11 de Diciembre - El comienzo de algo grande

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CAPÍTULO 1

Ya han pasado tres años.

Ella se había ido.

No podía hacer nada.

La chica a la que tanto amaba, se había escapado de mis manos. 

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Se presentaba un bonito día. El sol reflejaba y iluminaba toda la orilla en la playa de Santa Catalina. Mientras ella descansaba y tomaba el sol, tumbada en la toalla, yo finalizaba construyendo la canoa con la que emprenderíamos un largo viaje por el mar. 

Iba a ser una gran aventura. Por fin podríamos llevar nuestro amor hacia lo más alto. Yo la quería y ella a mí también, ambos nos adorábamos. 

¡Paula!— grité a mi novia, para avisarla, de que ya había acabado con la construcción de la canoa

— Dime Aitor—  respondió ella, mientras se quitaba las gafas de sol.

— Mira querida, ¿qué te parece?— le pregunté con una pizca de entusiasmo, ya que me había parecido, que había hecho un gran trabajo.

Ella sonrió y se mordió los labios lentamente. Después se levantó de la toalla y comenzó a correr hacia mí. Cuando ya se encontraba cerca, saltó sobre mis brazos y me dio un gran abrazo, a la vez que me besaba, agradeciéndome por aquel trabajo.

Cariño, es fabuloso. ¡Me encanta! Te quierosonreía Paula Pero, le falta una cosa.

¿Qué pasa?pregunté preocupado, mientras poco a poco la sonrisa se borraba de mi rostro.

Paula, se ató la toalla en su delgado cuerpo de estatura media y se hizo una coleta en su cabello castaño. A continuación, se acercó hacia mí y cogió una brocha. Mojó este instrumento en un pote de color rojo y lo comenzó a deslizar en la canoa, que yo, había pintado de azul. Me fijé que Paula estaba pintando, en un pequeño rincón de la canoa, nuestras iniciales: "A y P <3" 

Ahora sí, está completo dijo Paula mientras me sonreía

Ha quedado muy bonito, ahora tenemos que probarlo

Primero dejemos que la tinta se seque y entoncemos podremos comenzar con el viaje

******Varias horas más tarde*****

Me levanté de la toalla en el que habíamos estado dormidos Paula y yo durante un tiempo y me dirigí hacia la canoa para ver si todo estaba bien. La tinta ya se había secado a sí que en cualquier momento podríamos ponernos en marcha. 

Paula se había quedado dormida en la toalla entonces se me ocurrió una gran idea para despertarla. Cogí un cubo y lo llené de la fría agua del mar de la playa de Santa Catalina. Después, sin hacer ningún ruido, le lancé el agua a su espalda. Paula reaccionó rápidamente. Se levantó de la toalla y se lanzó encima mío. Aquel salto suyo hizo que yo me cayera también a aquella lisa y blanca arena de la playa. Ante aquella caída los dos nos comenzamos a reír. Nos levantamos, nos limpiamos y nos sentamos en la canoa.

En el horizonte podía verse una maravillosa puesta del sol en aquel precioso atardecer. Ambos cogimos las palas y comenzamos a remar. Poco a poco abandonábamos la orilla de Santa Catalina. Éramos una pareja joven y feliz que buscábamos una aventura. Una aventura que pudiéramos vivirla compartiendo nuestro amor. 

La noche amenazaba con su oscuridad y a medida que nos adentrábamos más en aquel mar el oleaje era más bravo. Las olas estaban hambrientas en cualquier momento podrían comerse a nuestra pequeña canoa y llevarnos con ella. Comenzó a llover y el aire aumentó velozmente. Intentamos protegernos del fuerte aire y de las olas pero todo fue en valde.

Ya era demasiado tarde. Las olas habían divido la canoa en dos trozos. En un trozo me encontraba yo y en el otro se encontraba Paula. Todavía seguíamos juntos ya que nos agarrábamos de una mano que evitaba nuestra separación. Los dos hicimos todo lo que pudimos para poder reunirnos otra vez pero ante aquel esfuerzo una gran ola nos pasó por encima y no tuvimos la suficiente fuerza para poder seguir agarrados de la mano:

¡Paula! grité desesperado y enfurecido

No obtuve ninguna respuesta por lo que volví a chillar su nombre:

¡Paulaaaa!

Tampoco conseguí nada la segunda vez. Mientras la tristeza se apoderaba de mí me senté en aquel pequeño trozo de canoa que pude conservar. Lo utilicé para protegerme de las olas que todavía seguían atacando. En una de estas ocasiones una ola volvió a desarmarme quitándome el único escudo que tenía. Además me empujó al fondo del mar.

Lentamente comencé a hundirme. Ya no me importaba nada. Si ella no estaba conmigo que razones tenía yo para seguir viviendo. Ella lo era todo para ti y ahora no estaba, todo por mi culpa.

Veía como poco a poco llegaba al fondo del mar. Un mar creado por mis lágrimas y el sufrimiento que sentí cuando ella me dejó. Estaba muriéndome el agua estaba entrando en mi cuerpo, era cuestión de segundos que acabará ahogándome. Mis dos ojos comenzaron a cerrarse lentamente cuando de repente una luz que parecía ser enviada desde el cielo, iluminó el lugar en el que me ubicaba. Fue como una chispa de esperanza. Fue el oxígeno que me hacia falta. Fue algo inexplicable ya que esta extraña luz me forzaba a salir del agua. Poco a poco empujó mi cuerpo hacia la superficie donde pude volver a respirar. Intenté levantarme pero aquella luz me evitaba poder ver bien. Me mareé y no supe nada más sobre aquello.

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Habían pasado tres años desde que nos habíamos separado.

Después de aquel tiempo una "luz" me salvó del mar que yo mismo había creado con mis lágrimas y mi sufrimiento. 

"Él fue la única persona que pudo sacarme de aquella depresión, por eso es la persona por la que sigo viviendo" 

Aquel día me di cuenta que aquel chico al salvarme de aquel mar de desesperación había dado comienzo a algo. Había dado comienzo a algo grande que tendría una larga duración.

Carta a mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora