Al final del tunel (Solo En La Oscuridad 2)

V

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-¿Y bien?-. Pregunta Alonso mientras la mira desde el asiento del copiloto, ya sin sus vendajes y en camino a casa.
-¿Qué?-. Responde con otra pregunta, conociendo hacia dónde va y evadiendo su respuesta.
-¿Cómo sabias…?-.
-¿Que ibas a salir?-. Interrumpe Alex sin apartar la vista en el camino.
-Pues… si, por que según escuché, faltaban algunos estudios por hacerme-. Su voz no recriminaba, no era lastimosa ni resignada, era solo mera y pura curiosidad sobre el hecho, pero Alex guarda silencio y mira el camino, no ignorando a su novio, sino intentando acomodar las ideas en su cabeza, recuerdos que llegan uno a uno mientras avanza por el camino. Los rostros de sus amigos, las risas los lugares que frecuentaban constantemente y lo que sucedió con cada uno de ellos.
-Primero lleguemos a casa-. Lo mira durante un segundo, suplicando por el silencio, el cual se extendió durante todo el camino hasta llegar a su destino.

Ya en casa, Alex busca en su armario, entre cajas y cajas de cosas que parecen olvidadas por el tiempo, Alonso la mira de cerca, preguntándose qué es lo que hace, a donde quiere llegar o que es lo que tiene ella que decirle. La observa lanzar ropa y bolsas y cajas con adornos navideños hacia la cama y sin mucho cuidado hasta dar con una caja mediana y rectangular que en otro tiempo guardaba galletas; en la tapa puede leerse el nombre de Alexandra con rotulador sobre el decorado y una leyenda bajo su nombre, “preferentemente no abrir”. Él la mira con curiosidad, sin intentar formular alguna pregunta y sin apartar la mirada de Alex, quien tiene las manos temblorosas mientras sostienen el contenedor y se sienta en el suelo, Alonso la acompaña y puede ver en su mirada como el miedo comienza a apoderarse de ella poco a poco, pero no solo es miedo lo que hay en sus ojos, también puede ver enojo y tristeza y una pequeña lágrima resbala por la mejilla de su novia.

-Amor, no tienes que hacer esto si no quieres… en verdad-. Alonso toma la caja de entre las manos de Alex, la coloca a un lado y acaricia una de sus mejillas, secándola con sus dedos. Alex toma nuevamente la caja sin prestar atención a lo que le ha dicho su prometido y comienza a sacar fotografías y recortes de periódico de hace ya tiempo, tan delgadas que en cualquier momento se podrían romper. Sin tanto cuidado las pone a un lado y muestra una foto aun más vieja, los bordes se encuentran amarillentos pero se encuentra en muy buen estado, en ella se encuentra un grupo de adolescentes frente a lo que parece una casa de campo, una pequeña cabaña que recorta un cielo azul y los rostros de los chicos se ven felices, llenos de vida, brillan con su simple sonrisa, excepto uno, que no parece prestar atención a la cámara y es abrazado por otro chico de piel morena.

-¡Cesar, ven a la foto!
-Está bien, yo no…
-Nada de eso, todos debemos salir.
-¡Sí, anda!
-1… 2… 3…!

-Ellos eran mis mejores amigos-. Sonríe pero la alegría no llega a sus ojos, en cambio se notan vacios y perdidos al mirar la imagen de ellos.
-¿Y qué pasó?-. Al preguntar esto, Alex comienza a sacar fotos de cada uno de ellos junto con recortes de periódico que cuentan el final de cada historia, solo datos sueltos pero nada concreto, a excepción de uno de ellos.
-Todos se fueron, uno por uno…-. Alexandra le cuenta un resumen de lo sucedido años atrás, la forma en que sus amigos fueron desapareciendo, el vacio que fueron dejando y la soledad en la que sumió durante ese tiempo y el dolor que ha dejado el paso de los años.

Alonso escucha atentamente cada palabra mientras observa las fotografías y mira los recortes de periódico mientras la noche se cierra sobre ellos, las sombras alargadas comienzan a llenar el espacio, roto solamente por la tenue luz de la lámpara que se encuentra en la cajonera al lado de la cama. A pesar de todas las emociones que lleva guardadas el llanto ya no se asoma, se han asimilado y los recuerdos ahora parecen lejanos, pero no por eso duelen menos.