De pronto la vista nublada alcanza los colores de la realidad, pared blanca, fregadero de la cocina, puntos grisáceos del mostrador de granito, grita, está en un abismo grande, sus lagrimas no sezan como las preguntas en su mente inquieta, el maquillaje corre por sus mejillas y en su mano una botella pequeña de vidrio, llora desconsolada y se agarra de su pelo, solo puede pensar en tragarse el liquido transparente de la botella y en irse de una vez de este mundo de porquería que solo la hiere, tiene la dosis correcta para dormirse y el tiempo indicado para que la encuentren tarde, esta sola en casa pero su tormenta la acompaña desde hace tiempo ya.
