TWO

483 60 89
                                    

En esos momentos, se estaba considerando seriamente volverse maestra en un futuro.

Sería la primera clase extracurricular, en casa de su maestro. Se encontraba en la reja del patio delanteroo, y podía jurar que esa casa debía de contar con el triple de terreno de la propiedad de su tío.

Miro de nuevo el mensaje que James le había mandado con su dirección.

"115 de la calle Reichenbach. Privada Moran. Te espero a las cuatro en punto".

Silbo de asombro y toco el timbre. Una voz desconocida broto de una bocina dentro del buzón.

-¿Qué se le ofrece, señorita?-

Dios santo, investigaría si el sueldo de docente alcanzaba para esas cosas. Ni su primo, el famoso detective privado que había rescatado a Inglaterra de varias catastrofes contaba con tanto dinero; a veces, él y John debian de soportar varios días sin leche ni huevos.

-Vengo a ver al profesor Moriarty- le hablo a lo que supuso que era un microfono. Cambió su peso al otro pie, quería terminar la famosa "tésis", para ya no asistir ni a la universidad ni a la casa de su profesor.

Aún después de varios minutos, las puertas metalicas no parecían querer moverse, y Damien se desesperaba con facilidad.

Saco el celular del bolsillo de su pantalón de mezclilla, decidida a quejarse con el supuesto habitante de esa gigantesca casa.

Dígale a sus gorilas que me dejen pasar, profesor.

Bufo por enésima vez en ese corto lapso de tiempo, miente presionaba el botón de enviar. En primer lugar, ¿por qué un maestro de universidad necesitaría tanta seguridad?

Su celular vibró, en señal de un mensaje recibido.

Perdonales, suelen ser un poco paranoicos con las visitas.

Tecleo, escribiendo una respuesta.

¿No será usted el paranoico? Un maestro no necesita tanta seguridad.

En el mismo instante en el que su celular marcó que su mensaje ya había sido leído,  la metálica reja empezó a moverse. Su celular volvió a vibrar.

Sigue el sendero blanco hasta la entrada. No te pierdas ;)

Encarnó una ceja, debido al tono del mensaje. Mientras, guardó de nuevo su teléfono, sin intención alguna de responderle.

Se adentró al 115 de la calle Reichenbach, haciendo que la suela de sus botas rechinar un poco contras las piedras decorativas de ese blanco sendero.

Miro con atención el cuidado jardín multicolor que se extendía a lo alrededores de la casa y sendero. Entre los jazmines y azucenas se podían ver varios hombres vestidos de pies a cabeza de negro, vigilando y protegiendo el hogar del profesor Moriarty.

Se preguntaba de qué lo estarían protegiendo.

Camino un par de metros más, hasta llegar a un par de majestuosas puertas blancas, vigiladas por dos hombres armados.

Damien ya empezaba a sospechar sobre la verdadera vocación de James Moriarty, pero, como una buena Holmes, decidió descubrirlo por su cuenta.

De inmediato le permitieron el paso, y apenas entró, la puerta fue cerrada detrás de si.

Otro hombre armado al servicio de su "profesor" la guió  hacia el despacho del ya nombrado, en el que se reuniría con él.

La habitación hacía honor a la gran mansión a la que pertenecía. Debía medir al menos diez metros cuadrados, y el escritorio de madera, (cuyo olor le indicó a la rubia que estaba hecho de cedro), se encontraba al frente de un gran ventanal.

La luz que entraba por el mismo, creaba un ambiente bastante místico, dado que el profesor se encontraba sentado en una silla de cuero rojo, dándole la respaldada a la puerta.

Entonces, Damien hablo con sorna.

-¿Qué hará, profesor? ¿Voltearse lentamente mientras acaricia un gato?- claramente, se estaba burlando de él. La de ojos cafés se cruzó de brazos, esperando una respuesta de su parte.

El nombrado sonrió. Estaba seguro de que en ningún momento se equivoco con ella. Se puso de pie, y se volteó hacia su invitada.

-Oh, por favor, cariño- le respondió, en un juguetón tono de reproche.-, soy muchísimo mejor que todos esos personajes de cuentos.

Damien encarnó una ceja.

-¿Quién es usted realmente, James?-

El mencionado sonrió de una forma casi gatuna.

-El mejor villano que el mundo ha visto, el Napoleón del crimen, y el rey del crimen. Un placer conocerte.- le respondió, sentándose en la orilla de su escritorio.

Damien lo analizó de pies a cabeza. Seguía vistiendo un traje weastwood, pero de mucha mejor calidad que de los que vestía en el campus. Su porte era más amenazante, su sonrisa mas misteriosa, el brillo de sus ojos más gatuno. Todo a su alrededor indico la palabra "mentiroso".

Damien se enderezo, buscando dar una imagen más peligrosa.

-¿Qué quiere de mi?- le cuestionó de forma cortante. Calculaba probabilidades, y, sinceramente, si se veía envuelta en un gran embrollo, no tenía forma alguna de salir.

-No temas, nena- empezó a hablar el contrario, acomodandose la corbata que colgaba de su cuello, y volvió a sonreír, pero de una manera aún más enigmática.-, sólo quiero proponerte algo más emocionante que una tesis.

A Damien no le quedo más que escuchar, a la atenta mirada de los francotiradores que vigilaban a su jefe.





¡Hola!
Llevo un tiempo sin leerles(?
Perdón por tardar tanto en actualizar, pero no saben cuantas veces borre y volví a escribir este capítulo v":

Espero y les haya gustado <3

Les quiero.

SW.

Save the king; Moriarty.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora