Kiss me

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Ha estado conmigo en las buenas y en las malas. Cuando nadie creía en mí, cuando me condenaron con razón o sin ella, él me tendió su mano. Cuando me sentí perdido en la más negra de las noches, él prendió una luz para mí. Él ha estado conmigo a pesar de sí mismo. Ha dejado atrás amigos y aliados por mí, para protegerme a mí. Así que incluso cuando no tengo nada, lo tengo a él.

Soy afortunado.

No sé cómo corresponderle. Él dice que no es necesario que lo haga, porque quién está correspondiendo es él. Dice que, he sido yo quien estuvo a su lado en sus momentos más difíciles. Yo, quién tomó su mano y lo levantó una y otra vez del suelo. Pero no lo recuerdo. No siempre. A pesar de ello, pienso que no he hecho tanto como él. Pienso que debería haber una manera en la que pudiera agradecerle. Pero no sé cómo.

—Hey, Buck, ¿qué haces aquí?

—Te esperaba.

Steve se señaló así mismo con la interrogación en las cejas. Asentí y él me sonrió brevemente. A veces pienso, que no sabe qué hacer cuando está conmigo. Antes lo sabía, pero ya no soy el Bucky de antes. Así que, antes de hacer las cosas piensa en los posibles escenarios de mi reacción. Se contiene incluso, cuando quiere saludarme. Y eso, en cierta forma, me duele. Quisiera que no lo hiciera, quisiera que fuera espontáneo, libre de tocarme y hablarme. Quisiera ser capaz de decirle y sentir que todo está bien, que soy el mismo.

—Siéntate conmigo—le pedí sin mirarle a los ojos. No era capaz.

Puedes sentirte culpable toda la vida, y yo sentía que había arruinado algo que era importante para él. También había herido a otros amigos suyos, como a los Stark. A pesar de ello, él me eligió a mí.

¿Por qué?

—¿Estás bien?—me preguntó en cuanto se sentó a mi lado. Dejó una distancia entre nosotros de al menos medio metro. Eso, también me dolía. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser tan cuidadoso conmigo? Tal vez, le habían dicho que me diera tiempo de comprender, de recordar. Pero no necesito que ese tiempo se convierta en distancia.

No le contesté, me incliné sobre mi costado y acomodé mi cabeza sobre su regazo. Él se tensó un poco, porque aquello había sido sorpresivo. Cerré los ojos y me sentí muy tranquilo, justo ahí, tan cerca de él. Steve no sabía qué hacer, en especial con sus manos. Sentí sus movimientos tentativos sobre mi cabeza.

—Abrázame—pedí sin abrir los ojos, sin querer siquiera imaginar la expresión en su rostro.

Steve apoyó primero su mano en mi brazo y luego, tras dudar un segundo, su otra mano entreveró mi cabello. Su toque era suave, amigable, se sentía muy bien. Así que no me moví, sólo sonreí. Y él debió verlo, porque terminó inclinándose sobre mí y apoyó su mejilla en mi hombro. Debía ser un poco incómodo para él, pero no le importaba.

Sentí sus lágrimas tibias sobre mi piel. No decía nada, no tenía que hacerlo. Yo me quede quieto, envuelto por la tierna sensación, hasta que él apartó su rostro de mi hombro y sentí la presión de sus labios en mi mejilla.

—Lo siento tanto, Bucky. Perdóname—murmuró, sabía que sollozaba y su voz entrecortada sólo me lo confirmó.

Abrí los ojos y me incorporé. Él se limpió el rostro con la manga de su sudadera, cuando me vio hacerlo.

—¿Por qué? ¿Por qué tengo que perdonarte?

Steve me miró con los ojos enrojecidos, sacudió la cabeza y apartó sus ojos de mí para clavarlos en el suelo.

—Nunca he sido capaz de cuidar de ti. Antes de la guerra, eras tú quien siempre estaba ahí, quién me sacaba de todos los apuros... Ni siquiera cuando me volví más fuerte pude evitar que cayeras del tren, no pude salvarte ni protegerte de Hydra. Siempre quise ser fuerte... y si fuera un poco más fuerte ahora, podría ayudarte, pero tampoco he podido.

Él también se sentía culpable. Lo entendí entonces. Algo entre nosotros, algo de nosotros nos mantenía ahí. Podemos cuidarnos a nosotros mismos, pero no queremos hacerlo. No, no nos importamos, nos importa el otro, queremos cuidar del otro. Nada más. Siempre nos fallaremos a nosotros mismos, pero no necesariamente, le habremos fallado al otro.

—No tengo nada que perdonarte. Tú siempre has estado conmigo, aun cuando no sabías que yo seguía ahí.

Steve me miró, suspiró y esbozó una tenue sonrisa.

—Oye—insistí—, abrázame.

Su sonrisa se acentuó y está vez, me cubrió con sus dos brazos. Me aferré a él y hundí mi nariz en la hondonada entre su cuello y hombro. Me sentí tan bien, tan feliz. Los recuerdos se escapaban de vez en vez, pero esa sensación, ese sentimiento que él me transmitía, era tangible, podía tocarlo cuando lo tocaba a él. Podía vivir a través de ese sentimiento. Podía...

Nos recostamos en la cama, abrazados. Las luces de la calle pronto se volvieron puntos detrás de las cortinas y la habitación se cubrió de penumbras. Podía ver sus ojos a pesar de ello y sentir mi corazón martilleando contra mi pecho.

He pasado por todo. Desde el odio hasta el amor. Del amor al odio. De la verdad a la verdadera verdad. He sido lo peor. Pero quisiera ser lo mejor. No para el mundo, no para las personas, no para los que dañé, para él. Me convirtieron en un hombre frío, pero entre sus brazos me siento cálido y curiosamente, también me siento impaciente.

Estos sentimientos han estado latentes en mí, pensé mientras recorría, una vez más, el iris de sus ojos. ¿Qué tan azul puede ser el mar? ¿Qué tan profundamente me puedo ahogar en él? Sí, mis sentimientos se congelaron en el tiempo y se ocultaron en lo más recóndito de mi corazón, para que ellos nos los vieran, para que yo tampoco lo hiciera. Permanecieron dormidos esperando la mirada de esos ojos para despertar. Me sentí como si me enamorara. Se sentía así: como el amor. Tenía que ser eso, porque sólo eso tenía sentido. Jamás olvidé lo que era amarlo ¿verdad? No me estaba enamorando, ya lo estaba, siempre lo estuve.

—Steve—murmuré en la oscuridad— Bésame. Bésame como si me amarás.

Y cerré los ojos. Me besara o no, no quería verlo, sólo quería sentirlo. 

FIN

Stucky SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora