Jeon Jungkook es uno de los piratas más temidos en todo el mar. Una leyenda, fuerte y sabio, capaz de derrotar a toda una tripulación de grandes marineros con solo usar su espada o sus manos, según los que siguen su trayectoria desde que se convirti...
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La noche caía sobre el pequeño Jimin, empapado por la reciente lluvia. El clima no fue el mejor regalo que tuvo del cielo a la hora de salir a jugar con los animales, pensando así que se ahorraría un baño en el frío río o cualquier altercado con sus alas, sensibles al contacto.
Se abraza a si mismo con fuerza, bajo un árbol de manzanas, contando las hojas que caían en turnos. Una, dos, tres verdes y las demás marrones, presentando cambios de estación, su favorita: el otoño. Los tonos oscuros eran sus preferidos sobre las plantas, destellantes a la vista de cualquiera; en esa hermosa zona llena de árboles. A Jimin le gusta ese lugar y se deja caer siempre que puede, dándole cabida a sus pensamientos aleatorios.
Solo que hay algo pesado, distinto en el ambiente, que alerta al joven hada. Sus oídos se agudizan ante el mínimo sonido y percibe pisadas cerca de dónde está.
Lleva ambas manitos a su boca y en puntillas, se dispone a alejarse. Las hadas siempre cuidan de no ser vistas en plena temporada, ya que muchas personas se disponían a explorar las islas y poco valía imaginar cómo terminarían las cosas si estas descubriesen el escondite de criaturas frágiles y débiles, como eran las hadas.
Eso incluye al ahora muy asustado Jimin, porque las pisadas se oyen cada vez más cerca y no sabe de donde provienen.
Acelera el paso y se escabulle entre los árboles, sacando ventaja por su pequeña figura y agilidad. Si agudizaras la vista solo notarías una bolita medio rosada pasar con rapidez entre el espeso bosque del Nunca Jamás. Es caprichoso en no pisar ramas u hojas secas, guiado por un mal presentimiento latente.
Está a punto de dar por acabada su pequeña huida, pero un jalón en su camisón blanco lo obliga a detenerse y, por consecuencia del abrupto movimiento, cae sentado en el suelo, con un poco de brusquedad ya que la persona que lo tiene sujeto de la prenda, ha jalado de esta con fuerza, tomándolo por sorpresa.
—Eh, ¿a dónde crees que vas? —un escalofrío recorre todo su cuerpo y aprieta en puños sus manitos, sobre el pasto seco. Está asustado, muy asustado. Solo puede cerrar los ojos con fuerza y temblar bajo el agarre de ese hombre—. No me dejaste saludar, hadita.
Sabe de esos hombres. Sabe que son piratas. Sabe que si no escapa de esas garras con restos de avaricia le pasará algo muy malo y no podrá volver a su casa, a su hogar. Cierra los ojos con fuerza y emite un sollozo, quieto en su sitio como una estatua.
—No llores... —siente su aliento en su cara, muy cerca, y arruga la nariz porque huele a alcohol y lo que parece ser ropa vieja—. No te va a doler nada, a menos que quieras venir conmigo...
Siente que toca sus alas e inmediatamente se echa para atrás, separándose aterrado de ese hombre. Sus ojos ahora lo miran con rabia y miedo contenido, incapaz de formular palabra alguna.
—A-Aléjese...
Ve que saca algo de su cinturón y retrocede aún más al visualizar una navaja. A esas alturas su rostro está pálido y por más que quiere levantarse, las piernas le fallan, dejando sus manitos rojas de tanto esfuerzo en un vano impulso por ponerse de pie.
—Eres precioso —se agacha nuevamente al frente suyo y toca su rostro con el afilado objeto. Jimin solloza con más fuerza, sintiendo el frío contacto en la piel de su mojada mejilla—. Y tus alas...
—¡Q-Que te alejes! —intenta patearlo y escapar, con la poca fuerza que le queda, pero el hombre parece estar acostumbrado a ese tipo de reacciones porque toma su pierna con la mano que tiene libre y aprieta, con fuerza, mirándolo con enojo repentino por aquel movimiento.
—Un hada no me va a decir que hacer y que no —suelta su pierna, pero no acaba ahí. Pronto es volteado a la fuerza y su mejilla impacta contra el húmedo suelo, causando que un gimoteo de dolor abandonara sus labios—. Así que deja de quejarte y quédate quieto si no quieres que la navaja acabe en tu espalda.
No se mueve. Solo no puede, el miedo no le deja. Miedo de perder sus alas, de morir a manos de ese pirata, de un final que se iba aclarando con el pasar de los segundos. Se le dificulta mucho seguir respirando con tranquilidad o intentar mantener la calma, por lo que los mareos vienen en mancha, dificultando su visión al momento de entreabrir los ojos.
Solo que no ve el espeso bosque. Son unas botas, viejas, que tan pronto como aparecen en su campo de visión, vuelven a desaparecer y confunden más a Jimin.
Pero es más extraño cuando el silencio gobierna y es una agitada respiración que reemplaza la suya, haciéndose notar por encima del silencio.
Y el sonido de una espada siendo desenfundada.
Un desorientado Jimin deja de llorar para alzar la cabeza y se encuentra con un chico castaño lanzándose sobre la persona que quería hacerle daño. La navaja cae lejos y ellos dos igual, en una pelea que deja atónito al de pequeña estatura. Está abrumado por la horda de emociones y poco sabe como reaccionar. Solo se queda mirando y se arrepiente, porque el más joven atraviesa con su espada el pecho del hombre, dando por finalizado lo que a Jimin le parece simplemente pertubador.
Y cuando el chico voltea a verlo, solo alcanza a detallar su rostro y cabello castaño pegado a su frente por el sudor. El sombrero que tiene en la cabeza y la calavera impresa es suficiente para hacerlo entrar en razón e intentar nuevamente escapar.
Solo que es un fracaso total cuando se ve cayendo al suelo otra vez, siendo golpeado por un intenso mareo. Ve los labios del desconocido moverse, pero no escucha nada. Así como pronto sus ojos se cierran y la imagen del pirata extranjero se queda grabada en su mente, aún después de caer en inconsciencia, exponiéndose al peligro.
Lo que no sabía Jimin, es que Jungkook acaba de salvarlo.