Prólogo

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Isla Zaniator, hace 8 años atrás

Era un día común y corriente en la colina Celyneos: los árboles se sacudían por las brisas del aire, el pasto verde reflejaba la luz del sol, sin duda todo el lugar aparentaba una zona muy hermosa y tranquila. Un chico de cabello marrón oscuro y ojos del mismo color que su cabello, camisa verde junto a un pantalón de vaquero azul y unos zapatos negros caminaba tranquilamente entre los árboles, cargando unas tablas de madera para la fogata, su gesto de alegría describía más de mil palabras de lo contento que estaba.

Sin embargo algo repentino sucedió; el cielo se tornó de un color rojizo y un vórtice apareció de la nada por encima de una cabaña que se encontraba cerca del pico de la colina. La aparición repentina del vórtice asombró al muchacho, haciendo que este dejará caer las tablas.

—¿Q-que es ese vórtice? –tartamudeó.

El joven estaba tan asombrado, que se cayó al suelo de espalda con un brazo al aire como si tratara de cubrirse de algo.

—N-no... esto... esto no puede ser... ¡Esto no puede estar pasando! –murmuró con miedo.

Efran ¿estás bi... ¡...! –un joven mayor que Efran se sorprendió al ver el vórtice– ¿Qué está pasando? –agregó con asombró.

—¡YSLAN!

El muchacho se levantó rápidamente para acercarse a lo aparentaba ser su hermano, ya que su cabello corto y sus ojos eran del mismo color que tenía Efran. El chico abrazó con ambos brazos el pantalón gris de su hermano, mientras que Yslan palmeó un poco su cabeza para calmarlo.

—¡Tranquilo! Todo saldrá bien –recitó Yslan sin dejar de mirar el vórtice.

Ambos miraban el vórtice de forma estupefactos con la boca abierta. Pero ellos se alarmaron aún más cuando vieron unos tentáculos negros salir de aquel vórtice.

—H-hermano... ¡¿Qu-que es esa cosa?! –replicó Efran.

—No lo sé, es la primera vez que veo algo así –respondió con asombro.

En el vórtice, salieron unos seis tentáculos en total y repentinamente atacaron la cabaña sin razón alguna.

*CRASH*

—¡...! –Yslan vio con asombro lo que sucedió.

—¡PAPAAAAAÁ... MAMAAAAÁ! –lloriqueó Efran.

Su casa estaba destruida y ellos vieron la escena catastróficamente terrible que un joven podía ver. Había fuego, humo y sangre. El ambiente era muy denso y crudo, entre las llamas, la imagen de un señor saliendo de los escombros, cargando un cuerpo femenino se dibujó, las risas de un ser maléfico no tardaron en hacerse bajo el mismo vórtice.

La madre de los chicos estaba herida en las piernas y el padre la cargó entre sus brazos para alejarla de los escombros llameantes. Ellos estaban alejándose de la cabaña, pero el padre no podía alejarse mucho, ya que ambos tenían raspaduras y cicatrices en sus brazos y en sus piernas, la sangre sobresalía de sus cuerpos.

—¡PAPAAAAAAAÁ! –recitó Efran.

Justo en ese momento en el que el muchacho gritó, una luz blanca se intensificó en frente de ellos, los muchachos se cubrieron sus ojos con un brazo. Cuando alejaron su brazo para ver que ocurrió, en el apareció un caballero con la armadura blanca junto con la máscara que le tapaba su rostro resaltando los ojos, su espalda tenía grabados de las alas como si fuese de un ángel, en su mano llevaba una espada larga y filosa y en la otra mano sostenía un escudo que le protegía el cuerpo completo. Yslan se sorprendió y dijo:

Círculo del imperio: El Mundo AncenstralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora