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Diez y quince minutos de la mañana, su mirada divagaba de un lado a otro, dificultoso de poder enfocar a varios centímetros de su campo visual. Las letras comenzaban a bailar en medio de sus narices, burlándose del estado demacral en la que el doctor se encontraba actualmente. Sus manos alejaron rápidamente el libro de Anatomía tres, cerrando y ejerciendo presión en sus párpados, con la idea de alejar el terrible dolor que se expandía hasta su lóbulo occipital, sumándosele el dolor de la cervical, terminaría por volverse loco.

Resignándose a la idea de seguir en su investigación, se levantó de la silla y saliendo de su despacho, se encaminó a la habitación de Chanyeol, tenía un par de asuntos que resolver.

Sin pedir permiso, abrió la puerta, encontrándose de lleno con una fuerte y desnuda espalda a tan solo unos centímetros de su cara. Cualquier rastro de cansancio fue intercambiado por la adrenalina recorriendo sus vías sanguíneas, joder, menudo cuerpazo se gastaba ese hombre. Se dio cuenta que había llamado la atención de su paciente, cuando la espalda fue intercambiada por un pecho de igual fuerza y tonificación, digno de cualquier admiración, tragó con dificultad, irguiéndose y refugiándose en su papel profesional, aclaró su garganta con la idea de desviar cualquier pensamiento alejado de su relación laboral. "Los Doctores no besan a sus pacientes", Sacudió rápidamente los efímeros y consecutivos recuerdos de aquellos rosáceos sobre los suyos.

Cerrando la puerta, cruzó miradas con el muy alto y expectante Chanyeol, persona que lo veía con su ceja derecha alzada.


— Doctor Byun ¿Entrando sin tocar? — El aludido pudo divisar el nacimiento de una sutil sonrisa en los labios ajenos.


— Lo lamento, Chanyeol, no volverá a pasar. — Dio el primer paso para adelantarse y evadir el ambiente caliente que comenzaba a formarse entre ellos.


Sintió como su cuerpo fue enviado hacia atrás sin mucho esfuerzo, golpeando suavemente su espalda contra la madera de la puerta por la cual acababa de entrar. Una gran mano palpó justo al lado de su cabeza, y de la misma manera, contra el mismo material natural, sus mejillas instantáneamente se tornaron calientes y claramente rojizas al ver la tan corta distancia que había entre su rostro y el de su paciente, Chanyeol.


— ¿Qué... estás haciendo? — Su voz apena pudo ser extraída desde sus cuerdas vocales.


— Reclamar lo que me toca. — Baekhyun tan solo cerró los ojos con un poco de fuerza, sabiendo de sobra lo que se venía.


Sus labios medianamente resecos fueron aprisionados por los húmedos del susodicho, dejando que aquel ritmo lo envolviera y extasiara lo que contuvo por esas tortuosas horas. El labio inferior del Doctor fue tomado sin permiso, siendo directamente succionado y halado a antojo del controlador. Logró escuchar un gruñido que puso todos sus sentidos en alerta, más aún cuando la anatomía de su paciente estaba completamente pegado al suyo, impidiendo el completo apego unos simples ropajes por parte del profesional.

Jadeó sin remedio ante un imprevisto apretón en su cadera, provocando que otro rugido se escuchara sobresaliente de la garganta ajena. Tomó provecho del breve respiro entre ambos para alejarse un poco más de la cuenta.


— Chanyeol, dijimos solo besos para que comas, no esto. — Se mentiría si dijera que no le había gustado, pero no era lo correcto ¿verdad?

Síndrome de Cotard. » вaeĸyeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora