Nyan

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Hoy nada más llegar del instituto, tras seis largas horas y una aburrida séptima programando, llegué por fin a mi casa.
Mientras comía, mis padres me dijeron que por mis buenas notas me iban a regalar un gato robot. Recogí mi plato y les dije que me encantaría pero antes de terminar de cruzar la puerta me dijeron que tendríamos que dejar de cuidar a Nyan, mi gato actual.
En ese momento me quedé congelado, mis pies se clavaron en el suelo y mi mente se imaginó un mundo sin Nyan, sin sus recibimientos tras volver a casa, sin sus trastadas tirándome todo lo que tenía en mi mesilla, su ronroneo tras volver a casa; en fin, un mundo sin ella.
Me giré y les dije que jamás dejaría a Nyan y que siempre estaría con ella... O eso creía.

Mis padres disgustados me intentaron convencer de que el sustituto mecánico de macotas era mejor que Nyan pero les fue inútil.

Aunque les acabó quedando claro que no cambiaría a Nyan por un robot, no siempre sale todo bien.
Después de varios meses, ya en Febrero, sin ninguna explicación Nyan dejó de comer. Cada vez estaba más débil y enfadada hasta que un día, antes de ir al instituto, apenas pudiendo andar y tumbada en el frío suelo del pasillo la vi dejar de respirar, murió ante mis ojos.

En ese mismo instante, entre el dolor, la tristeza y el vacio que ahora tenía en mi interior, prometí no volver a tener una mascota.
Pero ya en marzo, mientras ayudaba a mi padre a cortar unas plantas en el jardín, una amigable tortuga con paso ligero salió entre las secas ramas. Su nombre es Cuatro, y él es mi nueva mascota.

MinihistoriasWhere stories live. Discover now