No había hombre mas nervioso que peter en ese momento. Las manos le temblaban, y su pierna se movía arriba y abajo con una velocidad increíble. Él señor que tenia al frente hiba a ser su próximo jefe, o quizá no, ¿Como no estar nervioso? Conseguiría él trabajo de su vida, aquel trabajo que sacaría de los gastos a su familia y esperaba ansioso que le dieran lo que él quería y necesitaba.
—Bien —comenzo a hablar— Peter Lopez ¿No? —dijo con una pequeña sonrisa maliciosa,él sabia que intimidaba al pobre chico.
—E-él mismo —trago saliva con fuerza como si de agua se tratase y prosiguió con sus palabras— señor —eso ultimo sonó como un susurro.
—Entonces —dijo alargando mas su sonrisa— bienvenido a la fabrica, Lopez.
—¿Encerio? —dijo, pero al ver la mirada de ahora su nuevo jefe solo se calló y se dirigió hacia la puerta para salir de aquel lugar que le causaba, por alguna razón, terror. Se estuvo a punto de ir cuando de pronto se detuvo para voltear— Gracias — y sin mas se fue dejando atrás él cuarto que tanto miedo le daba.
* * *
No podía estar mas feliz, por fin consiguió trabajo; a su hermana y a su mamá le encantará. No podía esperar en contárselo.
Cuando llego a su casa, golpeo la puerta y esta inmediatamente se abrió dejando ver a una pequeña niña de cabellos castaños, ella se abalanzó a los brazos de su querido hermano, eso era como un saludo. La niña sin decirle ni una sola palabra, cogió su mano y lo guió hasta la cocina.
En él lugar se encontraba una muy guapa pero desgastada madre preparando la cena, él olor era agradable.
—¿Que tal te fue, hijo? —fue lo primero que pregunto su madre al verlo llegar, ella siempre le hablaba con ternura, pero hoy se veía extraña, mas cansada de lo normal.
—Muy bien mamá —le dijo respondiendo a su pregunta, de paso ponía los cubiertos en la mesa— Me han aceptado en él trabajo.
—Hijo —hablo con una tonalidad seria, pero aun así no quería despegar su sonrisa— ¿Seguro que quieres trabajar?, si es por él banco, no te preocupes yo tengo unos ahorros que me dio tu tía y con eso...
—Tonterías —comenso a decir con terquedad— te puedo apoyar mamá, dejame hacerlo, vamos.
La mujer solo dio un suspiro como respuesta.
Comieron felicez, no sabían que ocurriría mañana o él día después de ese, no les importaba nada, solo disfrutar él momento, pero ¿Quien los culpa? Ellos no tenían idea de lo que que él mundo quiere para ellos.
ESTÁS LEYENDO
No creo poder sobrevivir
Conto¿Quien diría que en tu primer día de trabajo en una fabrica de pintura, esta se incendie por motivos desconocidos?¿Quien diría que te avisaron los hechos y que tu no hiciste caso? Puede que Peter sea algo terco y soberbio, pero no se merecía estar a...