Supo que había algo raro en cuanto entró a su lugar de trabajo.
Sus compañeros susurraban entre ellos, pero cuando lo vieron se detuvieron unos segundos, pero al final siguieron hablando, ignorando su presencia. Todos los lunes comenzaban así, mejor dicho, todos los días comenzaban con los murmullos de sus compañeros con alguna cosa contra él, normalmente eso le sacaba una sonrisa.
Había creído que después de su conversación con el jefe editor eso iba a controlarse un poco, pero al parecer se había equivocado, estaban peor que antes.
Asier caminó a su escritorio, ignorando las voces susurrantes de la gente que lo rodeaba, era bueno haciendo eso, pero quedó impactado cuando vio pequeñas notas en su escritorio. Eran notas adhesivas, con letras grandes y claras.
"Traidor"
"Al final todos tus logros eran planeados"
"Deberías haberte ido hace años"
Quitó las notas, molesto. Se dio media vuelta hacia sus compañeros, intentando controlarse. Podía soportar que murmuraran a sus espaldas (o frente a sus narices), porque lo que decían solía ser estupideces, pero no iba a dejar que lo convirtieran en un objetivo de bullying. No dejo que lo hicieran de niño y no dejaría que lo hicieran ahora.
― ¿Hablar a mis espaldas ya no es suficiente? No se quien pegó las malditas notas, pero si esto pasa de nuevo no lo dejaré pasar, paren con esto, están dando vergüenza ajena.
Una mujer, respaldada con dos amigas, soltó una risita, sin mirarlo directamente, pero elevando la voz sabiendo que él escucharía.
― ¿Vergüenza ajena? ¿Quién el traidor en esta oficina? ―Las amigas de la mujer rieron.
― No de qué traición hablan, pero seguramente es algún estúpido rumor como siempre, búsquense una maldita vida propia.
Más gente comenzó a hablar, y a reír de sus intentos de defenderse, pero el jefe editor apareció, no parecía feliz, era inusual verlo así y que era mirada enfadada fuera dirigida a él.
― Asier, el director quiere hablar contigo, ahora.
Asier elevó las cejas, confundido, pero salió a buscar al gran jefe, intentando no apretar los dientes ante las frases de sus compañeros, le quedó bastante claro que esperaban su despido inmediato, y odiaba no saber de qué hablaban.
Caminó el largo pasillo, intentando calmarse y controlar su temperamento, sea cual sea el estúpido rumor que se había inventado ahora, sabía que podía contra eso, solo debía mantenerse tranquilo y aclarar el malentendido.
Se detuvo en la puerta que indicaba con grandes letras la oficina del director.
Toco la puerta, manteniendo su temperamento a raya.
― Señor, me dijeron que quería hablar conmigo.
― Adelante― La voz ronca se escuchó a través de la puerta.
Entró, intentando no pensar en como la última vez que estuvo aquí fue para ser felicitado. Miró al hombre mayor detrás del escritorio, reclinado en la gran silla negra, las arrugas surcaban su rostro, pero daban un toque más estricto a sus rasgos, ya de por sí severos.
Dmitro, el gran jefe, como le gustaba pensar, llevaba más de dos décadas siendo director de la editorial y se veía levemente decepcionado, eso lo hizo tensarse, él nunca decepcionaba a un jefe, no con su trabajo.
―Asier, que bueno que viniste― El hombre movió sus dedos contra su escritorio, como pensando en cómo decir las cosas―. Eres mi mejor empleado, siempre tengo dudas de contratar a un Omega, y siempre termino teniendo la razón, pero tú has sido diferente, lo supe desde que postulaste y lo has sido hasta ahora.
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Omega infértil [Terminada] ©
Short StoryEn un mundo donde ser Omega va unido a tener hijos Asier intenta buscar su propia felicidad. Ser un omega infértil no es fácil, ser feliz con serlo es incluso peor, intentar buscar un Alfa que entienda que nunca le dará una familia es casi una misi...