CAPÍTULO 13

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¿Por qué te fuiste de Arizona?-musité, tímida y con la voz apenas audible.
Él se quedó en silencio de nuevo y luego bajó la mira. ¡Tonta, tonta, tonta! Me decía una voz interna; si no se lo contó a Sharon, no sé por qué tenía la esperanza de que me lo contara a mí.
-Es que no quería estar más en ese lugar-comenzó, con un tono de voz que se fue haciendo agrio conforme hablaba.
Iba a conformarme con aquella respuesta, creyendo que él ya no seguiría hablando; pero su boca se abrió de nuevo... ¿estaba dispuesto a contarme a mí... todo?
-La razón fue una chica, Kristen-su mirada estaba gacha, puesta atenta en el verde cojín del sillón-. Ella fue mi novia durante un año; estábamos bien, ó eso creía yo, hasta que un día llegué a casa y mamá me dijo que Kristen había ido y me había dejado una nota, una especia de carta o algo así...-se quedó en silencio y respiró de forma notable varias veces, mientras que yo sólo observaba cómo su perfecto abdomen se inflaba y desinflaba bajo la camisa azul que vestía; luego continuó-. Subí a mi habitación y me senté a leer la nota; decía que se iba, que no la buscara y que era el fin de nuestra relación. Que lamentaba que eso tomara tanto tiempo y que se iba simplemente porque se merecía algo mejor que... yo-su semblante de ángel ahora parecía como si estuviese tallado en piedra, con una expresión hostil y entristecida a la vez-. Terminé el año que me faltaba para graduarme y salí corriendo de ese lugar tan pronto pude; lo primero que se me ocurrió fue ir hasta Japón, pero llegué primero a Italia, aquí, me gustó y descubrí que era lo suficientemente lejos de ese lugar, así que decidí quedarme. Mi familia se mudó al año siguiente, cerca de mi apartamento. Mientras me iba esforzando en no recordar aquello ni nada de ese lugar. No te voy a negar, que sí me dolió. Yo la quería bastante y para ella simplemente no fue suficiente...-su voz se perdió y luego el silencio apareció de nuevo, y supe que ya no hablaría.
-Qué estúpida-farfullé, incrédula y él me miró.
-¿Disculpa?
-Kristen, es una estúpida-dije-. Me disculparás, pero, ¿que no eras suficiente? ¿Que se merecía algo más? ¿Acaso existe algo mejor que tú?-¡cállate! Me gritó la voz y capté la última pregunta que había salido de mi boca, el rubor corrió traicionero y sentí vergüenza; pero Justin me miraba enternecido, y mi corazón se conmovió dentro de mí, así que seguí hablando pero ahora consciente de lo que decía-. Qué tonta fue-musité-, porque no vio que eres un chico increíble, talentoso, atento, divertido, además de muy apuesto.
Él esbozó una sonrisa de medio lado.
-Estoy segura que jamás encontró ese "algo mejor" porque simplemente no lo hay-continué-. Qué lástima que te haya dejado ir, porque no supo que lo que dejó escapar fue como un tesoro, que ya no recuperará; por eso digo que Sharon es muy afortunada-en lo último de mi frase, la voz se me entristeció, pero él sonrió y aquella sonrisa le dio motivo a mi corazón para palpitar fuertemente.
-Qué linda eres-musitó y el corazón comenzó a latirme más y más rápido, expandiéndose por todo mi pecho-. Gracias.
Sonreí apenas pude, porque aun estaba un poco atolondrada intentando calmar a mi bombeador de sangre.
-¿Sabes?-me dijo- Eres a la primera persona a la que se lo digo.
Cuando creí que el corazón había vuelto a su tamaño normal, volvió a inflarse completamente conmovido.
-Gracias por tenerme la confianza-murmuré.
-Gracias por escucharme.
Le sonreí de nuevo, aun sin comprender cómo es que aquella chica lo había dejado ir.
-Pero basta de mí, te toca-la sonrisa alegre apareció de nuevo en su rostro y esperé a que dijera la primer pregunta-. ¿Qué te inspiró a ser fotógrafa?
-Mi papá-dije-. Le gustaba mucho tomarnos fotos, a mí y a mi mamá y me gustaba cuando me sentaba en sus piernas y me las mostraba una por una, decía "Mis chicas" y luego me daba un abrazo. Me hacía sentir protegida-el recuerdo llegó hasta mi garganta, quebrándome la voz.
-Seguro tu padre está muy orgulloso de ti, donde sea que él esté-me acarició la rodilla con cariño y me sonrió.
-Gracias.
-Dime, ¿Qué hay con el chico de California?-inquirió y me reí por el cambio de tema tan repentino.
-¿Cuál chico?-dije, un poco confundida.
-Del que le hablaste a Christian hoy, sobre tu amiga...
-¡Oh! Eso, amm...-recordé mi pequeña mentira y rebusqué algunas palabras para formar la respuesta que él me pedía-. Bueno, como tú dijiste, ya no importa, ya se quedó allá-me preguntaba si había notado mi nerviosismo.
-¿Te has enamorado alguna vez?-su mirada miel se clavaba en mi rostro con intensidad, haciendo que mi corazón se trabara en sus latidos.
-Existió un chico, Dennis-expliqué-. Pero, no funcionó-me encogí de hombros.
-¿Por qué no funcionó?
-Bueno, éramos muy distintos. Yo amaba la fotografía y el arte y él... no era muy trabajador que digamos-reí-. Pero era un buen chico.
-¿Entonces buscas a alguien con quien puedas congeniar?
-No lo busco, Justin. Tengo algo así como una creencia de que él sólo llegará.
-El destino.
-Quizá-me encogí de hombros.
-Dime, Christian es...-parecía como si luchara con las palabras para encontrar las adecuadas-, amm... bueno, se nota que te llevas muy... bien, con él. ¿Te gusta?-sin embargo, parecía también apenado por su pregunta.
La fierecilla se emocionó al oír la pregunta que esperaba. "Dile que sí, dile que sí" me decía, pero la ignoré mandándola al rincón de donde había salido.La fierecilla se emocionó al oír la pregunta que esperaba. "Dile que sí, dile que sí" me decía, pero la ignoré mandándola al rincón de donde había salido.
-Chris es... un gran chico. Pero...
-Tú le gustas-me interrumpió.
-No creo gustarle más que Ferni. Y la respuesta es... que quizá me agrade un poco, pero, me quedo como su amiga.
-Eres sincera-esbozó una delicada sonrisita-. Y, quiero conocer a esa chica, Ferni. Me hablas de ella y no sé siquiera quien es.
Me reí.
-Es la chica del laboratorio de fotografía de los Agnelli. Un día te llevaré.
-¿Prometido?
-Prometido-reí-. Siguiente pregunta.
-¿Qué te contó Chaz el otro día?
-¡Tramposo!-negué con la cabeza riendo- No te voy a decir, no seas curioso, Bieber.
Me miró y enarcó una ceja.
-Perdón, Justin.
Sonrió
-Y no te diré.
-¿Tiene algo que ver conmigo?
-Eemm... contigo, conmigo, con Christian, con todos-divagué, saliéndome por la tangente-. Última pregunta.
-¿Ya es la última?
-Así es, curioso-asentí.
-Está bien. Bueno, tú conoces a Sharon mejor que nadie, y me conoces bastante también a mí, ¿cierto?-asentí- Bien, ¿crees realmente que Sharon y yo...? No, ya sé, ¿crees que Sharon es lo mejor para mí y yo para ella?
Abrí los ojos de par en par, ¿qué? ¿Ahora dudaba? ¿Y me preguntaba a mí?
-Bueno, mira-balbuceé y me humedecí los labios, repentinamente secos-, no se trata de lo que opine o lo que la gente diga; aunque tú los has oído, dicen que ustedes son la pareja perfecta; pero te repito, los comentarios de la gente no importan, lo que verdaderamente importa es lo que tú y ella sienten. Si la amas, y ella a ti, ¿qué importa lo demás?
Tenía la mirada baja al igual que la cabeza que ligeramente se inclinaba hacia abajo.
-Gracias-musitó.
-Cuando quieras, Justin.
Levantó la mirada de pronto e hizo que me corriera hacía atrás por el repentino movimiento.
-Tengo que irme, discúlpame con Sharon, ¿sí?-se levantó del sofá y caminó hasta la puerta.
-¿Por qué te vas?-inquirí, desorientada, aun sentada sobre el sillón.
-Las preguntas se acabaron-sonrió-. Hasta mañana, ______-y salió por la puerta.
Dejó la habitación vacía y a mí en ella. Cuando lo capté, pude distinguir también un fiero deseo de mantener su presencia aun allí, conmigo.
Giré sobre mi asiento y miré la rosa sobre la mesa, suspiré. Salí disparada a mi habitación y rebusqué en el cajón inferior de mi buró aquellas fotos con el rostro de ángel. Me quedé sentada en el suelo de la habitación, recargada en uno de los lados de mi cama, mirando lo que tenía en las manos. ¿Qué era eso que sentía en mi estómago? ¿Por qué el corazón se me aceleraba cuando no debía? ¿Por qué... sentía que Justin me gustaba? Era sumamente atractivo, sin duda y sensacional, también.
Estar a su lado era como no querer que el tiempo avanzara, querer detener las manecillas del reloj y mandarlas en sentido contrario. Su mirada angelical de miel era como la fábrica de luces para Navidad. Me hace sentir bonita con el beso en la mejilla, la sonrisa que miraba en su rostro me llena de algo que me es inexplicable. Él de alguna forma me hace recordar lo que es sentir, saber que una existe.
Bieber, Justin, como sea; el nombre es lo de menos, porque ahora me invadía una angustia palpable que me comenzó a cortar la respiración y hacía que las manos desprendieran sudor frío.
No. Yo podía fijarme en cualquier chico, cualquiera. Excepto en uno. Arrojé las fotografías dejándolas desparpajadas por todo el interior del cajón y lo cerré abruptamente. Yo no podía fijarme en Justin.
-¡_____!-la voz de Sharon apareció lejos, junto a la puerta de entrada que apenas había cerrado para introducirse al departamento y como impulsada me levanté del piso y salí de mi habitación. Miré a Sharon.
-Hola-musité.
-¿Dónde está Justin?-preguntó, dejando su bolso Louis Vuitton sobre el sofá.
-Se fue,
-¿Cómo? ¿Vino y se fue?
-Sí-me encogí de hombros-. Me dijo que lo disculpara contigo pero que tenía que irse-tragué saliva escandalosamente.
-¿Estás bien?
-¿Yo? Claro, ¿por qué no he de estarlo?-farfullé, queriendo sonreír.
-Pues, te conozco y pareces nerviosa.
-¿Nerviosa? ¿Yo?-reí- No, para nada.
-_____-me miró, con esos grandes ojos color chocolate que me acusaban conjeturantes- ay, ¿sabes qué? Olvídalo-manoteó restándole importancia al asunto-, vengo muy cansada hoy-bostezó y luego miró hacía la mesita de centro-. ¿Y esa rosa?
Abrí los ojos como platos.
-Eh... emm...-tartamudeé.
-¿Te la dio Christian?-especuló con el rostro ansioso.
-Justin-solté.
-¿Te la dio Justin?-su ceño se frunció, y la voz se le bañó radicalmente de un matiz de confusión.

Manual de lo prohibido Justin Bieber y Tú (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora