CAPITULO 17.- PARQUE DE DIVERSIONES

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Zero estaba encantado, los cursos de verano eran un éxito, sus malestares aun persistían pero no quería darse ilusiones con algo imposible, él era estéril, no valía la pena molestar a su amigo por meras fantasías suyas seguramente pesco un virus potente cuando la fiesta de Ryou, tan metido estaba en sus pensamientos que no oyó a una madre pedirle más acuarelas

- Disculpe, perdone tengo tanto en la cabeza que me pierdo – se disculpó el albino

- No se preocupe, con 20 niños a que cuidar, lo entiendo – le dijo la mujer

Era martes aún tenía una semana muy ajetreada y ya no podía con la presión, se dejó caer en su silla giratoria y soltó el aire contenido

- Te ves cansado, por qué no te vas a casa, a descansar – le sugirió Kurenai

- No quiero dejarte sola, y Yuuki se molestaría y pensaría que estoy tirando la toalla tan pronto – dijo el oji lila

- No te preocupes Yuuki me ha dicho que estuviste recientemente enfermo, ve a descansar, no es la primera vez que me quedo aquí sola en la galería, además he llamado a Ruka y a Shiki para que ayuden hoy, hace rato acabo de colgar con Aidou vendrá a echar una mano después de todo Kain se va de congreso y Kaname se da sus vueltas cuando tu sales por mas material – le dijo la albina para tratar de convencerlo

- Bien tu ganas iré a casa, la verdad no me siento con ánimos hoy – dijo tomando sus pertenencias – si me necesitan solo llámame de acuerdo, solo cerrare los ojos un poco en mi mullida cama, en serio que no me siento bien – la beso, se despidió de Yuuki y se fue a casa.

Al llegar a su hogar Zero se acostó y no volvió a saber de la vida hasta muy entrada la noche pues un olor a quemado lo despertó

- Yuuki- llamo

- Si mamá – fue la respuesta de la niña quien salía de la biblioteca

- Estas calentando algo – pregunto preocupado el olor a quemado se hacía más fuerte

- No, solo es papá queriendo hacer panqueques, le dije que era inútil, pero ya sabes cómo es, cuando algo se le mete entre ceja y ceja no hay quien lo desanime – dijo la niña bajando con el mayor las escaleras

- Malditos y estúpidos panqueques, porque me odian – escucharon decir al castaño

- No te odian solo, los dejas mucho tiempo a fuego alto, debes bajar la llama cuando empiece a agrumar – se rio Zero pues Kaname estaba lleno de harina y la cocina olía a quemado y los dispersores habían inundado la cocina

- Bien, ya entendí, fuego alto, grumos, fuego lento – dijo con cara de comprensión – como sigues, cuando llegamos estabas durmiendo tan pesadamente que ni siquiera te diste cuenta que te cambiamos la ropa – le dijo su marido – estás cansado, tienen ojeras y estás perdiendo peso, deberíamos ir al médico – sugirió el mayor

- Estoy bien solo es un pequeño mal estacionario – se defendió el albino, el odiaba los hospitales, por muchas cosas

- Si sigues así, iremos aunque te lleve como costal de papa y no bromeo – dijo ceñudo el borgoña

- Promesas, promesas – dijo el albino

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Ichiru estaba en un casero estudio fotográfico revelando las fotos que había hecho de la familia Kuran – Kiryuu, dos meses de montar campaña para echar rodar su plan, el inútil de Rido, había fracasado en su parte, pero bueno el jugaría su última carta, presionar psicológicamente a Zero, lo conocía lo suficiente como para saber que perdería los estribos con facilidad, su hermano era muy impulsivo y poco juicioso cuando no podía controlar la situación, destruir su psique sería fácil, puso a secar las fotografías a secar.

LAS DOS LUNASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora