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Capítulo 6.

(Narrador omnisciente).

La maga celestial se encontraba discutiendo consigo misma, reclamándose por estar pensando en su situación "amorosa" con el mago de cabellos rubios, sintiéndose culpable por el hecho de que debía concentrarse en la misión y capturar a la criatura que afligía la ciudad y a su otro amigo.

Lucy, Lucy, olvida tus sentimientos por un momento y concéntrate en las prioridades. ¿Qué es más importante? ¿Sting o una ciudad entera?... Mejor no respondas, quedarás como la peor persona en Fiore. —suspiró, adentrándose cada vez más en el bosque y apenas notando que ya había oscurecido.

Sacó la linterna que había guardado en su cinturón y la encendió, iluminando una parte del bosque; al cabo de media hora empezó a ponerse nerviosa debido a que la sensación de ser observada la invadía más y más, a tal nivel que volteaba a todos lados e iluminaba los lugares que le producían desconfianza.

¿No podíamos esperar hasta el amanecer? No, esa criatura debía atacar de noche, como en todas las historias de terror de Happy. ¡Maldito gato azul! —y de pronto apareció el príncipe auto proclamado de la maga: Loke.

¿Estás bien, Lucy? No tengas miedo, yo te cuidaré de cualquier peligro. —le dijo desbordante de confianza el espíritu celestial.

Tranquilo Loke, te llamaré si necesito ayuda. ¿Vale? —su amiga le dedicó una sonrisa y se despidió de él con una mano.

El joven acató la petición de su princesa y así como llegó regresó al mundo de los espíritus.

Conforme Lucy se adentraba en el bosque pudo identificar lo que sería el llanto de un niño, alarmándose por pensar en que el pobrecillo podría estar solo y siendo atacado por la criatura que acechaba en los bosques, sus pensamientos la hicieron apresurar el paso y sin darse cuenta ya estaba corriendo por el bosque.

¿Hola? ¿Estás bien? ¡No tengas miedo, iré por ti! —gritaba con todo el aire que sus pulmones le permitían.

Luego de correr y tropezarse con varias ramas de árboles llegó al paradero del llanto y, en efecto se trataba de un niño. ¡Era el mismo niño que había visto la primera noche de su estadía! La maga no pudo evitar pensar en un millón de posibilidades diferentes acerca del porqué el niño se encontraba ahí, solo y llorando. No pudo evitar acercarse a él e hincarse hasta su altura, para acariciarle la cabeza.

¿Estás bien? ¿Qué sucede? No tengas miedo, estoy aquí. —y sin darse cuenta, el instinto maternal le había salido.

¿Porqué eres tan amable conmigo? —le preguntó el niño entre sollozos.

¿Eh? Es difícil de explicar... Soy así con todos. —la rubia le sonrió y secó las lágrimas del menor con sus dedos.

¿Y sí te quedas conmigo? Mi mamá me abandonó, estoy solo. —decía el niño mientras las lágrimas volvían a brotar de sus ojos.

Aquel escenario le rompía el corazón a la única hija de los Heartfilia, no podía decirle que no a un niño en apuros, iba en contra de todos sus principios. Antes de poder contestar a la pregunta del menor, de un par de arbustos salió una figura conocida.

¡Tú! ¡Te recuerdo maldito mocoso! ¿Qué me hiciste? —gritoneaba el rubio, él sabía que algo andaba mal en su cabeza, un sentimiento de desesperación e impotencia lo llenaba.

¿Sting? ¿De qué hablas? Es solo un niño. —la maga se extrañó de que coincidieran en dirección.

¿Ah? ¿Tú quién eres rubia? ¡Quítate del camino! —le reclamó el otro mago, claramente molesto.

¡He vuelto, princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora