-Ya está. Nos vamos- dijo furioso poniéndose de pie del sofá para dos personas en el que se encontraba. Lo jalaban constantemente de la mano hasta que se volteó a ver a su amiga sonriente aún sentada en el lugar de al lado. -¿Qué quieres, María? Párate, coge tus cosas ya y ayúdame a buscar a los demás- dijo molesto ahora jalándole él a ella.
-¿Cuál es la prisa, Leo?- rió y jaló al chico para que cayera sentado en el sofá- ¿No te estás divirtiendo?- le tocaba gritar a todo pulmón ya que por la música y los gritos de la gente no valía de nada el hecho de que se encontraran a escasos centímetros el uno del otro. Él hizo una mueca y ella atrapó el lóbulo de la oreja de su amigo entre los dientes. Continuó besando su oreja, bajó por su cuello y cuando notó que la camisa del chico le impedía seguir dejando un camino de besos por su cuerpo se puso a horcadas al frente de él sobre el sofá como si se encontraran completamente solos. Empezó a besar los finos labios del chico, quien le correspondió el beso hasta que recordó que no era correcto lo que estaba pasando. Él la apartó haciendo un poco de fuerza para poderse parar y salir de aquel caótico lugar. María sólo reía. Se encontraba bajo los efectos del alcohol probablemente como sus demás amigos quienes se perdían entre la inmensa multitud del lugar: había un sinfín de parejas besándose y toqueteándose en los sillones como en el que se encontraban María y Leonardo, algunos tipos que por la cantidad de alcohol que habían bebido se encontraban en una esquina vomitando o simplemente yacían inconscientes en el piso y una masa de gente que se encontraba en el centro del lugar bailaba como si no importara que dentro de pocos minutos llegaría la policía y desalojaría el lugar a las malas. Leo tomó a María de la mano e hizo que se parara.
-Vamos a buscar a los demás- gritó en el oído de ella. María asintió sin recordar bien quienes eran "los demás", pero no le preocupaba mucho, solo siguió a Leo. Estaban a punto de caminar cuando el chico divisó a otro de sus amigos en uno de los sofás color carmesí junto a una rubia que iba bastante cargada de maquillaje para el gusto de Leonardo.
-Ahí está Alex- le dijo a María. Fue a su amigo casi corriendo, le urgía salir de la fiesta cutre en la que se habían metido. Se podía decir que Alex le estaba comiendo la cara a la rubia a punta de besos mientras le acariciaba los senos sobre la delgada tela del vestido rosado que traía.
-Ojalá no se atragante con las pestañas postizas de la tetona- rió María.
Siguieron esquivando gente hasta llegar al otro lado de la sala donde se encontraba su amigo. Cuando estuvieron parados al frente de la pareja vieron que Alex le subía lentamente el vestido a la chica que estaba sobre él sin dejar de besarle. Sin pensarlo dos veces Leo tomó la mano de Alex y lo jaló fuertemente haciendo que no sólo este cayera sino también la chica rubia que lo estaba besando. Leo ayudó a parar a la chica del vestido rosado y le pidió disculpas diciendo que se tenían que ir pero que podría encontrar a alguien más. Cuando se volteó a sus amigos, María seguía riendo y Alex ya estaba parado.
-Que bien que me sacaste de ahí, Leo. No me aguantaba a esa tipa más.- dijo Alex- es decir, besaba bien, pero su aliento era un asco.
-No parecía importarte cuando tenías tu lengua dentro de su garganta. -respondió él- Vamos, aún hay que encontrar a Blake y a Nava.
-Tengo sed- se quejó María apoyándose en el hombro de Leo y haciendo pucheros como si fuera una niña pequeña.
-No vas a tomar ni una gota más de alcohol- respondió serio.
-Leooo...- alargó la chica.
-María, no estoy bromeando, estás de trago hasta el culo, ya para.
-Venga, que de verdad tengo sed. Voy a tomar gaseosa, lo prometo- insistió.
-Está bien.
Dicho esto los tres amigos se dirigieron a la parte de la gran sala donde habían cinco o seis mesas con refrescos, botanas y obviamente no podía faltar el alcohol, el cual estaba custodiado por el barman. Tuvieron que abrirse paso entre la multitud empujando a la gente que estaba bailando, que al parecer ni se percataban. Antes de llegar a las mesas de las comidas, Leonardo divisó la escena que no sólo lo dejó perplejo, sino que también le produjo asco y náuseas. Al parecer ni María ni Alex lo habían notado, pero las dos chicas a las que buscaban, estaban bailando atrevidamente sobre una de las mesas de la comida. Bailaban de espaldas una a la otra al ritmo de la música exagerando el movimiento de sus caderas mientras cada una sostenía una botella de cerveza que de vez en cuando era utilizada como micrófono. Alrededor de la mesa había un grupo de hombres que les gritaba sandeces y les chiflaba. Unos aplaudían y otros miraban con deseo esperando a que el vestido de las chicas subiera un poco más por sus movimientos.
Leo al ver esto se petrificó, no sabía como había accedido a entrar a un lugar como ese. De un momento a otro el asco que sentía fue remplazado por rabia y decidió hacer algo. Dirigió a Alex y a María a otra de las mesas de comida para que María bebiera algo.
-Alex, no se te ocurra dejar que María beba alcohol. Está lo suficientemente ebria para que uno de estos tipejos la viole fácilmente.
-Lo que digas, hermano- miró a Leo e hizo la seña que hacen los soldados cuando reciben órdenes de su general.
Leo corrió a la otra mesa y se hizo paso entre los presentes para poder llevarse a las chicas. Llegó al extremo donde se encontraba Nava, la tomó de la mano para que lo mirara y cuando lo hizo ella le sonrió y batió su mano en el aire en forma de saludo. Leo la jaló del brazo para que se agachara y quedarán a la misma altura. Nava se agachó sin entender para hablar con su amigo mientras Blake no paraba de bailar y sonreírle a los que la observaban.
-¿Qué pasa, Leo?
-Nos vamos, Nava.
-¿Qué?¿Por qué?
-Porque sí. Además la policía va a llegar dentro de poco.- Leo le gritó al oído para que pudiera escuchar. Nava lo miró de forma graciosa.
-Es otra de las excusas que se inventan cuando se les acaba el alcohol y necesitan que la gente se vaya. No te preocupes por eso, nunca viene la policía.- dicho esto, se paró y empezó a bailar de nuevo. El chico la jaló del brazo otra vez y ella se puso en cuclillas.
-¿Ahora qué?- dijo Nava molesta mirando a su amigo.
-Nos vamos ya.
-Lárgate, Leo- se iba a volver a parar, pero Leonardo habló.
-Por si no recuerdas, yo los tengo que llevar a todos a sus casas, así que te vienes conmigo o te quedas aquí hasta el lunes. Tú decides.- Nava lo pensó, pero Leo tenía razón, así que accedió.
-Está bien- bajó de mala gana de la mesa y Leo sonrió victorioso. Él le indicó donde estaban Alex y María para que fuera con ellos mientras convencía a Blake de dejar de bailar. Cuando vió a Nava perderse entre la gente en dirección a la otra mesa, Leo subió la mirada y vió a Blake.

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I'D LIKE TO TELL YOU...
Novela JuvenilHay solo un tipo de amor que dura por siempre: el amor no correspondido. Dura en el corazón hasta que la mente no funciona y el cuerpo se hace polvo... Él respiraba por ella y la chica no lo sabía...