Es difícil creer que mis padres hayan accedido y estado completamente de acuerdo a dejarme en manos de un hombre que en lo personal muy poco conozco y solamente sabría reconocerlo a la vista puesto que en varias fiestas que la familia realizo a lo largo de los años el asistió se podría decir como invitado especial de mi abuelo que en aquel entonces aún era dueño de las empresas familiares, con el tiempo se hizo buen amigo de mi padre y mi madre también y no es que ellos no hubieran querido presentármelo, si no que yo no me sentía cómoda por mi condición que en aquel entonces me era un poco más difícil manejar. Pero ahora las cosas se han complicado un poco puesto que mis padres necesitan irse a vivir por lo menos tres años a Paris donde tienen muy buenos contactos que pueden ayudar a hacer crecer la empresa y yo por mi parte no quiero irme de Reino Unido, es donde nací, crecí y me crie además de que hay algo en este lugar que me está llamando y para qué negarlo, si hay algo que me define es mi curiosidad y si no me quedo para averiguar que es, dejaría de llamarme Lydia Craven.
Termino de guardar las pocas cosas que me faltaban por llevar al hogar del Señor Keller y cierro la pequeña maleta antes de escuchar la puerta de mi habitación abrirse, me giro y noto que mi madre tenía los ojos llorosos.
¿Qué pasa mama? –Me acerco a ella y esta me abraza a lo que yo correspondo.
Pasa que mi pequeña y dulce niña se va a ir a vivir lejos de mí. –Siento como comienza a acariciar suavemente mi cabello como cuando era más pequeña cosa que me llena de muchos dulces recuerdos de mi niñez. –Prométeme que tendrás cuidado hija, recuerda que no debe saber nada, no quiero que un desconocido tome por loca a mi única primogénita sin conocer la verdad de las cosas.
Rio levemente por las palabras de mi madre, era difícil olvidar que no soy normal y no porque mi madre lo mencionara ya que era un tema poco convencional para hablar en la cena sino porque esa era la razón por la cual jamás fui a estudiar a un instituto normal, desde niña siempre he recibido mi educación en casa y no es que mis padres me estén escondiendo del mundo exterior como si yo fuera un monstruo de película que nadie debía ver o lo quemarían en la hoguera, aunque eso podría aplicarse si viviera en la edad media, si no que a diferencia de los demás no puedo actuar normal con otros ya que pensarían que tengo conversaciones sola o que trato con gente imaginaria cual loca, por ello prefiero quedarme en casa, algunas veces salgo no lo negare pero por periodos cortos y con eso me basta para ser feliz. –Mama estaré bien ¿sí?, él no se enterara y todos felices, además ambas sabemos que casi siempre pasa el día entero trabajando en su oficina y yo me voy a la cama temprano por lo que seguramente ni siquiera nos crucemos con el otro.
Mi madre rompe el abrazo y besa mi frente con suavidad dándome una cálida sonrisa. –Tu padre tenía razón, piensas en todo igual que yo, por lo que sé que te las arreglaras muy bien allá pero realmente quiero pedirte una gran disculpa puesto que no puedo ir con ustedes para dejarte, me llamaron de las oficinas y al menos uno debe ir para arreglar aquel asunto, no quiero perderme la despedida pero sabes que no soy buena con ellas.
Lo se madre, no te preocupes. –Le doy otro corto abrazo antes de despedirme con la mano al verla bajar las escaleras y regreso a mi habitación, tampoco debería ponerme tan triste ¿no?, seguramente por la noche pueda hacer una video llamada con ellos para no echarles tanto de menos, aunque sinceramente me hubiese gustado poder desayunar con ambos pero mi papa estaba ocupado con los de la mudanza y mi madre atareada con los viajes que deben hacer antes de llegar a Paris.
Tomo mi maleta y evitando por todos los medio el caer por las escaleras logro bajarla hasta dejarla junto a la puerta antes de ir a la puerta trasera de la casa y salir por ahí al jardín donde no tardan en salir mis viejos compañeros de juegos.
¡Lydia!, ¿Por qué te tienes que ir? –Me siento en el pasto para quedar más a la altura de mi vieja amiga de juegos.
Zafiro no me puedo quedar y lo sabes. –Noto la tristeza en sus ojos y con mucho cuidado tomo sus manos con mi dedo pulgar e índice. –Pero también deberías saber que volveré a esta casa, solo dame tiempo, por favor.
En eso tienes razón –Se queda pensativa por unos momentos antes de abrazar mi mano. –Te esperare el tiempo que sea necesario amiga.
Gracias por comprender Zafiro. –Escuchamos la voz de mi padre llamándome dentro de casa por lo que la veo con una cálida sonrisa para darle confianza antes de levantarme e irme al interior de la casa.
Hija, hora de irnos, ¿estas lista? –Pregunta mi padre mirándome finamente a los ojos.
Si papá. –Trato de contenerme, pero no puedo y voy a sus brazos cual niña pequeña, mi padre siempre fue mi consuelo en momentos difíciles por lo que si en menos de una hora dejaría de verlo por una larga temporada por lo menos quería que me abrazara una última vez como lo había hecho mamá, nuestra familia jamás ha sido buena para las despedidas.
Tranquila hija, todo irá bien, te lo prometo. –Habla con su habitual voz serena y tranquila, levanto la mirada y noto en sus ojos unas cuantas lágrimas que luchaban por salir. –Mi niña pequeña se va de nuestro lado, que momento más difícil de la vida de cualquier padre.
Tranquilo padre pronto estaremos todos juntos de nuevo.-Le sonrió con alegría pensando que realmente así serían las cosas, el asiente con la cabeza igual de alegre y toma la maleta que yo tenía junto a la puerta principal y la sube a la parte trasera del auto mientras yo cierro la puerta de la casa con llave y subo al asiento del copiloto entregándole las llaves de la casa, yo ya no vendría para acá en un buen tiempo.
Quédatelas por cualquier emergencia por favor hija. –Me pide amablemente mi padre y enciende el auto.
Está bien padre. –Contesto animadamente y meto las llaves a mi bolso.
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Blinded by humanity - Cegada por la humanidad
FantasyYo sabia que no era como otras personas, desde niña he sabido que soy distinta pues puedo ver un mundo que la mayoría no, un mundo oculto bajo nuestros pies, en los bosques, nuestros jardines e incluso nuestra propia casa. Siempre mantuve este don...