Historias de sucidios

Aprienta el gatillo

Sentí el cañón frío sobre la piel de mi sien, y acto seguido todo mi cuerpo tenía piel de gallina.
Sentada en mi cama, con la pistola que mi padre se había olvidado.
Él es un agente de policía, hoy se suponía que no trabajaría pero le llamaron de la agencia porque una chica se quería tirar de un puente o algo así.

La gente decía que suicidarse no era una opción, pero si que lo era, si no fuese una opción, no habría carteles anti suicidios, ni psicólogos especializados en estos temas. El suicidio si que era una opción, lo era y lo sigue siendo.
La pistola totalmente cargada, cuando solo necesitaba una bala, mi dedo bailando en el gatillo, mi mente pensando en todo y en nada a la vez.
No había sido nada fácil llegar a casa, después del colegio, como todos los días, nada especial, esperaba ver a mi madre leyendo o acabando de cocinar, pero no estaba por ningún sitio, finalmente fui a la cochera y vi a mi madre dentro del automóvil. Parecía que estaba dormida, pero en cuanto a ti la puerta del coche solo me encontré con un montón de sangre, y a mi madre muerta, con la misma pistola que tengo yo en mi mano izquierda ahora mismo, no hice nada, sólo llore y llore sin parar, y, aunque hayan pasado siete años, sigo recordando esa imagen como si hubiese ocurrido ayer.

No sentí nada, sólo apreté en gatillo y vi a mi madre, más viva que nunca con un vestido blanco, tan típico de ella. Corrí hacia a ella uniéndonos en un fuerte abrazo.
No sabía dónde estaba, pero sabía que no me iba a volver a separar de mi madre.

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Parece que hoy tenéis doble suicidio en un capítulo.
¿Os gusta que una las historias? Ya sabéis el padre de esta chica era uno de los policías que estaba en el capítulo anterior.
Quizá en el próximo capítulo el sea el protagonista ¿queréis?
¡Gracias por el apoyo! ¡Besos!