Esa misma noche

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- ¿Has avanzado en algo, Donatello? - preguntó la figura paterna de aquellos adolscentes.

- Aún no, sensei. - respondió cabizbajo el pelinegro de mayor estatura quien daba bocados muy pequeños a su cena.

- No te desanimes, hermano. - el hermano menor habló con tal tranquilidad que Rafael escuchó con disgusto lo que tenía que decir su pequeño hermano - Todo saldrá bien. Por mientras disfrutemos de esto. — y metió la rebanada de pizza que tenía directamente a su boca sonriendo inocentemente.
La pelirroja intentó animar a Donatello, hacía observaciones sobre los elementos utilizados para el posible antídoto y otros detalles, sin embargo lo único que obtuvo fue un gracias y una sonrisa forzada.


Ya pasada la noche Rafael escuchó un sonido en la habitación de Leonardo, era un sonido que decidió ignorar cuando oyó entrar por la puerta a Miguel Ángel.

- ¿Estas despierto, Rafa? - preguntaba dudosamente cuál niño pequeño.

- ¿Qué sucede, Mikey? - preguntó levantadose lentamente, a su vez se limpiaba el ojo derecho con la muñeca de la mano derecha en un intento de estar menos adormilado.

- Es sólo... ¿podría dormir contigo? - estaba apenado, no era propio que alguien de su edad fuera en busca de consuelo por un mal sueño, en especial siendo un hombre.

- Claro que no. Fuera. - ordenó cubriendo su cabeza con la sábana

- ¡¡Por favoooor!! Prometo que no seré una molestia, ¿sí? - Rafa no pudo evitar encontrar enternecedor la plegaria de su hermano menor por lo que accedió de mala gana.
Inconscientemente lo abrazó de la espalda para quedar dormido segundos después.


¿En qué momento me quedé dormido? Se preguntaba Donatello quien acababa de enderezar la espalda ligeramente adolorida por la posición en la había estado durmiendo. Se percató que llevaba una manta cubriendo su espalda ¿Abril? Oh, vaya... No dudaba del cariño que ésta sentía hacia él pero en lo profundo de su razonamiento comprendía que era un cariño diferente al que sentía por ella más no podía evitar sentir el palpitar de su corazón, emocionado por esa clase de detalles que le gustaba de ella.
¿Qué puedo hacer? Se preguntaba así mismo ¿qué puedo hacer? ¿qué es lo que no estoy viendo? Algo le decía que la respuesta estaba frente a él aunque aún no lograba visualizar. Necesitaba descansar; sabía que no encontraría respuesta quitándose horas de sueño ni saltándose las comidas, hora de dormir... mañana será otro día.



¿Qué se encontraba haciendo el hermano mayor? Por un instante creyó que se dejaría llevar por el momento pero ambos supieron reaccionar a tiempo, se percataron que no era la hora ni el lugar para hacer lo que estuvieron a punto de realizar. Decepcionados pero al final, de cierta manera, agradecidos por detener sus impulsos decidieron dejarlo para cuando él volviese a ser tortuga, en un mejor momento, en un mejor lugar... en un lugar donde sólo se encontraran ambos. Leonardo y Karai.
El adolescente decidió acompañarla a su habitación, le deseó buenas noches y se retiró. Pero antes de llegar a su habitación notó que las luces en el dojo se encontraban encendidas. Al entrar notó una sombra familiar; el maestro Splinter se encontraba meditando; se preocupó un poco por la idea de que su maestro, padre biológico de Karai y su figura paterna, hubiese escuchado el "trato" que tuvieron él y la chica hacía unos minutos. Se acercó dudoso a su lado y con titubeos se sentó al lado de él. Hubo un momento de silencio hasta que finalmente Splinter decidió hablar con el hermano mayor.

- Es bueno saber que puedo confiar en ustedes, Leonardo. Al menos supieron detenerse.

Leo se encontraba completamente ruborizado y muy apenado con su sensei, ¿Cómo podría verlo a la cara después de lo que había hecho? Sentía que había roto la confianza de su padre y que le había faltado al respeto, aunque quiso justificarse no encontraba las palabras para hablar emitiendo únicamente ruidos con sílabas entrecortadas.

— Tranquilízate, Leonardo. Yo también fui joven. Comprendo que en ocasiones, a la corta edad de un joven, le resulte difícil pensar más allá del ahora. Ahora quiero que entiendas que espero un mejor comportamiento en el futuro, después de todo mi hija estará presente en nuestras vidas y sé que no sientes una simple atracción hacia ella.

— ... sí, maestro. Le prometo que no volveremos a tener ese comportamiento.

— Escucha, hijo mío: Es normal que deseen tener intimidad dos personan que se quieren pero no deben apresurarse en estar en situaciones para las que aún no están preparados porque el pasar del tiempo es lo que les irá recordando lo mucho que se avanza; es a través del tiempo que un individuo aclara su madurez para vivir las situaciones del día a día. Créeme, mi hijo, su momento llegará aunque pueda parecer largo el tiempo transcurrido, definitivamente te alegrarás y lo valorarás como es debido.

Leonardo mostró gratitud por el consejo de la persona que tanto admiraba y respetaba

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Leonardo mostró gratitud por el consejo de la persona que tanto admiraba y respetaba. Agachó su cabeza en señal de respeto poniendo sus manos cerradas en el tatami.

— ありがとう 後妻ます、先生 (Se lo agradezco mucho, sensei)

Sprinter sonrió y dirigió su mirada paternal a su hijo adoptivo — Ya es tarde. Vayamos a dormir. — después de nada el dojo estuvo en silencio y fue así que terminó otro día en el que las ninja tortugas adolescentes durmieron siendo jóvenes humanos.

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⏰ Última actualización: Aug 13, 2017 ⏰

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