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Honam: Región de Jeolla, Corea del Sur.

Sus ojos vagaban de un papel a otro, leyendo cada palabra con detenimiento, escuchando de fondo el repiqueteo de su reloj en la pared, marcando cada hora, cada minuto, cada segundo.

— Esto me va a joder la vida.

Se dijo a sí mismo mientras aún mantenía la mira entre tantos papeles en su escritorio, internalizando a duras penas los récipes médicos pre-escritos por él mismo, incapaz de asegurar que la conexión de cada oración estuviera a límite de hacerse entender ante la reunión general en el hospital donde trabajaba, explicando con detalle los pros y contras de los avances médicos que recién se habían hecho consternar en dicha instalación.

— Bien, Baekhyun, destruiste más de cinco años de tu vida social para hacer lo que se supone tanto te gusta, inseguridad no cabe en tu diccionario como profesional, mierda.

Se mentalizó tragando en seco antes de levantarse de su escritorio, ordenando en fila sus papeles con ambas manos para encaminarse a la salida de su cubículo y encaminarse a la tan esperada reunión. Divisó en el reloj del pasillo un cuarto para las ocho de la noche, tenía cinco minutos para presentarse ante la mesa y sus integrantes.

Ya a dos pasos de la entrada, se preparó física y mentalmente para lo que venía, dos horas de pura habladuría por su parte, intentando en todo lo posible de explicar objetivamente los informes que llevaba en su diestra. Cada vez que el laboratorio les traía nuevos suministros de medicina previamente calificada, los doctores eran los responsables de terminar el trabajo, induciendo dichos medicamentos en procesos post-cuarentena, donde cada insumo se sometía a observación y análisis, realizando a la par informes para finalmente dejarlos esparcir por el mercado de la farmacia, el proceso duraba alrededor de un año, por lo que los doctores y encargados se disponían a realizar trabajos los cuales explicaban dedicados los pros y contras que éstas personas fueron capaces de percibir en el proceso de análisis.

Baekhyun giró la manilla de la puerta de madera, abriéndose paso y atrayendo la atención de todo aquel que habitaba la habitación.

— Muy buenas noches. — Fue lo único que logró pronunciar antes de que un nudo seco se instalara en su garganta baja, por lo que minuciosamente tosió con la intención de recuperar el control de sus cuerdas vocales.

Y así, depositando los papeles en el proyector, se dedicó a plasmar en palabra resumida lo que se explicaba en tantas letras el papel proyectado en la pared.

Sus manos de vez en cuando hacían pequeños movimientos en señal de una mejor seguridad y afinco en su investigación.

De vez en cuando Baekhyun era interrumpido por los otros médicos quienes sugerían o simplemente pedían una explicación más detallada para mayor comprensión.

— Diez y media, lo logré. — Musitó observando una vez más el reloj del pasillo por donde había transitado con anterioridad en dirección a la reunión.

— Qué más se le puede pedir al gran Byun Baekhyun. — El nombrado por inercia al escuchar la venía de la voz se dio la vuelta para ver de quién se trataba, al cruzar miradas, una sonrisa brotó de sus comisuras.

— Yixing ¿Qué te pareció todo? ¿No hubo errores?

— ¿El doctor Baekhyun con errores? No me jodas, sería el principio del fin. — Comentó lúdico junto a su compañero el cabellos oscuros.

— Pensé lo peor, eh.

— Siempre tienes ese problema de inseguridad, por suerte te he visto con menos cada día que te la pasas analizando en laboratorio del hospital, eso me quita una gran preocupación de encima, no solo porque eres doctor, sino porque eres mi confidente y no es muy buen visto ver a tu confidente y compañero de trabajo dudando y viviendo de la inseguridad en su entorno laboral.

— Sí, lo sé, ya estoy tomando las riendas del asunto sin problemas, ya verás que se me quitará toda esta piltrafa de mal gusto. — Bekhyun soltó un ligero suspiro luego de decir sus palabras, rogando porque las mismas se instalaran en su cerebro y se propusieran en una meta dispuesta a lograr sin peros.

— Tienes mi apoyo, hombre.

Al acabar la corta pero cálida conversación con su cercano y compañero de trabajo, se dirigió una vez más a su oficina con el único propósito de tomar sus pertenencias; llaves del auto, chaqueta y bolso donde descansaba su laptop para emprender camino hacia el estacionamiento donde se encontraba aparcado su automóvil.

No pudo resistirse a envolverse en su chaqueta al sentir el gélido viento traspasarlo, colándose hasta sus huesos. Era notable que en esa época de otoño, nadie lograba ser perdonado por el frío imponente. Sin disponerse a perder más tiempo, se encaminó hacia su auto, tocando el botón de seguridad en el poco trayecto que le llevaba, escuchando una ligera y corta alarma, indicándole que las puertas estaban abiertas para él.

De camino a casa colocó la estación de radio que más le parecía interesante, donde solo se concentraban en mezclar música conforme el tiempo se presentara, dándole un cambio ligero al ambiente que lo rodeaba convirtiéndolo en una mini-visual de película.

Al cabo de una media hora aproximadamente, Baekhyun se encontraba aparcando en el estacionamiento individual de su hogar, apagando el motor luego de posicionar adecuadamente el automóvil en la zona. Se quedó un par de minutos observando al frente, sumergiéndose en todo lo que hasta ahora había logrado. Su posición y respeto en el sistema médico de la región, las innumerables ocasiones donde fue capaz de salvarle la vida a más de una persona, ninguna enfermedad, miedo patológico o síndrome era capaz de detenerlo ¿no?

Soltó un largo suspiro antes de salir por la puerta del piloto, con las llaves en mano emprendió camino hasta la puerta de su hogar con la intención de encerrarse en sus cuatro amadas paredes y escabullirse a sus preciados estudios medicinales.

Baekhyun siempre fue considerado uno de los mejores desde la preparatoria, más siempre tuvo ese pequeño inconveniente de ser inseguro. Con el pasar del tiempo esa roca en el camino fue volviéndose cada vez más pequeña, hasta convertirse en un mínimo estorbo, donde con solo una patada podía salir del camino del doctor.

Se despojó de sus prendas apenas ingresó a su cálido ambiente, dejando las llaves junto con el teléfono en la mesa de bienvenida cerca del pasillo de entrada, su chaqueta fue guindada en su respectivo sitió y su camisa fue desabotonada unos tres más abajo, dejando su pecho un poco a la vista.

— Bien, leeré un poco mientras como antes de irme a la cama, mi espalda me va a cobrar factura pronto. — Deslizó su diestra por su nuca de forma ligera repetidas veces, buscando consuelo al punzante dolor que sentía en su cervical, nada del otro mundo.

Un sonido junto a una vibración lo sacó de su ensoñación, dándose la vuelta a regañadientes y devolviéndose a la mesa de bienvenida cerca de la entrada, tomando el aparato que no dejaba de vibrar en entrada de llamada. Era Yixing.

Descolgando, pegó el aparato a su oreja.

— ¿Qué sucede hombre? Estaba a dos pasos de retirarme a mi paraíso terrenal. — Escuchó un pequeño suspiro desde la otra línea.

Lo lamento, Baek, pero tenemos un caso muy serio, no sabemos qué es, o de qué proviene, necesitamos de ti. — El aludido solo se dedicó a cerrar los ojos, meditando adecuadamente su respuesta.

— Estaré allí mañana a primera hora ¿Ya le tomaron los datos al paciente? ¿De quién se trata?

Sí, es un hombre, se llama Park Chanyeol...

Síndrome de Cotard. » вaeĸyeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora