Cap. 2- Una pregunta inocente

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Como todos los días, llegaba de la escuela y siempre me esperaba lo mismo.

- ¡Aquí tienes! y cuando termines lavas los trastes y te pones a hacer tu tarea. -deja caer el plato al frente de mi mentón, tira la cuchara al costado de él y se va.
Esta bien mamá - le contesto, con un ánimo igual de desabrido.

Ella se alistaba y se iba a trabajar. Yo me quedaba en casa sola, pensando en voz alta. Algunas veces esperaba en mi ventana, toda la tarde hasta caer la noche, a la expectativa si en un instante milagroso mi padre aparecía por aquella calle que daba hasta nuestra puerta. Pero nunca sucedió, él nunca más volvió.



*Ya en la noche, a corte de las once aproximadamente*

- Toc toc- tocan la puerta.
Es mamá obviamente, que siempre llegaba a dicha hora.- Le abro raudamente.

¿Y cómo te fue hoy en el trabajo mamá?-le pregunté, intentando buscando un buen ánimo entre nosotras.
Pero pasa de largo dejándome con mi brazo aún a la altura de la cerradura, en el aire.
- ¿Ya hiciste tu tarea? ¿ya fuiste por lo que te encargué?- fue lo primero que me respondió, con el tono frío que la caracterizaba.
Si mamá, ya hice todo como tú me lo pediste- le contesté, entre palabras balbuceantes y un tono de resignación.


En ese momento, cuando se iba a la cocina como un robot a cocinar la cena me quedé viéndola, apoyada en el marco de la puerta. Vi a una mujer tan sola y vacía, incluso teniéndome a mí. 

Me llené de valor y le pregunté algo que al parecer no debí.

Mamá, ¿por qué nos abandonó papá?

Al término de mi pregunta, ella deja todo lo que estaba haciendo, se apoya con sus dos manos sobre el borde de la mesa, agacha la cabeza y cierra los ojos como recordando aquel momento en que aquel hombre nos dejó. Sus manos hacen puño y entra en un estado de furia naciente y exclama;

- ¡VETE A TU CUARTO PERO YA! ¡Y no salgas hasta mañana!
Pero mamá...
-¡¿QUÉ ESPERAS?!-me grita desesperadamente.
-¡te dije que vayas a tu cuarto!-viene con toda su furia hacia mí, me toma del brazo fuertemente y me lleva hasta mi cuarto mientras mis ojos se humedecen de tristeza. Me lanza sobre la cama y cierra la puerta.

Me quedé sola. Solo escuchando sus pasos marchar, y sumida en un profundo dolor incomprensible, sentía injusticia por ella y por todo.

Por tanta pena en mí; no dormí aquella noche...




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