Capítulo 4

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Sergio y yo estuvimos toda la noche en “La luna roja”, y hacia las cinco nos fuimos a un parque desolado que había enfrente del bar. Él se sentó en un banco mientras observaba cada movimiento que hacia mi cuerpo siguiendo el ritmo de la música. Se levantó y se puso detrás mío pegando su cintura a la mía, posó sus manos sobre mi cadera y empezó a moverlas lentamente de un lado al otro haciendo que me volviera loca. Continuó besándome lentamente el cuello mientras yo intentaba girarme para ponerme frente a él, pero no me dejaba, finalmente lo conseguí y le empujé hacia el banco haciendo que quedara sentado frente a mi. Me senté encima suyo con las piernas abiertas y empecé a besarle agresivamente mientras intentaba, sin resultados visibles, quitarle esa camiseta que tanto me frenaba. Sergio me cogió por el culo y me levantó, sin dejar de besarme, me dejó sentada en el banco y me subió el vestido dejando al descubierto mis bragas. Sergio se acercó a mi hasta que noté su pene erecto rozando mi entrepierna. Me miró a los ojos en busca de aprobación a lo que sin pensar respondí con una sonrisa traviesa y enseñándole un condón. Cuando intentó cogerlo, aparté mi mano, a lo que respondió: “¡Todo tuyo, nena!”. Rompí el paquete y saqué un condón con sabor a fresa que dulcemente deslicé en su pene indicándole que estaba lista. Sergio asintió e introdució lentamente su pene en mi vagina a la vez que me besaba. Aparté mis labios de los suyos soltando un pequeño gemido, que provocó una respuesta igual en Sergio.

Cuando salió el sol nos dirigimos hacia el CPM. Cuando el guardia de seguridad vió nuestras muecas de felicidad, sonrió y dijo:

 

-¿Bien la noche, chicos?

 

Miré a Sergio y le contesté con una sonrisa. Entramos y fuimos directamente al comedor. Se sentó a mi lado y durante todo el desayuno no paró de intentar introducir su mano bajo mi vestido, provocando de tanto en tanto algún que otro comentario y mirada lasciva.

Terminamos y Sergio fue la la habitación, mientras que yo fui a ver si Vanessa habia vuelto ya. No la encontré a si que deslicé una nota por debajo de su puerta y me volví a la habitación con Sergio.

Cuando entré me lo encontré con un cigarrillo en la boca.

 

-¿Como has conseguido tabaco? -pregunté curiosamente.

-Tengo contactos, ¿por? ¿fumas?- dijo él observándome.

 

Me acerqué a él y le quité el cigarrillo de las manos poniéndolo en mis labios y dando una larga y continuada calada. Aguanté el humo varios segundos y lo solté lentamente en su cara. Me cogió y me tumbó boca arriba en la cama y robándome el cigarrillo de las manos. Hizo una gran calada y con el humo todavía en la boca, lo pasó lentamente a la mía. En ese momento entró Vanessa y nos vio, con la ropa de ayer y en la cama uno encima del otro.

Fingió una tos, con la finalidad de que supiéramos que estaba allí, y funcionó. Nos incorporamos rápidamente y  nos acomodamos  la ropa.

 

Me fui con Vanessa a su cuarto, ya que Sergio tenía hora con la doctora Julie, y nos sentamos en la cama.

 

-¿Cómo fue con ese rubio buenorro, Vane?¿Lo pasastéis bien? -pregunté curiosa.

-Digamos que no es lo que os creías -respondió

-¿No hicisteis nada? -dije.

-No, no pretenderás que me acueste con mi hermano, ¿verdad?- dijo ella.

-¿Ese buenorro rubio era tu hermano? -dije.

-Si, pero ese no es el tema, como fue la cosa entre tú y Sergio cuando me fuí, ¿surgió la magia? -dijo pícaramente.

-Digamos que hubo más que magia -sonreí.

-¿Te lo tiraste? ¿Como fue? ¿Donde fue? ¿Como la tiene? Tienes que contármelo todo -exclamó Vanessa.

-Buff. Sí, fue magnífico, fue una absoluta locura, ocurrió en el parque de enfrente del bar y no, no voy a responder a eso -dije sonriendole.

-Así que grande, ¡Eh! -exclamó.

 

Sonreí pícaramente y marcando con las manos el largo y el ancho del miembro.

Salí de su habitación con la excusa de que tenía hora con Jason el buenorro.

Fui a la consulta y me abrió como si me hubiera visto llegar. Me hizo sentar y se quedó mirándome.

 

-Bien Carol, cuentame que tal ayer con Sergio.

-No voy a contestar a eso, es mi vida privada y a usted no le incumbe para nada.

-Esta bien entonces hablaré yo.


Como cada vez que entraba en esa consulta, pensaba sólo en Sergio, en lo que pasaba entre nosotros, pero nunca escuchaba a Jason, estaba demasiado ocupada pensando en él como para escuchar al hombre que me haría recordar porque estaba allí, pero que pasaba si no quería recordar, que pasaba con las preferencias de los pacientes, que pasaba si había alguien que ya estaba bien recordando lo que recordaba, si no quería recordar el accidente. Yo os lo diré, que tenía dos opciones fingir recordar o volverse loco del todo en ese estúpido lugar. Eso pasaba.

Love at first crazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora