.

"Cómo hemos cambiado, Britt. Pero tú siempre eres más hermosa cada día"

Desaparecía su halago, sólo cada vez que otro chico me hablaba. Le disparé el orgullo así.

Más tarde él no pudo más retenerlo. Me besó en un arrollo y le entregué mi corazón. Un anillo de bodas con diamantes me dio.

Demasiado bueno para ser verdad, la felicidad a veces trae sus condiciones. No sé si tantas deudas, no sé si la falta de un niño, sólo se que pereció en una cantina con un disparo final.

Se robó mi vida desde el balcón, y con sombrero y caballo de palo me mató. Mas mi amor espera desde el cielo azul, mi vaquero rojo que el mundo entero me dio❤

Ok pues esta extraña historia se figuró en mi cabeza cuando escuché esta canción. Traté de hacerla un poco en verso. Acepto comentarios

Alvittany One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora