Thirteen.

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Al día siguiente me dieron el alta poco antes de la hora de comer. Seguí en el hospital, ya que quería pasar el máximo tiempo posible con Marc Junior. Marc me mandó un mensaje la noche anterior asegurando que vendría ese mismo día por la tarde, después de entrenar, y honestamente lo agradecía, porque aún no sabía qué decirle. Sabia que tenía que hablar con él, pero me daba tanto miedo... La familia de Marc seguía viniendo en pequeños grupos a conocer al nuevo benjamín de los Márquez, y yo cada vez me sentía más sola. No entendía porqué tenía que pasar por todo eso yo sola cuando era su familia. Y después quería que me casase con él... Si las cosas eran así de novios, ¿cómo sería cuando nos casasemos?
Las agujas del reloj del pasillo del hospital siguieron avanzando hasta dar las siete en punto. En una hora terminaba el horario de visitas y yo tendría que irme. Y, por supuesto, Marc no se había pasado por aquí a ver a su hijo. Yo temblaba sólo de pensar que iba a pasar la noche sólo, y él no se había acordado del niño en todo el santo día. Está claro que esto, lejos de hacer que mi enfado fuese a menos, lo empeoró todo. Andrea estuvo conmigo desde las seis, puso rumbo al hospital sin ni siquiera haber comido desde al mediodía para poder vernos, y afortunadamente no nombró para nada al padre de mi hijo.
Cuando faltaban diez minutos para las ocho, entramos a despedimos del niño y cogimos el ascensor mientras discutiamos sobre el sitio en el que pedir la cena esa misma noche. Mi amigo intentaba llevarme al lado oscuro, argumentando porqué deberíamos pedir pizza con piña, mientras salíamos del ascensor. Y justo cuando puse un pie fuera de este, me encontré con Marc. Suspiré, fulminándole con la mirada, y miré a Andrea.

- ¿Puedes dejarnos a solas cinco minutos? Enseguida salgo.

El italiano asintió y abandonó el hospital sin mediar palabra. Yo respiré hondo e intenté almacenar todos los reproches que tenía para mi flamante novio bajo llave, estábamos en un hospital y no era el momento adecuado ni el lugar adecuados para discutir.

- Déjame que vea al niño cinco minutos y nos vamos a casa, ¿vale?

- Al niño puedes verlo hasta que se termine el horario de las visitas, que no es que sea mucho tiempo, pero yo me voy a casa de Andrea.

- ¿Y qué harás allí?

- Aclararme. Ahora mismo no puedo convivir contigo, son demasiadas cosas.

- Pero Nevaeh...

- Ya he tomado una decisión, Marc. Si hubieses llegado a una hora normal probablemente habríamos podido hablar y me habrías hecho cambiar de opinión. Pero no, tenías que llegar a las tantas porque resulta que el trabajo está por delante de mí. Y eso me da igual, Marc, te juro que ya no me importa. Pero resulta que también está por delante de nuestro hijo, y eso me duele en el alma. Porque confié en ti, y te creí cuando me dijiste que las cosas iban a cambiar con la llegada de Marc Junior. Y resulta que, una vez más, me equivoqué.

- Petita, relájate, por favor, sé que estás enfadada y tienes todos los motivos del mundo para estarlo...

- No, no estoy enfadada. Ojalá lo estuviese. Enfadada estaba cuando aplazabas nuestros planes por tus estúpidos entrenamientos. Enfadada estaba cuando me enteré de lo lejos que habías llegado en tu relación con Claudia sin contárselo a tus fans. Enfadada estaba cuando no entendías que los niños pueden usar más colores a parte del azul. Ahora no estoy enfadada. Estoy dolida. Estoy decepcionada. Estoy desilusionada. Ahora sube y aprovecha el poco tiempo que podrás pasar hoy con tu hijo. Lo que más pena me da es que su padre acabará siendo un completo desconocido para él.

Me alejé de él a paso acelerado, sin dejar que me respondiese siquiera, sintiendo como mis mejillas volvían a empaparse en lágrimas. Otra vez por él. Y cada día que pasaba estaba más cansada de todo aquello. ¿En serio me merecía todo lo que me estaba pasando? Tuve que hacer algo muy malo en la otra vida de ser así... Andrea me estaba esperando subido en la moto y sosteniendo mi casco. Suspiré, pensando en mi moto, en aquella Honda preciosa que me había regalado él, y me subí de paquete, pensando que todo, absolutamente todo lo que había en esa ciudad, me recordaría de una manera u otra a Marc Márquez, y que yo no podría hacer nada para evitarlo.

Mi amigo decidió dejarme elegir la pizza y el canal de televisión que veríamos esa noche mientras cenabamos. Comí dos trozos por educación mientras fingía que veía mi casa es la tuya. Jamás me cayó bien Bertín Osborne, siempre me juré que ni harta de vino le daría algo de audiencia. Pero allí estaba, en la periferia de Barcelona, comiendo un trozo de pizza margarita con desgana y sintiendo la mirada de pena de Andrea sobre mí.

- Odio verte así. -Se atrevió a decir finalmente mientras apagaba la televisión. ¿Tanto se notaba que no le estaba haciendo ni caso?-

- Lo siento... Sé que ahora mismo soy un coñazo y que no soy la mejor compañía pero...

- Tú jamás eres un coñazo, y te aseguro que para mí siempre serás la mejor compañía.

Suspiré, sabiendo que aquello no era cierto, y me dejé caer sobre el respaldo del sofá, cerrando los ojos con fuerza, intentando hacer un poco esfuerzo para olvidarme de todo lo malo e intentar centrarme en lo que tenía cerca, en lo bueno. Al abrir de nuevo los ojos, me vi a Andrea mucho más cerca de lo que esperaba. A una distancia a la que solamente debería estar con Marc de lo cercana que era...

FELIZ 25 CUMPLEAÑOS, MARC❤️🎂

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⏰ Última actualización: Feb 17, 2018 ⏰

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Conociendo a mi ídolo [SEGUNDA TEMPORADA] |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora