CAPÍTULO 14

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-¿Te la dio Justin?-su ceño se frunció, y la voz se le bañó radicalmente de un matiz de confusión.
-Emm... ¡No! Quiero decir que Justin te la dejó a ti, es para ti-dije, mientras sentía que la fierecilla pataleaba y gritaba ¡Mía, mía, mía!
-¿Hizo eso?-su semblante cambió de nuevo y se volvió tierno y dulce, como era- Aww, qué lindo es-se acercó a la rosa y la tomó para luego percibir su aroma-. Tengo que ponerla en agua-sonrió y yo suspiré, aliviada y con pesar.
Aliviada porque había salido del lío que por poco y se iba a armar, y con pesar porque la rosa ahora estaba en las manos equivocadas, que irónicamente eran en las que deberían de estar.
Me senté en una de las sillas del pretil mientras veía cómo Sharon sumergía el tallo de la rosa en el agua de un florero pequeño.
-¿Y qué tal tu día con Chris?-preguntó mi amiga.
-Genial-musité con aplomo.
-Ay pero lo dices como si no te hubiera gustado-su aguda voz se acercó cuando ella se sentó a mi lado.
-No, es que estoy cansada, ya me conoces-sonreí.
-No es justo, ¿sabes?-dijo.
-¿Qué cosa?-la miré.
-Que no pueda pasar tiempo contigo. Dios, ¡eres mi mejor amiga y casi ni hablamos! Yo con mi trabajo y con... Justin.
-Pero Shar, vivimos en el mismo departamento, como queríamos desde pequeñas, ¿recuerdas?
-Sí-sonrió-, y aun así casi ni te veo. No es justo.
-Está bien. Tenemos los domingos-dije.
-Un día de siete-hizo un mohín.
-Me gustaría pasar más tiempo contigo, Shar; como cuando éramos niñas, pero ya no lo somos. Tú tienes trabajo y yo muchas cosas que hacer. Pero al menos lo compartimos y eso es lo que cuenta.
-Me siento muy afortunada, ¿sabes?-suspiró- Tengo la mejor amiga del mundo y el novio más apuesto del planeta-rió-. Además del trabajo que quería-agregó.
No sabía por qué me sentí culpable cuando ella dijo "la mejor amiga del mundo" y celosa cuando dijo "el novio más apuesto del planeta".
Sonreí y la abracé. Si había una amiga excelente, esa era Sharon. No yo.
-Tengo que dormir, Shar-dije.
-¡Ay, no!-exclamó, como niña pequeña- ¿No vas a cenar?
-Estoy cansada.
-¡Vamos! Cena conmigo, ya van varias veces que me dejas cenando sola-hizo un puchero y me reí.
-Está bien. ¿Qué cenamos?
La sonrisa de Sharon se expandió alegre por su rostro.
Miré a través de la ventana el cielo completamente oscurecido y conté las escasas estrellas que había esa noche. Miré luego el reloj, iba a ser la una treinta de la mañana y yo aun no podía dormir. Me acurruqué entre la cobija y suspiré.
No podía seguir ignorando a la fierecilla dentro de mí, porque sus pensamientos ya no iban en total desacuerdo con los míos. Pero aun conservaba un poco de cordura en alguna parte de mi cabeza que me decía que no podía enamorarme de Harry. Era tan intocable como el fuego bajo la sartén, tan prohibido como romper alguna ley de la constitución; era el novio de mi mejor amiga, y yo debía de brincar hacía atrás los pasos que no debí de caminar.
Apabullada y con la cabeza llena de pensamientos ilógicos logré dormir esa noche.
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Su sonrisa llegaba hasta mí a través de la poca distancia entre ambos. Una sonrisa demasiado bonita como para desgastarla, pero él quería dármela a mí y sólo a mí; haciendo que miles de mariposas revolotearan en mi estómago. Luego tomó mi mano, y sentí que pude tocar el mismísimo cielo. El corazón se me aceleró cuando él puso mi nombre en sus labios y la sonrisa se expandía ahora por mi rostro.
-¿Quién más puede hacerte sentir esto?-me preguntó, con su voz de terciopelo.
Era la primera noche que soñaba con él, con Justin. Suspiré con la cabeza enterrada en la almohada y mi suspiró se convirtió en un vapor cálido que me pegó en todo el rostro. Alcé la cabeza y pude sentir algunos que otros cabellos despeinados a cada costado de mi cara. Hoy era sábado. Recordé angustiada el sueño y llegué a la conclusión de que tenía que contarle esto a alguien porque si no, explotaría tarde o temprano.
Me levanté y arreglé en media hora y tecleé sobre las teclas de mi celular el número de Chaz, ¿quién mejor que él para entender toda esta locura?
-¿Hola?-me contestó, del otro lado de la bocina.
-Chaz, ¿podemos vernos hoy?-pregunté.
-Claro, dime en dónde y a qué hora-accedió.
-En la plaza, en una hora y media, ¿está bien?
-Perfecto, ¿puedo preguntar para qué?-curioseó.
-Te digo cuando te vea.
-Está bien.
Trunqué la llamada y me apresuré a salir del departamento, seguro tardaría más de una hora y media si no me daba prisa. Aunque llegar por mis propios medios me costaría trabajo.
Tomé un taxi que tardó casi los sesenta minutos en llegar y pagué con los euros que habían salido de mi bolso o que, mejor dicho, Sharon había colocado allí para mi uso, debido a que mis billetes y monedas aun eran americanos.
Bajé y me adentré en el motín de gente que circulaba bajo el cielo grisáceo como el día de ayer, y me senté en una banquita gris que estaba vacía por puro milagro, como si aguardara por mí.
Le regalé un suspiro al aire y luego miré hacia arriba, a lo mejor llovería hoy. Los nubarrones grises que surcaban el cielo se veían considerablemente amenazadores.
Empecé a divagar entre mis pensamientos, mientras esperaba por Chaz; quien hasta el día de hoy se había vuelto casi mi mejor amigo, nos contábamos todo y esta vez, no sería la excepción. Estaba dispuesta a decirle con punto y coma todo, y eso incluía aceptar que Justin me atraía y bastante.
A la media hora Chaz apareció entre el tumulto de gente, su suéter color vino y su cabello rizado fue lo que alcancé a distinguir primero.
-¡Chaz, acá!-manoteé para que me viera y no sólo logré llamar la atención de él sino de algunos otros que me miraron extrañados por hablar en otro idioma.
Cómo si no hubieran oído jamás el español. Me encogí un poco cohibida y aun así Chaz me alcanzó a mirar y se acercó.-¡Hola!-me sonrió, haciendo notar sus pómulos rojizos.
-Qué bueno que llegaste-dije y lo jalé de la mano para sentarlo conmigo.
-Dime, ¿qué pasa?
-Bueno, tengo un muy, muy, grave problema-farfullé.
Sus cejas se elevaron al mismo tiempo en un gesto de sorpresa pero luego pasó a ser un ceño fruncido bañado de un matiz de preocupación.
-¿Qué tipo de problema? ¿Qué es?-inquirió, visiblemente atento.
-Bueno, ¿prefieres que te lo diga sin tantos rodeos?-pregunté, a lo mejor así era más fácil para mí.
Asintió.
-Creo que me gusta tu hermano-dije, casi hablando entre dientes, consumida por la vergüenza.
-¡¿Qué te gusta quién?!-sus ojos se abrieron al igual que su boca.
-No me hagas repetirlo-lo fulminé con la mirada.
-¿Estás enamorada de Justinh?-preguntó y su voz se mezcló con alguna chispa de arrebato repentino.
-No, no, no-gesticulé-. Enamorada, no-negué rotundamente, meneando la cabeza-. Sólo, me gusta... mucho-admití, ruborizándome.
-Vaya-se recargó con aplomo sobre el respaldo metálico de la banca-. Ahora somos compañeros del mismo dolor-bromeó.
-Chaz, no estoy enamorada de tu hermano-volví a especificar.
-No por ahora.
Le fruncí el ceño y el rió.
-Vamos, cuéntame cómo ocurrió-me palmeó la pierna cariñosamente.
-Bueno-suspiré-, creo que fue desde que lo vi. Mira, yo no creo en el amor a primera vista, pero cuando vi a Justin, me atrajo al instante. Tu hermano es muy apuesto.
-Ya he oído eso-musitó Chaz.
-Bueno, tú no te quedas atrás-admití.
-Gracias. Continua.
-Él no me dijo que era novio de Sharon, y Sharon tampoco me mencionó que tenía uno; así que mis pensamientos volaron libremente y entonces chocaron contra una dura pared cuando me enteré de que ellos eran pareja.
-¿Cómo te enteraste?
-Oí a Sharon decirle 'amor' y luego besarlo.
-Oh-musitó y quiso fingir indiferencia, pero fue notable que le dolió. Capté entonces que debía guardarme comentarios como ese.
Continué.
-Luego Sharon me explicó que lo eran y... yo comencé a convivir con Justin, ya sabes, mientras espera a que Sharon llegue del trabajo y eso; luego...
-Espera, espera-me interrumpió-. ¿Cómo que convives con Justin mientras espera a que Sharon llegue?
-Sí, bueno, Sharon llega a las ocho de la noche y Justin va a las siete al departamento.
-¿Por qué hace eso?-preguntó, confundido.
-Dice que es agradable estar allí-me encogí de hombros.
La cabeza de Chaz se meneó y luego soltó una risita junto con un resuello.
-Continúa, continúa-me instó.
-Bueno, empecé a convivir con él, llevarnos bien es fácil, es agradable y divertido, pero mientras más convivíamos, empecé a sentir cosas por él.
-¿Cosas?
-Sí, ya sabes, ese tipo de cosas-me encogí de hombros.
-¿El cosquilleo en el estómago, la sonrisa idiota en el rostro, el latir inoportuno del corazón, el enrojecimiento de mejillas y las ridículas ganas de verle el rostro a cada instante de cada día?
-Eso... mismo.
-¿Ó esas ganas abrasadoras de ser tú quien en vez de ella, esos molestos pinchazos en el interior que te fruncen el ceño cuando los ves tomados de la mano, riendo y platicando, y esas oleadas repentinas de tristeza cuando por accidente los descubres besándose?
-Sí-musité.
-Querida mía-se acomodó para mirarme de frente y me miró con un gesto divertido y a la vez compasivo-. Lamento confirmarte que estás enamorada-me hizo un cariño en la barbilla.
-¡¿Qué?!-chillé, atónita.
-¿Por qué no?-preguntó, sumamente tranquilo.
-¡Porque es novio de mi mejor amiga!-vociferé como si fuese obvio-. No debo, no puedo-negué con la cabeza, frenéticamente.
-Uno no decide de quien enamorarse-suspiró-. Y si no, mírame a mí: no debo ni puedo estar enamorado de Sharon, y lo estoy-se encogió de hombros.
-¿Por qué lo tomas con tanta tranquilidad?-vociferé, casi queriéndole sacudir de los hombros.
-Porque no voy a ponerme a llorar ni a atormentarme. ¿Qué más puedo hacer si no es aceptar y vivir con eso? Aunque me duela.
-Y bastante-admití, ahora caía en la cuenta del porqué es que lo entendía desde un principio.
-Ahora sé por qué nunca me juzgaste-dijo, adivinando mi pensamiento.
-¿Y qué vamos a hacer ahora?-pregunté, derrotada ante el sentimiento.
-Tratar de separarlos y hacer que Justin te ame a ti y que Sharon me ame a mí-dijo.
-¿Qué?-le miré, con desdén, crédula.
-Sabes que eso fue sarcasmo, ¿verdad? No vamos a hacer nada, no podemos hacer nada-musitó, lleno de aplomo.
-Por un segundo lo creí-susurré, recargando mi espalda en el respaldo de la silla y cruzándome de brazos.
"Y me gustó" completó una vocecilla en mi cabeza.
-¿Te digo algo?-dije, ignorándola.
-Dime-me miró.
-Creo que Justin se...-me daba vergüenza decir eso, porque seguro Chaz pensaría que estaba loca o demasiado enamorada y ya comenzaba a alucinar.
-Se... ¿qué?-me instó.
-Se pone un poco celoso cuando me ve con Chris-terminé diciendo como quien no quiere la cosa.
-¿Christian? ¿El vecino de Sharon?
-Ajá.
-¿Por qué se pondría celoso?-preguntó, con los ojos inquisidores.
-No sé-dije, aunque sí sabía, o al menos, quería creerme lo que pensaba. Que yo de alguna forma le atraía-. Pero he notado que cada vez que tomo a Chris de la mano y que le doy un beso en la mejilla o que Chris me corteja, Justin no parece muy contento-admití.
-¿Te gusta Christian?-preguntó y me hizo recordar cuando Justin lo hizo también.
-Es agradable, pero lo prefiero como amigo.
-Entonces, déjame adivinar, ¿utilizas a Christian para darle celos a Justin?-me reprochó.
Lo primero que pensé en decir fue 'No', pero luego, cuando lo pensé más, decir 'No' sería completamente falso; porque conciente o inconsciente, yo hacía aquello para ver el ceño fruncido de Justin en su rostro y luego sentirme bien al saber, o mejor dicho, creer, que yo le robaba algún tipo de sentimiento de inquietud.
Chaz interpretó mi silencio.
-_______, eso no se hace-me regañó, como un padre a una hija, o como un hermano mayor.
-La mayoría del tiempo no lo hago a propósito-susurré.
-Y Justin no tiene porqué ponerse celoso-reflexionó-. Esto está muy, pero muy raro-se rascó la barbilla, como pensando y yo sólo me dejé caer de nuevo sobre el respaldo, suspirando. No quería hacerme ilusiones, no debía.

Manual de lo prohibido Justin Bieber y Tú (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora