Siempre a tu lado

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Aquella tarde fuimos al cementerio de Varsovia, dedicado a las víctimas del Holocausto. Y allí, como una vez prometimos, enterramos el zapatito rojo de Sarah, su hermana.

-Ahora tendría que haber tenido 16 años... los mismos que tenías cuando te conocí -susurró mientras ponía una rosa roja con delicadeza sobre la tumba. -¿Sabes? No había enterrado el zapatito aún porque sabía que algún día volvería a verte. Me prometiste que lo enterraríamos juntos...

Le miré, sus ojos estaban brillantes. Me levanté, sacudí la tierra de mis rodillas y me acerqué a él.

-Alexander... -susurré -Tengo que volver esta noche a Estados Unidos...

-No. -Dijo él, de forma tajante.-Te quedarás conmigo, no te voy a volver a perder.

-Debes seguir con tu vida... -susurré, dándome cuenta que él a lo mejor ya se habría casado e incluso podría ya tener hijos.

Le miré. El sonreía mirando mis labios y se inclinó para susurrarme al oído.

-¿Me creerías si te digo que he rechazado a la mismísima hija del presidente por esperarte? -dijo y después me mordió la oreja y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y sitios que no creía a los que pudiera llegar. Di un salto y una sonrisa intentó mostrarse en mi cara.

-Y si no me hubieras visto por la televisión... ¿Qué habrías echo? ¿Morir soltero? -pregunté inquisitivamente, acusándolo con la mirada.

-No -respondió -estaba pensando ir a Estados Unidos el mes próximo para buscarte, cansado de esperar a que volvieras.

Mi corazón empezó a acelerarse, no pude aguantar más y me lancé sobre él para besarle, sedienta de sus labios. 

El amor secreto de IzabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora