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Es como si no estuviéramos vivos. Y la respiración no tuviera sentido en este momento. Nuestros cuerpos se mueven solos pero nuestra mente no es la que los dirige. Nuestra piel no es la única que siente el tacto, también nuestros corazones. El frío de la habitación no es el que cuenta, el calor de nuestros cuerpos es lo que tiene valor. Nuestras respiraciones sin sentido se mezclan haciendo un ritmo desenfrenado. Y los latidos de nuestros corazones es el guión de este hermoso acto.
